Fichados

Virginia Rivas

Virginia RivasNOMBRE: Virginia

APELLIDOS: Rivas Jiménez

LUGAR DE NACIMIENTO: Madrid

FECHA DE NACIMIENTO: 1981

PROFESIÓN: Artista

 

 

Los asiduos a ferias muy probablemente hayáis tenido ocasión de disfrutar este mismo año del trabajo de nuestra última fichada: Virginia Rivas ha participado en JustLX Lisboa, en FAC, Feria de Arte Contemporáneo Efímera organizada por David Heras en Cobeña, y también en ART MADRID, donde presentó un solo show en el marco de la sección ONE PROJECT, comisariada por Nerea Ubieto. En masdearte la conocimos a comienzos de 2018, a raíz de su muestra “Soundscape” en el DA2 salmantino, en la que nos enseñó lienzos, cajas de luz y neones alusivos al ruido ambiente que forma parte de nuestro entorno y nuestra vida. Ofrecían al espectador múltiples lecturas y caminos: podíamos quedarnos en su superficie o dejarnos llevar por su abanico de evocaciones. Entre unas y otras piezas, encontrábamos palabras de sonoridad atractiva: Rivas las descontextualizó, haciéndolas autónomas, para crear con ellas formas nuevas de poesía a partir de una inmediatez y una cercanía con el visitante que nos recuerdan los caminos comunicativos que las tecnologías han introducido en nuestro día a día.

Virginia, que reside y trabaja en Hervás (Cáceres), se licenció en Bellas Artes en Salamanca, pasando por la Accademia di Belle Arti de Venecia con una beca Erasmus, y también obtuvo un Diploma en Estudios Avanzados en Historia del Arte por la Universidad de Extremadura en 2012. Además de sus individuales citadas en ART MADRID y en DA2, ha presentado otras en la Sala El Brocense (2018), en la Pinacoteca Eduardo Úrculo de Langreo, el Centro Cultural Anabel Segura de Alcobendas y la WIPO World Intellectual Property Organization de la ONU en Ginebra (por estos espacios itineró su “Sinestesia” en 2016-2017); la Galleria d’Arte La Loggia de Udine, el Palacio Barrantes de Trujillo y Las Claras de Plasencia o el Palacio Fonseca y el Espacio Joven del Ayuntamiento de Salamanca.

Sus colectivas le han llevado al MAC Florencio de la Fuente de Huete (Cuenca), la Asamblea de Extremadura, la Fundación Extremeña de la Cultura, el Museo de Bellas Artes de Badajoz, la Galleria Picenum italiana, el Pabellón de Mujeres Ilustres de Getafe o el Círculo de Bellas Artes, así como a París o a Lisboa. Y, además de en las ferias mencionadas, ha participado en ART CREMONA (2014), ART SANTA FE (2013) y ART JAÉN (2010).

Virginia Rivas. "Soundscape" en Domus Artium, 2018
Virginia Rivas. Vista de “Soundscape” en Domus Artium, 2018
Virginia Rivas. Paleta de colores II. ART MADRID 2019
Virginia Rivas. Paleta de colores II. ART MADRID 2019

Para cerrar currículum, os contaremos que en 2018 fue premiada en la convocatoria Galerías VI. Proyectos de Intervención Artística de La Cárcel de Segovia y que dos años antes recibió el Premio-adquisición en el 9º Certamen de Pintura Ciudad de Badajoz y el 1º Premio del XVI Certamen de Pintura de la UNED de Plasencia. Con anterioridad habían llegado su primer premio del Certamen de Pintura Jóvenes Artistas de Cáceres (2012) y el segundo en el IV Certamen Internacional de Pintura Juan José Narbón (2010). En relación con el diseño gráfico, ha sido reconocida con el primer galardón en el Certamen Jóvenes Artistas de Cáceres 2017 y en el Premio de Diseño del Certamen CREA’11 de la Universidad de Extremadura. Además, recibió las becas Ayuda a Artistas Visuales y Ayuda a Artistas Plásticos “Francisco de Zurbarán” de la Junta extremeña y la Beca para la Creación Joven de su Gabinete de Iniciativa Joven.

