Sparrows, la blanca adolescencia

09/09/2016

Sparrows, Rúnar Rúnarsson
Sparrows, Rúnar Rúnarsson

Un año después de alzarse con la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián, hoy llega a cines la bella (y muy acertadamente titulada) Sparrows, de Rúnar Rúnarsson, el retrato del viaje literal y vital de Ari, un sensible adolescente, desde Reikiavik, donde convive con su madre, hasta un área rural de Islandia, donde se ve obligado a hacer vida en común con su padre, con quien apenas ha mantenido relación años atrás.

El abandono de su madre, que va a casarse de nuevo y a trasladarse a África como cooperante, es la piedra de toque que sirve a Ari para iniciarse en su camino hacia la edad adulta, un camino que pasa por enfrentarse a un entorno duro (de bellísima fotografía) tanto en lo paisajístico, metáfora frecuente del estado de ánimo del protagonista, como en lo social: su carácter, que tiende a la delicadeza, nada tiene que ver con la rudeza de su padre; apenas se identifica con sus amigos de la infancia, y su abuela, su mayor apoyo, fallece al poco de su llegada. Todo parecen espinas en la nueva vida de Ari, que se refugia en el canto en depósitos abandonados -dándonos algunos de los momentos más poéticos de la película- y tendrá que hacer fuertes ejercicios de empatía hacia su padre, con problemas de alcoholismo, y de apertura hacia quienes fueron sus amigos para comenzar a encontrar su lugar.

Resulta especialmente conmovedora la secuencia en la que el chico, intentado acercarse hacia ese padre siempre tan distante, acude con él a cazar al mar y, contraviniendo las órdenes del progenitor, es incapaz de disparar. Su mirada en ese momento es el símbolo perfecto de su desunión y de lo doloroso de esta.

En consonancia con el carácter tímido del protagonista, con el taciturno del padre y con la dureza de la naturaleza, los diálogos en Sparrows no son más que los precisos, cobrando los silencios y los gestos una excepcional presencia sin que queden, por ello, las emociones a la imaginación.

La evolución de la relación entre padre e hijo y la propia adolescencia, quizá idealizada hoy y presentada aquí como terreno abonado a la dificultad, son los grandes temas abordados por Rúnarsson con los que cualquiera puede encontrar identificación, y uno de los grandes valores de la película es que, incluso en las etapas más prosaicas del crecimiento del protagonista, el director encontró el tono adecuado para transmitir cierta poesía que escapara a posibles vulgaridades.

No obstante, más allá de crisis adolescentes y familiares, Sparrows apunta hacia cuestiones, si cabe, más generalizadas: las dificultades –fundamentalmente masculinas – para expresar sentimientos, el daño que esa incapacidad genera hacia dentro y hacia afuera y la necesidad de referentes personales que orienten con algún acierto en la infancia y la juventud.

Esta película es un ejercicio de sensibilidad aguda y emoción contenida que nos hace pensar en otro filme islandés reciente con el que comparte más que paisaje inmenso y frío, también sentimientos familiares bajo llave: RAMS. El valle de los carneros.

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