En los últimos años han sido bastantes las películas que han llegado a nuestros cines sobre la situación social de la mujer en países donde su discriminación es norma, a menudo a cargo de cineastas femeninas que, por haber nacido en esas regiones, saben bien de lo que hablan. Masaan, La estación de las mujeres, Fátima (que se refería a su adaptación a la cultura europea), Mustang o Nahid son todos ejemplos de este año.
La propuesta que hoy llega a cines, Bar-Bahar. Entre dos mundos, es la primera película de Maysaloun Hamoud y se diferencia del resto en que, salvo una de las tres protagonistas (la recatada Nour), el resto no se debate interiormente entre tradición y modernidad ni evoluciona desde posturas atávicas hasta otras más avanzadas, sino que parte desde el inicio de una posición de libertad voluntaria, conscientemente elegida, practicada y defendida. Por tanto, Hamoud se centra en mostrarnos las reacciones del entorno hacia esa independencia que es punto de partida para Salma (que es lesbiana y trabaja como DJ) y Laila (abogada, atractiva consciente de que lo es y amante de las fiestas y de alguna que otra costumbre insana) y que será punto de llegada para Nour, que la alcanza a su ritmo o al que los hechos le marcan.
El otro al que las tres tienen que hacer frente es, en la mayoría de los casos, el hombre: padres, parejas, amigos, compañeros de trabajo… a los que la directora palestina concede perfiles lo bastante distintos para no caer en el cliché, pero que comparten debilidad y prejuicios a la hora de hablar y relacionarse con las mujeres desde la igualdad.
No se nos puede olvidar que Nour, Laila y Salma son palestinas, a través de sus personalidades nos hablan de la diversidad femenina que (tópicos fuera) también es propia de sociedades tradicionales, y residen en Tel Aviv, donde conviven formas de vida absolutamente occidentales y otras atadas a normas religiosas estrictas que cercenan la libertad personal. La problemática de cada una de ellas es diferente, y el ritmo en el que se entremezclan las tramas individuales y la que atañe a las tres es fluido e impropio de una opera prima.
Ayudan mucho a esa fluidez la oportuna banda sonora y las puestas en escena, perfectamente moduladas a contextos y situaciones. Probablemente no se os olviden los rostros de cada una de las chicas en el plano final: miran en direcciones distintas, pero sus dificultades tienen una causa común.