Una de las búsquedas frecuentes en Google (probad a comenzar a escribirla) es películas para tardes lluviosas. Si el invierno invita a ver cine bajo techo a quienes solo somos espectadores, también ha sido la estación elegida para ambientar grandes historias con paisajes gélidos. Hemos elegido algunas, que, bajas temperaturas al margen, pueden pasar controles de calidad.
Doctor Zhivago, 1965
¿Estáis de acuerdo en que es una de las mejores adaptaciones literarias al cine, así pasen los años? La novela de Pasternak pedía una película a gritos y David Lean tuvo el talento de elegir a Omar Sharif y Julie Christie para dar vida a una pareja unida y separada por la I Guerra Mundial y la Revolución Rusa. Seguro que sabéis que se rodó sobre todo en España, en Madrid y Soria, y ambas ciudades celebraron el año pasado el medio siglo transcurrido desde entonces.
Contra todo pronóstico (meteorológico) hubo problemas para conseguir la nieve: el invierno del 65 fue el más cálido en Soria en cincuenta años. Hubo que recurrir a polvo de mármol, cera derretida, plástico blanco y sal a espuertas. Porque la agonía del Doctor Zhivago, su amante y familia no hubiera sido la misma sin invierno.
El león en invierno, 1968
Si cualquier filme histórico con Peter O´ Toole en su elenco es garantía de excelencia, si sumamos a esa combinación a Katherine Hepburn y Anthony Hopkins se redondea el círculo. Además, esta película no puede ser más apta para estos días porque narra una Navidad, con disputa como no podía ser menos: el rey de Inglaterra Enrique II se dispone a celebrar las fiestas con su esposa Leonor de Aquitania, a la que tiene encerrada, y sus tres hijos para decidir cuál de ellos le sucederá en el trono, complots y amores de por medio.
La película se inspira en una obra teatral de James Goldman (que, por cierto, recibió un Óscar a su Guión Adaptado) y también supuso la primera aparición de Hopkins en el cine -cuantos no hubieran pagado por un comienzo así-. Junto a la trama y las interpretaciones, hay que fijarse en la banda sonora, firmada por John Barry.
Fargo, 1996
Seguro que la esperabais. Es una de nuestras favoritas de los Coen, y qué sería de Fargo sin la nieve en la que tan bien se desenvolvía Frances McDormand.
Una curiosidad: el invierno en que se rodó esta peli, filmada en Minnesota, fue más cálido de lo esperado y hubo que fabricar nieve artificial, e incluso que trasladarse a Dakota del Norte buscando copos. Aún así, Yah, you betcha.
Esta delicada película polaca sobre una novicia huérfana que sale del convento a la búsqueda de sus raíces acompañada por una tía bebedora y comunista no podía haber transcurrido en otra estación que no fuese el invierno. Por la dureza de su historia y las dificultades de rastrear su pasado y por su preciosa fotografía: la nieve incorpora poesía al ya lírico blanco y negro de esta obra que nos traslada a los sesenta. El guión poblado de silencios y un montaje cuidadísimo hacían el resto. Seguro que recordáis a Anna saliendo del convento con su maleta por un sendero de nieve, dirigiéndose hacia un mundo que le reserva dolores y placeres desconocidos.
Fuerza mayor, 2014
Los rigores del invierno helaban familias y relaciones en este filme sueco que llegó a angustiarnos hace un par de años y que aquí se tituló Fuerza mayor aunque su nombre original era Tourist. Y sí, la familia protagonista era turista en Los Alpes y se debatía en las trifulcas cotidianas hasta que un alud se les echaba encima poniendo a prueba la solidez de sus relaciones. La avalancha respeta el restaurante donde se encuentran, pero el padre priorizó salvarse a sí mismo a poner a resguardo a sus hijos y cuando el peligro pasa… nada pudo ser igual.
El núcleo de la historia, no obstante, no era la mera aventura, ni siquiera las relaciones familiares, sino el miedo, y nos provoca frío pensar qué hubiésemos hecho nosotros en esa situación. Algo había de Haneke en esta peli de Rubén Östlund muy bien trabada.
Winter Sleep, 2014
De Ceylan, director de la conmovedora Érase una vez en Anatolia, nos llegó también hace dos años este Sueño de invierno modesto en recursos (que no en tiempo: duraba más de tres horas) pero muy hondo en contenido. Al invierno y la nieve que rodean el hotel en el que trabajan la pareja protagonista y la hermana de él le corresponden sus páramos interiores, los de un matrimonio sumido en un pozo sin fondo y una mujer profundamente frustrada tras su divorcio. A todos los sacuden dilemas morales inmensos en su reducido espacio vital. Era una peli inolvidable.
La nieve sin fin del Polo Norte también tenía mucho que ver con el inhóspito paisaje interior de Josephine Peary (Juliette Binoche), la protagonista femenina de este filme de Isabel Coixet muy bello en su estética y en la relación de esta mujer con la inocente amante de su marido, la esquimal Allaka. Ambas dependen de la otra para sobrevivir cuando todo se les vuelve en contra. Sus paisajes eran tan terribles como inspiradores, la definición de lo sublime.