No se trata de que no hayan obtenido premio, porque los factores que marcan la diferencia son complejísimos y en cualquier caso los Óscars rara vez han distinguido películas o profesionales sin calidad (dejemos a un lado a Shakespeare in love); se trata de que estos ejercicios de talento ni siquieran optaron a llevarse uno siendo sobresalientes. Si existiesen los Premios de la Justicia Poética (que ya se están haciendo esperar) ellos sí tendrían que estar en las listas:
PATERSON
Si en el último año una película no ha necesitado aditivos, ni efectos especiales, ni narraciones extraordinarias para hechizarnos esa ha sido Paterson, la última (¿y mayor?) genialidad de Jim Jarmusch y puede que el mejor papel hasta ahora de Adam Driver, que hacía honor a su apellido como conductor en la ciudad que daba nombre a su personaje, un poeta sumergido en lo cotidiano que no solo no se dejaba vencer por su rutina sino que creaba poesía con ella. Y la llevaba a la acción en su propia vida.
Su matrimonio componía un retrato de la felicidad llana y evidente, la del que no necesita nada más que lo que tiene. Paterson sabía cómo encontrar alicientes en sus días, semejantes pero no iguales, y Jarmusch hizo un ejercicio tan fílmico como literario transmitiéndolos. Pero ni el director, ni Driver, ni este poema filmado, ni la estupenda secundaria que es Golshifteh Farahani, ni siquiera un guión en el que los silencios están trabados con virtuosismo han tenido mención en la última gala de los Óscar. Puede que, pese a la injusticia, haya incluso poesía en ello, que el sitio de Paterson sea Paterson y no la alfombra roja.
AMY ADAMS
No es habitual para una actriz (o actor) tener la oportunidad de participar en un mismo año en dos películas tan distintas y vertebradas a partir de buenas historias como La llegada y Animales nocturnos, aunque este año ese haya sido también el caso de Isabelle Huppert (en Elle y El Porvenir). Por alguna razón, que se nos escapa del todo, Amy Adams, que podía haber sido nominada sin peros tanto por el filme de Villeneuve como por el de Tom Ford, no ha tenido suerte.
Y seguramente pocos intérpretes cuenten con su expresividad y madurez a la hora de hacer creíble y conmovedora la figura de esa intérprete experta llamada por las autoridades para tratar de comunicarse con extraterrestres, con los que no solo llega a alcanzar un entendimiento primario, también cierta empatía. Y la de la galerista que nos hace partícipes, a través de sus lecturas, de una historia de suspense y violencia que mantiene a cualquiera en vilo. Profesionalidad.
REGRESO A CASA
El intimismo y el melodrama son el sello de Zhang Yimou desde sus comienzos, pero con esta historia sobre una familia literalmente devastada por la Revolución Cultural china logró, quizá más que anteriormente, conmovernos desde su estilo austero y conjugar el doble valor de narrar con cercanía una tragedia privada y explicar, sin pretensiones, la historia de un pueblo en su conjunto.
Si algo define el cine de Yimou es su sensibilidad y la atención a la gestualidad, tanto o más que a las palabras. Con Regreso a casa compitió en la Seminci, en 2014, y se dejó ver fuera de concurso en Cannes, ese mismo año. Pero el Óscar, una vez más, se le resistió.
FOXCATCHER
Encontramos ciertas conexiones entre Foxcatcher y Moonlight, como historias de autoaceptación, pero aquella espléndida película de Bennett Miller sobre un luchador necesitado de cariño y fagocitado por su entrenador no fue nominada al Óscar a Mejor Película en 2015. Los trasfondos psicológicos de los personajes fueron muy trabajados; las interpretaciones, difícilmente mejorables, y se combinaban intimismo y tono épico.
Aquel año tampoco se nominó otro filme que reflejaba perfectamente las consecuencias de las psicopatías: Nightcrawler, que presentaba a Jake Gyllenhaal en uno de sus mejores papeles. Y él tampoco fue nominado.
