En la #salaON, ya sabéis, venimos subrayando inquietudes, temáticas o formales, frecuentes entre nuestros jóvenes artistas tomando como punto de partida la obra y los testimonios de los más de dos centenares de autores que forman parte de nuestra sección Fichados. Nos hemos referido ya a creadores que tienen en común su interés por la música, a aquellos que han prestado atención a la esfera cotidiana, sus enigmas y bellezas; a artistas que han explorado las posibilidades expresivas del cuerpo y a dibujantes que han abierto nuevos caminos al trabajo en papel.
En este quinto capítulo exploraremos los rumbos que ha tomado la escultura en los últimos años. En su acepción purista, no es una disciplina mayoritaria entre las nuevas generaciones de creadores, pero sí pervive estrechamente emparentada con la instalación y con el objeto, engarce fundamental, como sabemos ya desde las vanguardias, entre arte y vida cotidiana. Hoy nos referiremos a la producción de David Martínez Suárez, Joaquín Jara, Christian Lagata, Raúl Díaz Reyes, Aitor González, David Magán, Christian García Bello, Usoa Fullaondo, Aida Bañuelos García-Castellano y Jorge Palacios.
El asturiano David Martínez Suárez trabaja a partir de lo cotidiano, lo científico y de sus intersecciones y es autor de piezas de índole heterogénea que se relacionan unas con otras dando lugar a una narrativa en expansión. Incorpora referencias al cuerpo humano, la tecnología, las relaciones sociales o las problemáticas de los espacios industriales hoy, pero no aborda esos asuntos como temas a desarrollar, sino como conceptos que le ayudan a vertebrar ideas, pues sus procesos creativos están abiertos a lo inesperado y a los significados concretos que cada obra pueda generar aisladamente.
Joaquín Jara, por su parte, desarrolla intervenciones que aúnan escultura, instalación y arte público y que se relacionan estrechamente con la naturaleza y el medio rural. Sus piezas son efímeras desde su concepción: el paso del tiempo y de las estaciones, la erosión o el comportamiento de humanos y animales dejan huella, y esa circunstancia enlaza intencionadamente su creación con la misma vida. Nos contaba Jara que estas construcciones son ejecutadas mediante acciones con carácter de ritual simbólico donde la proporción humana y la materia sirven como receptáculo y referencia para empatizar con el entorno que habitan. Las obras están planteadas desde una doble perspectiva ecológica-patrimonial con especial énfasis en la noción de sostenibilidad.
El jerezano Christian Lagata lleva a cabo instalaciones realizadas con objetos encontrados y materiales industriales, o de construcción, que sumen al espectador en ambientes que le proponen experiencias sensoriales y también le invitan a reflexionar sobre el rumbo de las ciudades y nuestra relación con el entorno; sobre el peso de lo artificial y lo mediatizado de nuestros vínculos con los espacios. Los proyectos de Díaz Reyes, por su parte, proponen relatos y contienen referencias musicales, literarias, cinematográficas, al cómic underground… y nostalgias que él exorciza desde el humor. Sus esculturas suelen ser objetos híbridos difícilmente clasificables donde tienen cabida la memoria y lo fantástico e investigaciones sobre los nexos entre plástica y arquitectura.
Aitor González se inició en el campo de la escultura para irse acercando a la instalación, e indaga en los procesos por los que los objetos de consumo que pueden trascender su contexto original para adentrarse en terrenos conceptuales, y David Magán es, por ahora, el único de nuestros fichados que trabaja con vidrio, medio del que se sirve por sus posibilidades a la hora de crear capas de color que se unen en el espacio, a través de la luz, generando una serie de fusiones cromáticas que transforman la obra a medida que la observas desde sus distintos puntos de vista.
García Bello es autor de dibujos, instalaciones y esculturas expresivas y austeras en las que explora los vínculos entre individuo y paisaje, cuerpo y entorno, a partir de juegos con percepciones y escalas. Entiende este artista gallego que dichos paisajes solo existen cuando los miramos, ya que, sin la participación de nuestro ojo, solo podríamos hablar de parajes.
Usoa Fullaondo, en sus objetos e instalaciones, analiza el rol que puede desempeñar en los procesos creativos el azar, como generador de tensión y de incógnitas y como complemento necesario del conocimiento que podemos relacionar con el juego, cuyo vínculo con el arte considera fundamental, y Aida Bañuelos, basándose en el ensayo La estética de los objetos de Ernesto L. Francalanci, idea esculturas, fotografías y videos en los que, desde el humor, reflexiona sobre nuestro materialismo. Por último, Jorge Palacios, escultor ya en sentido canónico, ha utilizado la madera para desarrollar un lenguaje personal vinculado a la abstracción geométrica y al arte concreto.
CHRISTIAN LAGATA
