NOMBRE: Rubén
APELLIDOS: Rodrigo Silguero
LUGAR DE NACIMIENTO: Salamanca
FECHA DE NACIMIENTO: 1980
PROFESIÓN: Artista
Aún tenemos tiempo para acercarnos, hasta el próximo 31 de marzo en el Domus Artium de Salamanca, a la muestra más reciente de nuestro último fichado, Rubén Rodrigo: se llama “La luz y la furia”, a ella corresponden todas las imágenes que veis en este artículo y consta de pinturas que no desvían nuestra atención hacia nada que no sea el poder evocador del color que da título a las obras. Predominan entre ellas los grandes formatos, en los que este artista despliega masas de óleo que reabsorben telas imprimadas previamente con un tono, generando así sutiles juegos perceptivos a partir de capas, veladuras y yuxtaposiciones; declinaciones de colores, solo puros en apariencia y desde lejos, con ciertas resonancias biológicas por ese poder de la mezcla.
Rodrigo estudió Bellas Artes en la Universidad de Salamanca, reside en Madrid desde 2004 y, a partir de ese año, ha presentado también muestras individuales en espacios como Castellana 22, La Fábrica, Espacio Valverde, los centros Ibercaja de Logroño, Ávila y Zaragoza, la Hospedería de Fonseca y la Rayapunto Gallery de Salamanca, el Campus Viriato de Zamora o el Centro Caleidoscopio de Móstoles.
Sus colectivas le han llevado al Círculo de Bellas Artes o la Galería Fernando Pradilla y también ha participado en citas como MARTE, donde obtuvo su Premio Adquisición (2018), Otra Puta Bienal Más, ESTAMPA, Hybrid Festival y Artbanchel (2017), la segunda edición de la Feria de Arte en mi Casa de David Heras o ROOM ART FAIR (2016).
Hace dos años, Rubén recibió la Beca de Artes Plásticas Propuestas VEGAP y, una década antes, una de las becas de la Fundación Antonio Gala para jóvenes creadores.
Hechas, como siempre, las presentaciones, preguntamos a Rubén por sus inicios en la pintura. Nos ha explicado que no tuvo dudas y que, en un principio, la juventud le ayudó en esa seguridad: Yo me formé en la Facultad de Bellas Artes de Salamanca y lo tuve meridianamente claro desde el principio. Empecé más o menos como empezamos todos, con algún premio, alguna beca y las primeras exposiciones casi antes de terminar la carrera. Con la ingenuidad y el desparpajo con el que te mueves a esa edad antes de salir al mundo real y ver que la actividad profesional es bastante más compleja de lo que parecía.
“La luz y la furia”, su actual exposición en el DA2, da fe de los intereses fundamentales que Rodrigo viene desplegando: las esencias de la pintura, la energía que suscita tanto la luz como la falta de ella, las sugerencias que caben en el color. Luz y tonos, en su trabajo, se conjugan de forma grácil, generando una levedad, solo estética, que logra hacer compatible con esos considerables formatos; no veremos representaciones ni conceptualización, narrativas ni sesgos autorreferenciales, sino superficies en las que son fundamentales los matices: Mi trabajo siempre ha estado relacionado con lo sublime. Mi obra es eminentemente pictórica y me interesa todo lo relacionado con la pintura como medio y su tradición histórica. Actualmente estoy investigando el color y su energía, la dicotomía entre su fisicidad y la tradición cultural que lo acompaña.
Un breve recordatorio: ese concepto de lo sublime fue objeto de extenso debate artístico en el siglo XIX y probó entonces, seguramente junto a la noción de lo pintoresco, que la belleza entendida en su sentido clásico entraba en una etapa de desestabilización. De lo sublime se habló por primera vez en un tratado anónimo de la época helenística, pero en latín el término se tradujo como “lo que está más allá del límite”: en la Antigüedad, lo limitado era medible y lo que no se podía controlar era contrario a la belleza. El tratado griego al que nos referíamos, Sobre lo sublime, se editó en el Renacimiento y en el siglo XVIII y llevó a Burke a asimilar que podía haber placer en el orden y placer en el desorden y, más allá, que este último era superior. En el fondo, lo que esta idea nos enseñaba es que lo agradable por evidente producía emociones débiles, y lo incierto, sensaciones más hondas. Sublimes son la noche, las naturalezas de Friedrich o la mirada de Ruskin, que decía que la imperfección es el signo de la vida y desterrarla es destruir la expresión. Este estudioso del arte medieval también decía, y regresamos por fin a la pintura de Rubén, que todo lo que podemos ver en el mundo que nos rodea se presenta ante nuestros ojos solo como una disposición de manchas de colores distintos de tonalidad variable.