Rivas se suma esta semana a Fichados porque nos atrapan las tonalidades suaves y bien conjugadas de sus lienzos, una paleta que ya hace su producción bien identificable, pero también porque queremos saber más de sus reflexiones sobre las posibilidades de plasmación gráfica del sonido y también de sus caminos para llamar nuestra atención sobre la belleza de lo cotidiano y sobre las actuales relaciones entre individuos y sociedad desprendiéndose de la figuración, que no de la palabra.

Siguiendo el esquema que ya conocéis, le hemos preguntado por sus inicios. No puede poner fecha concreta al comienzo de su interés por el arte, pero sí nos explica que considera que su trabajo ganó entidad hace, más o menos, doce años. Y que Roma, ARCO y la influencia familiar tienen mucho que ver con que lo eligiera como profesión: Poner una fecha exacta me resulta complicado. Es algo que siempre ha estado latente a cada paso que daba hacia la madurez personal y profesional. Mi vida y mi carrera siempre han ido entrelazadas de una forma muy natural, casi inconsciente al principio, pero que iba tomando solidez según iba creciendo: dónde vivir, qué ciudades visitar, qué leer, etc. Hasta que percibes que todo va en la misma dirección.

Hice primero de Humanidades en el Instituto y nada más comenzar supe que quería cambiar y estudiar Bellas Artes. Al año siguiente ingresé en la Escuela de Arte de Salamanca y desde entonces no ha habido otro camino que no fuera este. Echando la vista a atrás, soy consciente de que desde muy pequeña he estado rodeada de cultura. Veía a mi padre pintar casi a diario, mi madre es una lectora empedernida y ambos grandes amantes del arte, mi tío siempre ha estado vinculado a la música y mi hermano a la fotografía y el cine. Y mi 12º cumpleaños lo celebré en Marruecos, un país lleno de color y de contrastes. Vivencias que a día de hoy toman un valor indiscutible. Sin embargo, creo que el detonante fue un viaje a Roma en el 98. Tenía 17 años y me enamoré de aquella ciudad. Y al año siguiente asistí por primera vez a ARCO, momento en el que sentí una absoluta atracción por el arte contemporáneo y supe que estaba en el lugar correcto. Posteriormente, hice la Licenciatura en Bellas Artes (especialidad pintura) y obtuve el DEA. Diploma de Estudios Avanzados en Historia del Arte (especialidad videoarte), siempre alternando con la formación que estaba a mi alcance: charlas, cursos, jornadas, etc.

Otro detonante fue el curso que realicé en la Accademia di Belle Arte de Venecia gracias a la beca Erasmus, que además coincidió con La Biennale. Fue un época fundamental, un aprendizaje constante no solo como estudiante sino como persona. Convivía con el arte a diario y eso hizo que mi cabeza empezará a experimentar una nueva forma de mirar, de pensar.

Mi primera exposición fue en 2005, pero hasta la muestra que realicé en el Palacio Fonseca en 2007 no tuve la capacidad de armar un discurso coherente. No obstante, seguía sin estar convencida con la resolución formal de las obras en su conjunto. Dos años después presenté Las Entrañas del pez, un trabajo en el que me desvinculaba por completo con el discurso pictórico anterior situando la mancha por encima de la forma. En algún momento de este periodo comencé a sentirme artista.

Virginia Rivas en su estudio en Hervás, 2015. Fotografía: Rodrigo Rivas
Virginia Rivas en su estudio en Hervás, 2015. Fotografía: Rodrigo Rivas
Virginia Rivas. Paleta de color en la muestra "Soundscape", en Domus Artium, 2018.
Virginia Rivas. Paleta de color. “Soundscape”. Domus Artium, 2018

Como avanzábamos antes, le interesan nuestros modos de relacionarnos con el entorno social, pero también con el espacio y las obras cuando somos espectadores, de ahí que no solamos encontrar únicamente pinturas en sus exposiciones. En ellas y en las disciplinas a las que paulatinamente ha ido abriendo su práctica creativa, eso sí, el protagonista es a menudo el color. En cuanto a sus procesos de trabajo, da cabida tanto a la investigación como a la espontaneidad: En mi obra existe siempre un primer impulso por indagar en el nexo individuo-sociedad. Me interesa el comportamiento humano, la relación con el otro y su entorno, algo que alude a mi parte más reflexiva e introspectiva. Y en paralelo, hay una constante en la que profundizo de un modo más visceral: el color en la pintura. Un tema que a día de hoy está tomando protagonismo y extendiéndose al resto de disciplinas con las que trabajo.

