Gabriele Münter, el espíritu de la vanguardia y el del tiempo

El Zentrum Paul Klee presenta su primera retrospectiva

Berna,

Cofundó el colectivo Der Blaue Reiter, previo paso por el Neue Künstlervereinigung, y fue una de las voces más destacadas del expresionismo alemán, pero la celebración de la primera retrospectiva completa de Gabriele Münter se ha resistido hasta este 2022: mañana el Zentrum Paul Klee de Berna abrirá al público una antología de esta autora berlinesa que recogerá pinturas, grabados y dibujos, además de parte de su legado fotográfico. Nacida en Berlín en 1877, se formó en la Malschule für Damen, la escuela de dibujo para mujeres de Düsseldorf, y después en la escuela Phalanx, donde tendría como maestro a Kandinsky.

Su trayectoria se extendió durante más de seis décadas en las que desarrolló una obra multifacética y gestó un lenguaje pictórico propio enfrentándose a muchas trabas: incluso en el círculo progresista en el que nació El jinete azul (para el que, además, desarrolló una relevante producción editorial) se excluía a las mujeres artistas de las discusiones teóricas al considerarse que carecían de las habilidades intelectuales y creativas de sus colegas masculinos. Y su relativo olvido tras su muerte en los sesenta, y conocer cierta reivindicación después de la II Guerra Mundial, tiene que ver con la ausencia o el breve tratamiento de la producción de Münter en manuales donde básicamente se abordan las aportaciones de Kandinsky y Franz Marc como referentes de aquella corriente, no explorándose la pintura de esta autora alemana más allá de su etapa como alumna del primero, del que también sería pareja.

Gabriele Münter. Die blaue bluse (Frau Oscar Olson), 1917.
Gabriele Münter. Die blaue bluse (Frau Oscar Olson), 1917

Con el propósito de ampliar miras, esta exhibición suiza nos la presenta como una artista enormemente versátil, independiente y de vocación experimental; han llegado al ZPK sus instantáneas más tempranas, bocetos al óleo de su etapa en el impresionismo tardío, pinturas expresionistas de colores brillantes, linograbados y dibujos. En su obra inicial apreciamos ya esbozados los temas y el lenguaje que consolidaría a lo largo de su carrera y que tienen que ver con sus viajes, también de juventud, a América (1898-1900), Túnez (1904-1905) y Francia, donde acudiría en repetidas ocasiones desde 1906. A Berlín regresó en 1908, para después establecerse en Múnich y en 1909 compró una casa en la localidad bávara de Murnau, lugar que se convertiría, los veranos siguientes, en punto de encuentro con el propio Kandinsky, Alexej von Jawlensky y Marianne Werefkin.

En aquellos primeros años cultivó arquitecturas, paisajes y retratos, pero también reflejó el espíritu más candente de los tiempos en forma de tecnología, máquinas, medios de transporte: en América, además de a sus parientes, construcciones y lugares de trabajo, se interesó en pintar barcos, trenes de vapor y una montaña rusa. Muchas de sus fotografías de paisajes revelan su interés por jugar con la distancia y la perspectiva, ligado a su deseo de adoptar disposiciones libres y subjetivas de los objetos dentro del espacio pictórico.

En el viaje a Túnez, cierto aire mediterráneo se introdujo en sus telas: atendería a la geometría presente en las estructuras de edificios o en las ventanas, y llevó sus arcos y ornamentación a fotografías, dibujos y bocetos al óleo, junto a asuntos turísticos, empleando líneas y planos simples. También claras y reducidas resultan sus composiciones francesas, de vivo cromatismo, tanto que hay quien las ha enlazado con el Pop.

Más adelante realizaría bocetos al óleo empleando la espátula, acercándose a modos expresionistas en los que ya se zambulliría a partir de 1909 en Murnau, en relación con la gestación de Der Blaue Reiter. Allí su arte evolucionó hacia la simplificación de la forma, bajo la influencia de las experiencias de sus compañeros y del descubrimiento de las pinturas sobre cristal típicas de esta zona de Baviera; antes, la I Guerra Mundial le había llevado junto a Kandinsky a Suiza y después se trasladaría, ya en solitario, a Copenhague, para terminar sus días de nuevo en Murnau, ciudad a la que dedicaría otra serie de trabajos en 1935, cuando su obra había perdido ya carácter expresionista y paleta y representaciones devinieron más naturalistas.

En cuanto a sus retratos, sobre todo aquellos que plasmó en sus dibujos de los años veinte, captó en ellos a mujeres escribiendo, leyendo, fumando o soñando despiertas, actividades en aquel momento atribuidas a los hombres; no solo el devenir artístico de la vanguardia se reflejaba en su producción, apreciamos constantemente que también el histórico y social.

Gabriele Münter. Kandinsky, 1906
Gabriele Münter. Kandinsky, 1906

 

“Gabriele Münter. Pioneer of Modern Art”

ZENTRUM PAUL KLEE

Monument im Fruchtland 3

P.O. Box

Berna

Del 29 de enero al 8 de mayo de 2022

 

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