TOM HARDY
En aquel mismo 2015, de nominaciones un tanto extrañas, no entró en la terna de nominados a Mejor Actor, habiendo hecho muchos méritos, Tom Hardy, por Locke. Él levantaba la notable película porque…era su único actor: un infiel que conduce hacia el hospital donde va a nacer su hijo y el de su amante. En el trayecto, y sin salir de su vehículo, pierde su esposa y su trabajo. La película, un experimento, era su rostro en tensión pero convencido.
EL SHOW DE TRUMAN
¿Recordáis cuando, a finales de los noventa, podía ponernos los pelos de punta la historia de un hombre constantemente observado cuya vida era televisada? La película que, repensada hoy, pone de manifestó lo inocentísimos que éramos en 1998 y que hizo grande a Jim Carrey ni siquiera obtuvo una nominación a Mejor Película entonces (sí obtuvo las de Mejor Director, Actor Secundario y Guión). Perturbadora, visionaria, llena de humor, no apta para paranoicos, convertida en un clásico…y sin premio. Era el año en que barrió Titanic.
MARTIN SCORSESE
La Academia terminó premiándolo por la que no es una de sus mejores películas (Infiltrados), pero por esa historia apabullante de escepticismo y desesperanza que era Taxi Driver (1976) ni siquiera estuvo nominado. Ningun Óscar se llevó la película en la que Robert de Niro demostró que era grande. Es curiosa su querencia por interpretar a ex combatientes en Vietnam (El cazador).
STANLEY KUBRICK
¿Es posible que Kubrick no optase a Mejor Director por El Resplandor? ¿Guiar a Jack Nicholson desbocado y violento entre la nieve, y conseguir que Danny Lloyd, que interpretaba a su hijo, no abandonara el rodaje, no merecen una nominación?
No lo consiguió. En realidad, Kubrick no fue demasiado amado por la Academia: ninguna de sus películas obtuvo Óscar y él tampoco; su única estatuilla llegó de la mano de los efectos especiales de 2001. Una odisea en el espacio, de los que él mismo se había ocupado. Es poco comprensible, pero seguramente a él le diese igual.
LOS PUENTES DE MADISON
En 1996 Los puentes de Madison ni ganó el Óscar a la Mejor Película ni fue nominada; sí optaron a él…Babe, el cerdito valiente, Braveheart o Apollo XIII. Películas de amores adultos tan breves como intensos hemos conocido varias en estos veinte años (una de las más recientes, y estimables, Una vida en tres días, con Kate Winslet) pero varias secuencias de Los puentes, sobre todo la de la despedida de Clint y Meryl, siguen inermes al tiempo en nuestras cabezas y la sutileza de la película más sentimental que ha dirigido Eastwood merecía mucho más.
VÉRTIGO
El único filme de Alfred Hitchcock que obtuvo el Óscar a Mejor Película fue Rébeca, genial pero menos compleja y enigmática que Vértigo y su trasiego de fobias y juegos de personalidad. No tuvo nominación, como tampoco la obtuvieron Encadenados, Con la muerte en los talones o 39 escalones. Y el inglés nunca fue premiado como Mejor Director.
Al paso de las décadas, muchos críticos han considerado Vértigo como el mejor filme de la historia, pero Hitchcock no estaba ya vivo para verlo. Y sí sabemos que el hecho de que sus obras se asociasen más al entretenimiento que al arte le causaba dolor.
BARBARA STANWYCK
Fue nominada como la genial esposa que instigaba el asesinato de su marido en Perdición (en 1944, y no se lo llevó), pero no optó a Óscar por interpretar nada menos que dos papeles en la elegante screwball Las tres noches de Eva. A esta actriz apasionante se le resistieron las estatuillas hasta que le concedieron una honorífica.
FRED ASTAIRE
Es posible que Sombrero de copa sea uno de los mejores musicales de la historia, aunque haya palidecido a la sombra de Cantando bajo la lluvia. Y en alguna entrevista Emma Stone reconoció que sirvió de inspiración, en algunos aspectos, a las interpretaciones de La La Land. Pero Fred Astaire ni siquiera fue nominado, en 1935, por este filme de Mark Sandrich en el que demostraba sus estupendas dotes como actor y bailarín. Prometemos que, incluso si sois reacios a los musicales, Astaire aquí lograba emocionar.