Al comienzo de un proyecto necesito indagar, dedicar un tiempo a la lectura y adquisición de datos que aporten solidez a la construcción de la idea. Sin embargo, este proceso coexiste con un interés por lo intuitivo, lo experimental, por lo que no tengo la necesidad de apoyarme directamente en esos datos para desarrollar la base discursiva. Busco el equilibrio entre la documentación hallada y mi percepción sobre el asunto.

El espacio y el espectador juegan también un papel fundamental. El diálogo, la interrelación, la situación que se da al disponer la obra fuera del lugar en que ha sido concebida para dar pie a un nuevo encuentro. Me intriga el discurso que construye la persona que se enfrenta a ella, la lectura previa a hallar significados. De ahí el carácter instalativo de mi trabajo y mi interés por la interacción del público hasta en las piezas que muestran una resolución formal clásica. La comunicación entre obra-espectador-espacio es algo indisoluble y muy meditado en cada una de mis exposiciones, que conecta de nuevo con la relación individuo-entorno. Me interesa lo sutil, lo atmosférico y el juego de percepciones en torno a la composición tanto en la sala como en la pieza.

Podemos decir, por tanto, que en sus trabajos convive la indagación en lo íntimo y en lo colectivo; gesto, abstracción, luz, color, palabras… se ponen al servicio de la profundización en nuestras conductas ante los demás y ante el arte.

Como ya habréis notado, la pintura es su punto de partida, pero su interés por la naturaleza de las imágenes y por nuestros vínculos con ellas, y con los espacios expositivos, le ha llevado a acercarse también a la fotografía, el vídeo y la instalación. Y desde luego a la palabra, atendiendo a una doble vertiente: La constante –como comentaba– es la pintura, en la que abismo y satisfacción conviven con frecuencia. Intento hallar el equilibrio entre la delicadeza del gesto y la expresividad de la mancha. Me emociona la infinita horquilla de posibilidades que me ofrece el color. Y no hay nada que me impida utilizar la palabra como elemento compositivo además de como medio comunicador.

Estar frente al lienzo saca mi lado más visceral, entro en éxtasis, pero al mismo tiempo pone de manifiesto mi lado reflexivo, que convierte el acto de pintar en una continua toma de decisiones, en busca de la resolución formal que defina el camino correcto. Por ello me detengo, observo, me alejo, evalúo y regreso constantemente a la obra, acciones que se complementan con el buen ritmo que tengo produciendo y que se parece mucho a como soy en otros ámbitos de mi vida diaria. La elección de la técnica no fue meditada, más bien un instinto que me acompaña desde siempre.

Pero mi atracción por lo visual y las nuevas tecnologías me llevan siempre a trabajar con otros formatos. Entre ellos son comunes la instalación, las cajas de luz, el vídeo, el neón y la fotografía en sus diversas formas (polaroid, diapositiva, etc.). Al igual que la presencia del texto, a veces tan fragmentado que es difícil hallar una narrativa que para mí está muy clara, pero no tiene por qué estarlo para el espectador.

Intento hallar el equilibrio entre la delicadeza del gesto y la expresividad de la mancha. Me emociona la infinita horquilla de posibilidades que me ofrece el color. Y no hay nada que me impida utilizar la palabra como elemento compositivo además de como medio comunicador.

