La revolución silenciosa: juventud versus dictadura

02/08/2018

Lars Kraume. La revolución silenciosaHace un par de años llegó a nuestras carteleras El caso Fritz Bauer, el homenaje de Lars Kraume al fiscal encargado de lograr detener y enjuiciar a los responsables del Holocausto en la Alemania de los años cincuenta y sesenta, en la que aún campaba el silencio. Ahora este cineasta, que alcanzó primero el éxito en televisión, ha regresado a nuestros cines recuperando otro episodio de la historia de su país en aquellos años, esta vez solo tangencialmente relacionado con el nazismo y la II Guerra Mundial: en La revolución silenciosa recuerda la protesta, tímida pero valiente, de una clase de estudiantes adolescentes en la Alemania del Este que decidieron guardar en su instituto un minuto de silencio, en protesta por la sangrienta represión soviética de la rebelión húngara de 1956.

El episodio pudo quedarse en anécdota, pero como muchos de los chicos previeron desde un principio, fue mucho más allá: para todos ellos tuvo consecuencias graves al desembocar en una cacería estatal y cruel contra quienes idearon ese minuto de silencio, contra sus familias y contra quien les permitió escuchar la radio occidental que narraba lo que ocurría en Budapest. Kraume se ha basado, al plantear su trama, en la novela autobiográfica que publicaría uno de los chicos participantes, Dietrich Garstka, ya fallecido, y ha hecho hincapié tanto en los métodos totalitarios de obtención de información que se aplicó a estos chavales (revelarles secretos familiares que no conocían, amenazarlos con hacerlos públicos, mentirles sobre los testimonios de sus compañeros para enfrentarlos entre ellos) como en la delicada situación de sus familias, temerosas de reprimendas, y en el compañerismo, idealista y juvenil, que llevó a la mayoría de los alumnos a no chivarse del papel de unos y otros, a arriesgarse y, cuando fue necesario, a huir como precio de su búsqueda de libertad.

Aunque nos encontramos ante una historia coral en la que cada uno de los alumnos, e incluso de los profesores, desempeña un rol y encarna una actitud humana distinta ante la injusticia, la historia tiene como eje la amistad de dos jóvenes que acostumbran a escapar al Oeste de vez en cuando para sentirse libres, con la excusa de visitar la tumba del abuelo de uno de ellos. Es allí donde descubren inicialmente, en las noticias emitidas antes de una película en el cine, lo que está ocurriendo en Hungría. Un amor juvenil y la opción de delatar al otro para salvarse podrían acabar con su unión, pero finalmente esta sobrevive. El otro eje del drama es la desgarradora historia familiar del chaval fervientemente comunista que no quiere protestar y que, pese a su fe en el sistema, es castigado estúpidamente y con la mayor crueldad al conocer lo que no quería sobre su padre muerto en la guerra.

La ambientación es excepcional y la contención emocional la suficiente para no caer en lo melifluo. Son muchos los conflictos abiertos en esta historia que habla de libertad, amistad e idealismo (con ecos, a veces muy evidentes, a El club de los poetas muertos), y esas múltiples líneas se manejan con tino hasta su desenlace común. Pero el gran valor de La revolución silenciosa es su compromiso, su tratamiento de la culpa y de las relaciones amistosas y familiares y su revisión de un capítulo, anecdótico pero no menor, de un tiempo y un lugar que no facilitaban la respiración.

Lars Kraume. La revolución silenciosa

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