Diario de un ama de casa desquiciada

27/10/2015

Sue Kaufman. Diario de un ama de casa desquiciada-Tus cuadros ya han expresado gráficamente tu ira, Bettina. Ahora nuestro trabajo consiste en descubrir el origen de esa ira y enfrentarnos a ella, y eliminar así la necesidad de esos enrevesados subterfugios.

-Pero ¡yo no quiero eliminar esa necesidad! –chillé, en un último estallido de rebeldía o de los que ellos llaman “resistencia”-. ¡Yo quiero ser pintora!

Popkin me lanzó una mirada edificante.

-Pero eso es precisamente lo que no puedes ser. Has de ser lo que eres, ¿no crees?

Creía que sí. Y volví a tumbarme, el primer gran paso-simbólico, si se quiere- para ceder, para enfrentarme a lo que yo era y para, simplemente, aceptarlo. Supuso mucho trabajo y, en términos temporales, otro año y medio, pero al fin aprendí a aceptar el hecho de que yo era una joven lista pero bastante corriente, un tanto pasiva y tímida, provista de poderosos Impulsos Femeninos…Lo cual significa sencillamente que deseaba intensamente tener un marido y unos hijos y un hogar feliz.

Tina es un ama de casa sin habitación propia que escribe cada varios días sus andanzas cotidianas, todo menos aburridas, teniendo cuidado de que su marido no descubra que lo hace. Podría considerarlo una prueba de desequilibrio psicológico, como cualquiera de sus actos que vaya más allá de tener su casa limpia y ordenada, la comida preparada y su familia atendida. Leer novelas en lugar de periódicos o no prestar demasiada atención a su vestuario en sociedad son para esta mujer de solo treinta y seis años actos subversivos.

Diario de un ama de casa desquiciada, que Libros del Asteroide publicó en 2010 con traducción de Milena Busquets, fue escrito por la neoyorquina Sue Kaufman en 1967 y adaptado al cine tres años después. Para situarnos, Kaufman había nacido en 1926 y murió en el 77, así que perteneció a esa generación de mujeres que, o bien dejaron sus inquietudes e intereses personales y profesionales a un lado presionadas para formar familias al uso (no vamos a decir felices), o bien vieron cómo eran bichos raros por no hacerlo.

Tina es una mujer brillante escondida bajo el fulgor artificial de su marido, cuyo mayor objetivo vital es ganar dinero y enseñarlo, e introduce en su día a día pequeñas rebeldías que dejen espacio a su genio (leer, dar de comer a las palomas en un día de nieve, la propia escritura del diario) o que la liberen de la anodina relación que mantiene con su marido (la bebida, una infidelidad).

Por poner el dedo en la llaga en infinidad de situaciones cotidianas, por la enorme ironía con la que se describe al marido de la protagonista y al ambiente social en el que se mueve y por mostrar ese juego sucio que inducía a pensar a las mujeres con inquietudes intelectuales propias  que padecían problemas psicológicos, la novela adopta un punto de vista feminista; el desenlace no rompe los esquemas de la tradición pero contribuye a que la historia nos resulte más creíble sobre todo teniendo en cuenta la época en que se narró. Como en Nada de Laforet, no se lleva el atrevimiento hasta las últimas consecuencias, se da por suficiente que la osadía se cuele por los resquicios.

Kaufman mezcla humor y disección psicológica: la novela deja claro su enorme talento para la observación. Y también nos enseña otra lección: no hay vidas aburridas sino personas que lo son. A priori todos los días podrían ser iguales para esta ama de casa nada desquiciada, pero ella convierte cada uno de ellos en una aventura.

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