Virginia Rivas. "Soundscape" en Domus Artium, 2018
Virginia Rivas. “Soundscape”. Domus Artium, 2018
Virginia Rivas. Sin título. "Soundscape" en Domus Artium, 2018
Virginia Rivas. Sin título. “Soundscape”. Domus Artium, 2018
Virginia Rivas. Velouria, 2017
Virginia Rivas. Velouria, 2017

Entre sus influencias cita Rivas a figuras del expresionismo abstracto o a autores conceptuales. Ha prestado especial atención a la trayectoria de mujeres artistas, en el pasado y hoy, pero como ocurre en los casos de muchos de quienes han pasado por esta sección, a veces el instante decisivo es una gran fuente de inspiración: Cy Twombly es uno de los artistas que más me ha influido en esta última década. Al igual que los campos de color de Rothko y sus escritos, y el trazo de Franz Kline. La pintura de Helen Frankenthaler, Lee Krasner y Joan Mitchell siguen muy presentes, artistas que me hubiera gustado descubrir en los primeros años de estudiante, en los que me encontraba perdida, buscando pintoras con las que identificarme y de las que sí tenía conocimiento del trabajo de sus maridos o compañeros. Actualmente, estas carencias se están corrigiendo afortunadamente con los proyectos de María Gimeno, Diana Larrea y Concha Mayordomo, entre otras.

Hannah Höch, Nan Goldin, Pipilotti Rist, Francesca Woodman, Helena Almeida… fueron fundamentales en mi lectura de lo visual. Las cajas de luz e intervenciones de Alfredo Jaar me aportaron una interesante perspectiva de cómo abordar el espacio. Y la obra escrita de John Berger y Kandinsky en mis inicios, las voces de Carmen Herrera y Louise Bourgeois en mi madurez y la presencia de John Cage y Joseph Kosuth en todo lo relacionado con mi último proyecto (del que luego nos hablará). La lista es extensa y depende del trabajo en el que esté inmersa, pero, a grandes rasgos, este elenco podría componer el comienzo de un mapa que aborda mis influencias. Sin embargo, a veces una sola persona, un instante o una sensación conforman la experiencia que predomina por encima de todo lo citado.

A la hora de citar los principales proyectos en los que ha trabajado hasta ahora, nos gusta que Rivas comience precisamente por el más reciente, en el que ahora está inmersa y que podríamos conocer el año que viene. Su eje será de nuevo el color, pero lo desarrollará con medios que hasta el momento no había empleado: Acabo de empezar a desarrollar un proyecto centrado solo en el color que espero vea la luz a mediados de 2020, en el que voy a introducir dos nuevos materiales que por su carácter traslúcido van a dar mucho juego: metacrilatos y cortinas de hilos. Estoy abordando las primeras piezas pictóricas, diferentes paletas de colores, recabando información y experimentando con esos materiales a ver a donde me llevan. Era un tema que pedía autonomía desde hacía tiempo y al fin se la voy a otorgar.

Virginia Rivas. Sin título, 2018. "Mapa sonoro", Sala de Arte El Brocense, Cáceres
Virginia Rivas. Sin título, 2018. “Mapa sonoro”, Sala de Arte El Brocense, Cáceres
Virginia Rivas. Percibir & Sentir, 2018. "Mapa sonoro", Sala de Arte El Brocense
Virginia Rivas. Percibir y Sentir, 2018. “Mapa sonoro”, Sala de Arte El Brocense
Virginia Rivas. In Mind, 2018. "Mapa sonoro", Sala de Arte El Brocense
Virginia Rivas. In Mind, 2018. “Mapa sonoro”, Sala de Arte El Brocense

Se refiere también a Mapa Sonoro, la citada propuesta que el año pasado llevó a la Sala El Brocense cacereña, comisariada por Julio C. Vázquez Ortiz y becada con la Ayuda a Artistas Visuales de la Junta de Extremadura, concluyendo así un proceso de investigación en el que he estado sumida dos años. Proponía repensar nuestra vida en medio del exceso de ruido y los efectos de esa estimulación acústica y lo hacía partiendo de la pintura y poniendo a su servicio fotografías analógicas; también pudimos contemplarlo en ART MADRID.

Virginia ya había profundizado en lo sonoro en propuestas anteriores como Sinestesia, en la que nos ofrecía representaciones visuales y emotivas de la música que le acompañaba en su trabajo, y lo hizo también en “Soundscape” en Salamanca, aludiendo a esos ruidos de fondo que componen nuestro mapa sonoro constante aunque no seamos conscientes y que ella convirtió en paisajes. Decía el comisario Vázquez Ortiz sobre la muestra cacereña que aunaba ambas concepciones del oído visual, pero que progresaba hacia escenarios de clara aspiración conceptual y se refería a su trabajo con procedimientos propios del mapeo, dando como resultado la traslación visual del sonido.

