Páginas de Italia: diez libros para viajar

03/07/2025

El verano es, sin demasiadas discusiones, la peor época para tratar de disfrutar de muchas ciudades italianas, pero sí es, seguramente, la más propicia para leer.

Como destino adorado desde hace cerca de cinco siglos, meca nunca del todo descubierta por quienes emprendían el Grand Tour, son casi inagotables los textos de los viajeros enamorados de su esplendor monumental; más o menos descriptivos, más o menos emocionales. Proponemos sólo diez, de Goethe a Javier Reverte.

Viaje a Italia.
J. W. Goethe. Ediciones B, 2001.
Casi dos años dedicó el filósofo alemán a viajar por Italia, donde intentó no ser reconocido, y sus pensamientos los escribió en diferentes cartas a sus amistades que forman parte de este volumen. Sería descubierto en Roma, donde sus periplos recalaron en varias ocasiones y donde se empapó tanto de las ruinas clásicas como del contacto con sus contemporáneos; Venecia y Nápoles fueron, al margen de la capital, sus otros dos núcleos predilectos.

Publicado originalmente en 1816, éste es un clásico de los libros en la materia, aunque en su lectura no viene mal contar con ensayos complementarios que aporten contexto.

Tischbein. Goethe en la campiña romana, 1787
Tischbein. Goethe en la campiña romana, 1787

Paseos por Roma.
Stendhal. Alianza, 2015.
Se trata de otro diario de viaje, más exhaustivo, escrito algo más de una década después de la edición del de Goethe: entre 1828 y 1829. El autor de Rojo y negro recorrió la ciudad de arriba abajo y apenas dejó áreas por describir, dejándose abrumar por la belleza de lo que veía hasta caer en el síndrome al que puso nombre. Curiosamente adoró a Rafael, pero renegó de Bernini y a sus seguidores los llamó “secuaces”. Bastante menos le interesaron, eso sí, los romanos de su tiempo.

Velázquez. Vista del jardín de la Villa Medici en Roma, 1630. Museo Nacional del Prado
Velázquez. Vista del jardín de la Villa Medici en Roma, 1630. Museo Nacional del Prado

Viaje a Italia.
Hippolyte Taine. Confluencias, 2022.
Se trata de otro clásico entre clásicos que Taine, filósofo francés y teórico del naturalismo, escribió en 1866, y que durante muchas décadas fue tenido como breviario de cabecera por muchos enamorados de Italia (debió leerse también en buena medida dentro del país; hemos podido encontrarlo en las estanterías de la Galería Doria Pamphilj de Roma). Concebido como diario de viaje de sur a norte, de Nápoles a Lombardía, y atractivo en sus acercamientos al patrimonio artístico, nos sirve además para ponernos al día de los prejuicios y clichés en torno a Italia que mantenían los viajeros decimonónicos.

El viaje a Italia. Historia de una gran tradición cultural.
Attilio Brilli. Antonio Machado Libros, 2010.
No es posible entender la consolidación en siglos pasados de una identidad europea sin tener en cuenta los constantes viajes a Italia de intelectuales y artistas (diplomáticos y ganapanes) desde el Renacimiento, en la búsqueda de las luces filosóficas de los clásicos, del poder que emana de las ruinas y de fuentes de inspiración y riqueza.

Brilli, que también es autor de Cuando viajar era un arte. La novela del Grand Tour, es traductor, cree fervientemente en el viaje como aventura intelectual, como actividad humanista, y sabe conjugar -continúa activo a sus ochenta y nueve años- vastísimos conocimientos con un tono divertido cuando el contenido lo requiere.

Roma. Una historia cultural.
Robert Hugues. Crítica, 2011.
Robert Hugues era australiano, fue crítico de arte para la revista Time, y su acercamiento a la ciudad que no se acaba nunca es, por eso, ameno antes que académico, sin que ello implique falta ninguna de rigor. En algo menos de seiscientas páginas, y con imágenes oportunas, narra la historia de Roma desde su fundación hasta las últimas décadas, repasando sus periodos de esplendor y decadencia y las figuras de los artistas que han contribuido a forjar su identidad en mayor medida que sus gobernantes, de Miguel Ángel a De Chirico pasando por Caravaggio o Piranesi.

El país donde florece el limonero. La historia de Italia y sus cítricos.
Helena Atlee. Acantilado, 2017.
Helena Atlee es experta en jardines, internacionales pero especialmente italianos, y su interés por los cítricos, cultivado durante años, le llevó a dar forma a este libro, que pese a su vida relativamente breve se ha convertido ya en clásico. La cultura italiana se une aquí, con encanto y humor, a la horticultura: a los aromas, las texturas, los sabores y, desde luego, a la luz mediterránea que explica que florezcan estos frutos, que fueron objeto de codicia, guardaron relación estrecha con muchos viajes y llegaron a ser coleccionados por los Médici.

No os perdáis su epílogo, con información práctica y direcciones virtuales útiles para visitar algunos de los jardines históricos mencionados.

El tiempo de los lirios.
Vicente Valero. Periférica, 2024.
El título de este libro se corresponde con el nombre con el que algunos bautizaron el siglo XIII, un periodo que había de ser justo y manso, tras la renovación de la Iglesia derivada de las enseñanzas y el ejemplo de vida de san Francisco de Asís. Siguiendo la estela de este último santo (como antes replicó los pasos de escritores y poetas por la Provenza), Valero nos descubre la región de Umbría prestando atención tanto a sus pueblos de piedra y sus monumentos sobrios como a sus paisajes acogedores. Sus hilos van, en realidad, más allá, pues también pasan por este ensayo un buen número de escritores, filósofos y músicos europeos: del imprescindible Goethe a Hermann Hesse, de Montaigne a Chesterton.

Suite italiana.
Javier Reverte. Plaza & Janés, 2020.
Este nuevo recorrido italiano es para quienes busquen dejarse guiar por Venecia, Triste y Sicilia. Javier Reverte, con mucha experiencia en el terreno de los relatos de viajes, escribió aquí un texto a medio camino entre el diario y el ensayo en el que la protagonista es la luz del mar Mediterráneo. Eligió seguir los pasos de cuatro ilustres: Thomas Mann, James Joyce, Rainer Maria Rilke y Giuseppe Tomasi di Lampedusa.

Marca de agua.
Joseph Brodsky. Siruela, 2023.
El de Brodsky no es, ni mucho menos, un libro de viajes, sino uno de reflexiones: las que le suscita Venecia, ciudad que visitaba anualmente. Sus canales y su difícil supervivencia llevaron a este escritor ruso, que se hizo con el Nóbel en 1987, a meditar sobre los lazos estrechos entre el agua y la tierra, la vida y la muerte, a la luz de sus propias experiencias.

El agua, decía Brodsky respecto a Venecia, la golpea y la rompe en pedazos, aunque al final la recoja y la lleve consigo hasta depositarla, intacta, en el Adriático.

Cartas de Italia.
Josep Pla. Austral Editorial, 2011.
El estilo de Josep Pla, tan caustico como amante del detalle, protagoniza este libro breve tanto como las propias ciudades italianas; no se trata de textos sobre viajes, sino de bosquejos de impresiones en los que caben por igual los monumentos, la gastronomía y las mujeres; los mercados y los conventos.

James Anderson. Foro romano, hacia 1860. The George Eastman House
James Anderson. Foro romano, hacia 1860. The George Eastman House

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