– 1989 es el título en Filmin de un documental, muy original en su planteamiento, en el que Miklós Németh, presidente de Hungría a finales de los ochenta, explica la intrahistoria de la caída del muro de Berlín, recreando diálogos e instantes a partir de imágenes de ese momento. Meses antes de que por fin se derribara, su país tuvo que hacer frente a la presión de los ciudadanos de Alemania del Este que trataban de acceder a la República Federal desde sus fronteras, para entonces algo más porosas que las alemanas; las decisiones cambiantes en torno a una mayor o menor rectitud en la vigilancia habían causado ya la muerte de un hombre y Németh debía optar entre cortar la verja, poniendo en cuestión la autoridad de Honecker, o endurecer medidas.
Cuando finalmente anuncia la apertura a Helmut Kohl, al frente de la RFA, este fue claro en el agradecimiento: Alemania nunca lo olvidará. Pero el canciller no terminaba de estar convencido de que el que llamaba su joven amigo tuviera la última palabra, así que telefoneó a Gorbachov, quien parece que reflexionó unos minutos antes de responder. Dijo solamente: Németh es una buena persona; el respaldo menos explícito, el más cálido.
– Desde hace dos veranos, en mercadillos de pueblos castellanos (quiere decir, transitados pero no mucho) aparecen puestos de libros entre las toallas, la cestería, los encurtidos. No ofrecen solo grandes éxitos, sino también historias de bodegones; no faltan clientes y sus libreros conocen muy de primera mano la mercancía. Merecen agradecimiento: llevábamos treinta años esperándolos.
– Corn Island es un archipiélago de Nicaragua, paradisiaco según Google, pero también una película georgiana de 2014, de George Ovashvili, que recibió varios premios del público en festivales no demasiado conocidos y que no tuvimos tiempo de ver en salas (ahora está en Filmin). Aunque remite al contexto de la guerra con Rusia de 2008, nada nos distrae de la belleza de las tierras bajas de Kolkheti, donde se rodó, y del relato silencioso de los esfuerzos de un anciano y su nieta por vivir del cultivo de maíz en ese lugar. Eterna es la historia del viejo y el mar.
– Cuando encontramos entrevistas televisivas de unas décadas atrás a escritores, actores, artistas… no podemos evitar fijarnos tanto en las preguntas y sus intenciones como en las respuestas; las primeras contienen sociología. En el documental Amando a Highsmith, que ha coincidido con la publicación de los extensísimos diarios de la autora en Anagrama, nos han llamado la atención, más que cualquier testimonio, dos cuestiones de la prensa con sus respectivos tonos casi inquisitoriales, parecidas a ¿Por qué vive sola, en lugar de vivir rodeada de familia que la quiera? y ¿Cómo se le ocurre hacer que un asesino nos caiga simpático?
La inocencia del que nunca saludaba.
– Orson Welles tenía más suerte con sus entrevistadores y ellos, a su vez, solían llevarse tesoros. Si aún no os ha llegado, buscad el vídeo donde exalta sin dudar la amistad, por encima del arte y de la posteridad (al diablo con ella, vulgar como el dinero), pero también aquel en el que habla de su relación con Churchill, que puso lo que pudo de su parte, cuando ya había perdido sus últimas elecciones, para que un magnate armenio financiara una película del director.
Quien también ayudó económicamente a Fellini a rodar La Strada, cuando el italiano casi tenía miedo de pedirle actuar, fue Anthony Queen. Su Zampanò fue, dijo aquí, en La luna en 1989, su mejor obra y la más barata. Humildad y genio no maridan siempre, pero cuando sí…
– Los amantes del negro pueden visitar estos días, en Madrid y La Haya, exposiciones sobre su presencia en la pintura de Sorolla y en la moda de Balenciaga. Pero un plan óptimo para quien tiene mucha suerte y ningún límite de tiempo puede ser hacer parada, entre una y otra muestra, en el Musée Soulages de la agradable ciudad de Rodez, en Occitania. Por su arquitectura, a cargo del estudio catalán RCR Arquitectos, pero sobre todo por todo lo que Pierre logró con el no color: obras sosegadas, tensas o agitadas. Ha muerto con la discreción de su trabajo.
– Cuenta la antropóloga noruega Erika Fatland que, alguna noche esperando el sueño, reparó en que no se habían publicado aún recorridos viajeros por los países que hacen frontera con Rusia, a pesar de que son catorce: se trata del límite geográfico más extenso del mundo. Los descubrió durante meses, incluyendo el Paso del Noreste, y volcó su experiencia, junto a repasos históricos, en un libro llamado justamente La frontera y editado por Tusquets.
Con él hemos aprendido tanto como disfrutado, pues además de trotamundos con muchos idiomas a la espalda, Fatland es una narradora excelente. Su anterior Sovietistán será nuestra próxima parada.