En torno al ya varias veces citado Soundscape, nos cuenta Rivas que ha sido uno de los trabajos más importantes de su carrera. Ya hemos hablado de este proyecto al principio, pero diremos también lo que algunos habréis pensado: no solo nos proponía meditar sobre el ruido que hemos hecho nuestro y cotidiano, sino sobre el silencio que impide y la fatiga (sonora) que genera.

En el origen, lo decíamos, estaba Sinestesía (2015-2017): Ha sido la clave de todo ello. Aquí me centraba en percibir armonías y ritmos musicales para concebir la obra a modo de poema visual, proceso que me llevó a prestar atención a los sonidos circundantes, a los ruidos y silencios que componen mi mundo sonoro junto con los estudios de Murray Schafer, que aportaron claridad al desarrollo. Sinestesia me ha regalado muchas cosas, como el premio Art Nalon y la muestra en el Anabel Segura del Centro de Arte Alcobendas, que supuso un antes y un después. Desde entonces han pasado cosas muy bonitas.

Decía ese compositor canadiense, y lo recogía Adonay Bermúdez en un texto para “Soundscape”, que todo cuanto se mueve en nuestro mundo hace vibrar el aire. Si se mueve de tal manera que oscila más de aproximadamente 16 veces por segundo este movimiento se oye como sonido. El mundo, entonces, está lleno de sonidos. Escuchen. Desprejuiciadamente atentos a cualquier cosa que esté vibrando, escuchen. Permanezcan sentados silenciosamente por un momento y perciban. Quizá ese sea uno de los mejores estados para acercarse a las muestras de Rivas.

Virginia Rivas. Sinestesia. Centro Cultural Anabel Segura, Alcobendas, 2017
Virginia Rivas. “Sinestesia”. Centro Cultural Anabel Segura, Alcobendas, 2017
Virginia Rivas. Clásicos. "Sinestesia" en el Centro Cultural Anabel Segura, Alcobendas, 2017
Virginia Rivas. Clásicos. “Sinestesia” en el Centro Cultural Anabel Segura, Alcobendas, 2017
Virginia Rivas. Ruido. "Sinestesia" en el Centro Cultural Anabel Segura, Alcobendas
Virginia Rivas. Ruido. “Sinestesia” en el Centro Cultural Anabel Segura, Alcobendas, 2017

La artista cierra el recorrido por sus trabajos más destacados con Nada grave (2012): Partió de igual modo que Las entrañas del pez (2010), pero con un tema muy distinto: las fobias sociales en el contexto contemporáneo. Aquí trabajé con el poemario póstumo de nombre homónimo de Ángel González, un proyecto que me ayudó a exorcizar mis propios miedos en una etapa difícil de mi vida.

Se refería la artista, en este trabajo, a esas circunstancias aparentemente banales que acaban dejando en nosotros su huella, consolidando filias y fobias, ritos y sentimientos, que ella eligió abordar desde el pequeño formato y esquivando la presencia directa de figuras humanas: se centró en objetos que fueron pertenencias, en espacios donde se vivió.

Como habéis notado, unas y otras obras se relacionan entre sí, forman parte del enriquecimiento constante de los intereses y las técnicas de la autora, que también lo subraya: Desde el comienzo, en cada uno de estos proyectos ha habido un detonante que me ha llevado al siguiente. Las ideas se han ido enlazando y en todos hay un poco del anterior.

Estaremos atentos a lo próximo: Ahora mismo no tengo ninguna individual programada de forma voluntaria. Han sido cuatro años de una intensidad abrumadora y, aunque trabajo bien sobre presión, me excita incluso, necesitaba tomarme un unos meses de reflexión, de producir sin fecha de entrega. Creo que es un momento de transición al que tengo que otorgarle espacio y sobre todo tiempo. Pero sí hay colectivas y ferias a la vista con mi galería DDR Art Gallery de las que aún no puedo decir mucho, pero que me emocionan bastante.

Podemos seguir sus pasos aquí: www.virginiarivas.es y también en Instagram.

Virginia Rivas. Heaven can wait, 2018
Virginia Rivas. Heaven can wait, 2018

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