Sus lienzos parecen consumidos por ese color, que lo cuenta todo sobre sí mismo y sobre los tintes que lo generan. Sin artificios, estos fluyen por las superficies solapándose. Nada hay más que ellos y en ellos se encuentra todo: sus manchas atrapan al espectador por su vibración y sus dimensiones y sugieren incertidumbres en quien observa por la fuerza de su simplicidad, la luz que ofrecen y la que ocultan. Se bastan para incorporar tensiones e impulsos vitales o apelar a lo espiritual.
Y a veces se relacionan entre ellos: En cuanto a lo formal, me sirvo de dípticos y trípticos de grandes dimensiones que cubro con manchas muy amplias de color, prácticamente monócromas. Busco la relación que se establece entre las diferentes piezas, sus intersecciones, su transparencia y gravedad. Trabajo con colores muy líquidos, casi como una acuarela, y prácticamente no uso herramientas sino que dejo que el color se expanda en horizontal sobre la tela buscando esa atmósfera y profundidad que necesito. Es importante para mi la ausencia de gesto pictórico, al menos muy manifiestamente.
El artista ha de desplazarse en torno a los lienzos para dar lugar a esa expansión, pero se trata de una acción técnica y no expresiva, de modo que hay algo de biológico u orgánico en ese avance de los colores y en su mezcla, natural.
Bajo esas manchas subyacen asuntos que la pintura ha planteado siempre, y que continuará planteando porque siempre habrá enigmas y lecturas donde haya pigmento vivo en una tela en blanco, convirtiéndose en sedimento. Podemos vislumbrar esos dilemas desde lejos, pero es en la cercanía donde mejor entenderemos cómo se produce la intersección de tonos, la delicadeza y la fuerza de su unión. Una iluminación más o menos marcada puede subrayar o no esas percepciones; cada pieza demanda una luz y un espacio de mayor o menor intimidad, como se aprecia en el montaje de “La luz y la furia” en Salamanca.
Le hemos preguntado a Rodrigo por sus referencias: Me interesan muchísimos artistas y muy variados. Morandi y Rothko siempre han ejercido un magnetismo sutil y silencioso. Me fascinan Vermeer y Caspar David Friedrich. Matisse y Bonnard me desbordan… El arte oriental también me ha influido mucho. La importancia que le dan al ambiente, las sombras y las elipsis, la contención.
Hemos hablado ya de “La luz y la feria”, el proyecto que Rubén considera más importante entre los que ha realizado hasta ahora: Recoge el trabajo de los últimos dos años y medio (…) Es un proyecto para las cuatro salas de arriba del DA2 en el que planteamos un recorrido a través de la luz y del color. Desde lo más sutil e intimista hasta una explosión en forma de collage que ocupa toda una pared de suelo a techo. Estoy muy contento con el resultado de la expo, que es muy impactante, y con la acogida que está teniendo. Es muy gratificante ver que cuando se cuenta con recursos se puedan llevar a cabo proyectos potentes.
El comisario de la muestra, Carlos Trigueros Mori, nos sugiere cómo plantear la visita, subrayando que no podremos evitar llevar los colores a nuestro terreno: El recorrido por la exposición se construye como una mirada exploradora a través de la cual se van acumulando experiencias. Los posibles sentidos de lo pictórico son de naturaleza cultural (a partir de las experiencias de cada uno), significados que pueden cambiar con el tiempo y las circunstancias, enriqueciéndose con el encuentro de distintas miradas. Un mismo color puede expresar múltiples cuestiones y hasta opuestas, incluso el contexto puede variar significativamente el sentido y sus significados posibles. Este es un proceso de relaciones entre masas de color mezclando lo percibido con las ideas por venir —que no imágenes— de condensaciones y desbordamientos del pensamiento.
Para saber más y seguir los próximos pasos de Rubén, tenemos que pasar por aquí: http://rubenrodrigo.com/