Urban Nature: Rimini Protokoll contra las barreras del teatro

17/06/2021

Hace veinte años que Helgard Haug, Stefan Kaegi y Daniel Wetzel se unieron para fundir sus múltiples intereses (de la escenografía a la investigación social, pasando por la robótica, la política o la comunicación) en el proyecto Rimini Protokoll, que se gestó en Berlín y que, desde entonces, ha desarrollado un centenar de espectáculos en los que han tratado de llevar el teatro más allá de sus fronteras convencionales.

Esa labor, en los últimos meses y a raíz de la pandemia, ha podido adquirir incluso el rango de necesidad: ampliar las opciones de expandir la dramaturgia fuera de sus espacios habituales, normalmente edificios decimonónicos, y trasladarla a la radio, a la calle e incluso a las casas se convirtió para muchos en el único modo de no renunciar a ella durante el confinamiento. A Rimini Protokoll no les costó adaptarse a las circunstancias: desarrollaron, entre otras iniciativas, un tour por el teatro Vidy-Lausanne (Boîte noire), una videoconferencia con trabajadores de call centers de la India (Call Cutta at Home) y otra que posibilitaba que cada espectador fabricara una obra en casa (1000 Scores. Pieces for Here, Now & Later).

Ninguna de esas propuestas podía considerarse, sin embargo, novedosa en su rupturista carrera; si adoptásemos el lenguaje de la informática, podríamos decir que el suyo es un teatro de código abierto, liberado. Ellos lo califican como postdramático, porque en él caben, en sus palabras, cambios y malentendidos, el juego con nuestro patrimonio cultural y también con nuestra misma vida cotidiana; lo entienden como un ejercicio pensado para todos y también para los espacios arquitectónicos: Gran parte de nuestra obra tiene que ver con el uso del tiempo de manera consciente. No se trata de poner un vídeo en un museo donde la gente entra y sale, de elaborar una cosa hermética. Creemos en esculpir algo que es un acto de comunicación.

Helgard Haug, Stefan Kaegi y Daniel Wetzel. miembros de Rimini Protokoll
Helgard Haug, Stefan Kaegi y Daniel Wetzel. miembros de Rimini Protokoll

Los formatos en los que elaboran sus piezas difícilmente pueden esquematizarse; eligen los que consideran más adecuados a la hora de transferir la realidad a la escena, preparándola para que sobreviva en ella o para que nos resulte aún más potente que la analógica y colaboran, en el camino, con gente que en circunstancias normales no veríamos en un teatro; han llegado a introducirnos en una junta de accionistas. Seleccionan a los participantes en las funciones según su conocimiento o experiencias, al margen de su bagaje interpretativo, para invitarnos a mirar a través de sus ojos; dice Wetzel que cuando un actor hace un papel, vas del qué al cómo, y a la vez evalúas tu experiencia y la interpretación (…). En cambio, si no tienes actores, las personas con las que trabajas no pretenden ser alguien sino que son alguien.

Si no tienes actores, las personas con las que trabajas no pretenden ser alguien sino que son alguien.

Hay quien encasilla sus proyectos en el teatro documental, pero ellos huyen de la etiqueta por cuanto puede tener de cercanía a la propaganda y parten, constantemente en su trabajo, de una premisa básica: la ausencia de diferencias entre ellos mismos y su público; nunca exponen a sus espectadores a nada que ellos no hayan probado antes y los consideran prácticamente como socios, otorgándoles su propio papel en cada experimento.

La labor de Rimini Protokoll, según Kaegi, no es otra que “esculpir el tiempo” y proponer una organización posible del “estar junto a la gente”: Nosotros hacemos que se encienda la luz sobre gente que uno no espera, y que no son actores. O puede que la luz caiga sobre ti, espectador, y te conviertes en el protagonista para otra parte del público. En ocasiones tendremos que interactuar, otras veces no habrá intérpretes o tendremos que ponernos, casi literalmente, en la piel de los protagonistas.

En 2017, este colectivo ya pasó por el CCCB barcelonés, con Win-Win, una instalación inmersiva ligada a la ecología, y este año regresan a ese centro con un proyecto que tendrá mucho de site specific y de maqueta, a escala 1:1, de lo real (Wetzel, Kaegi y Haug son apasionados de las reproducciones, pero también de lo inesperado). Se titula Urban Nature, se desplegará cada día entre el 2 julio y el 19 de septiembre y tendrá como eje la vida en las grandes ciudades, según el grupo, lupas que nos permiten ver los extremos de la sociedad.

 

La obra se centrará en siete personajes con vidas cruzadas u opuestas: un catedrático de historia económica y ambiental, un empresario de la nueva economía, una chica que fue sintecho, una niña del Raval, una empleada en la economía sumergida, un guarda de prisiones y una asesora financiera. Sabemos ya que a los espectadores nos corresponderá ponernos en sus zapatos, adoptar sus roles y que, relato audiovisual mediante, la escenografía tendrá mucho que ver con un set cinematográfico en el que sumergirnos.

En este proyecto, los responsables de la compañía harán hincapié en que, pese al aparente reinado de la vida individual y la soledad en los grandes núcleos urbanos, nuestras decisiones privadas tienen un impacto en el ámbito público y, también, nos invitarán a reflexionar sobre asuntos como la gestión del agua, el derecho a la vivienda, la desigualdad, los actuales modelos de trabajo y el panorama laboral y social que afecta a la juventud.

Las entradas, si estáis interesados, pueden adquirirse en la web del CCCB.

 

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