El rebobinador

Rayos y cianotipias: de fotografía y ciencia antes de Muybridge

No es en absoluto atrevido decir que la fotografía es hija de la ciencia: los pioneros de la imagen tenían bagaje científico, basta recordar a William Henry Fox Talbot, aficionado a la botánica que realizaba dibujos fotogénicos de especies de plantas, o el hecho de que sir John Herschel, prestigioso astrónomo, acuñase el mismo término de fotografía. Fueron, justamente, las complejidades técnicas de esta disciplina en sus inicios las que impidieron que aficionados diversos se dedicaran a ella con éxito y los pioneros los que trabajaron, sin cesar, en el perfeccionamiento de esos procesos: los fotógrafos que poseían formación o conocimientos científicos experimentaron a fondo para que sus obras contaran con durabilidad y nitidez.

Frederick Gutekunst. A Report on the Origin and Therapeutic Properties of Cundurango
Frederick Gutekunst. A Report on the Origin and Therapeutic Properties of Cundurango

La creencia en que la fotografía podía ser transcripción precisa de la naturaleza la convirtió en mucho más que una herramienta al servicio de la ciencia: por su veracidad, adquirió categoría de prueba científica.

Frederick Gutekunst era un fotógrafo de Filadelfia que se convirtió en una eminencia de la reproducción fotomecánica. En la segunda mitad del XIX dirigió una empresa que vendía retratos de estadounidenses célebres, una suerte de precedente de los bancos fotográficos. Asimismo, fotografió especies botánicas para textos médicos: uno de los más llamativos hablaba del condurango, una planta con propiedades terapéuticas, e incluye una imagen de hojas y flores que parece más bien un fotograma por su presentación directa de las formas básicas de la planta.

La botánica británica Anna Atkins, por su parte, supo de la invención de la fotografía carteándose con Fox Talbot y se sirvió de ella para capturar imágenes de especímenes para el libro científico de referencia British Algae, uno de los primeros ilustrados a partir de imágenes. El manuscrito y las ilustraciones se crearon con la técnica del fotograma sin cámara y el procedimiento del calotipo y Atkins imprimió y publicó la primera parte de la obra en 1843, sentando las bases de la fotografía como método de precisión para ilustrar información científica.

El americano Henry Troth, entretanto, se especializó en paisajes y estudios botánicos. A principios del siglo XIX mostraba su obra en todo el mundo y Stieglitz y Holland Day la expondrían después; además, sus obras ilustraron libros de poesía y ensayo sobre el mundo natural, así como el Estudio fitogeográfico de América del Norte y estudios sobre flores de la Academia de Ciencias Naturales. Retrató el helecho hembra arrancado, una especie frondosa ornamental de gran tamaño, como si estuviera suspendido en el espacio y en Flores del árbol de las tulipas, dinámico arreglo que mezcla flores delicadas y hojas espinosas, ejemplificó la capacidad de la fotografía para capturar información y transmitir belleza a un tiempo.

Anna Atkins. Photographs of British Algae: Cyanotype Impressions
Anna Atkins. Photographs of British Algae: Cyanotype Impressions

Otro nombre a retener es el de James Deane, de Greenfield, que realizó dibujos y fotografías de huellas fosilizadas en la arenisca estratificada de la cantera de Turner´s Falls. Hubo quien miró en dirección contraria, hacia el cielo: Lewis Morris Rutherford era abogado, pero abandonó su profesión por la astrofísica y la astronomía en 1849. Se dio a conocer por sus imágenes de la luna, sobre todo estereografías, que varios editores quisieron vender y uno de sus hallazgos fue un micrómetro para calcular la medida de las fotografías astronómicas. Además, en 1858 fue nombrado vicepresidente fundador de la Sociedad Fotográfica de Estados Unidos, entidad de perfil científico para aficionados.

Lewis Morris Rutherford. La Luna, 4 de marzo de 1865
Lewis Morris Rutherford. La Luna, 4 de marzo de 1865

James Hall Nasmyth, ingeniero escocés, fue miembro fundador de la Sociedad Fotográfica de Manchester; con él colaboró en 1874 el astrónomo James Carpenter en la publicación de The Moon: Considered as a Planet, a World and a Satellite, la culminación de cuatro décadas de observación lunar ilustrada con woodburytipias; Cráter lunar estándar, por ejemplo, es una reproducción a escala de la luna hecha de yeso. Pretendían ofrecer información de la superficie lunar y de las fases del satélite con todo detalle, poniéndolo al alcance de la mano y la acompañaron de fotos análogas de manos arrugadas o manzanas marchitas para comparar texturas.

Bastante antes, en 1822, el aficionado William Nicholson Jennings, de Philadelphia, había fotografiado el primer rayo, demostrando la dirección que tomaba la luz en el cielo (desmintiendo el zigzag). En imágenes tomadas décadas después, documentaría varios tipos (en cinta, oculto en nubes, descarga vertical). Sus indagaciones con relámpagos artificiales conducirían, sí, a la fotografía con flash.

William Nicholson Jennings. Rayo, 1882
William Nicholson Jennings. Rayo, 1882
Adolphe Neyt. Fotomicrografía de una pulga, hacia 1865
Adolphe Neyt. Fotomicrografía de una pulga, hacia 1865

La Fotomicrografia de una pulga del belga Adolphe Neyt, por otro lado, se tomó a través de un microscopio. Gracias a la nitidez de las líneas que dibujan los pelos y las articulaciones de las patas y la gradación de tonos del cuerpo que aportan profundidad, la imagen parece más bien un dibujo a lápiz y carbón, aunque con el sello de la autenticidad fotográfica. Esta técnica, que se usaba ya en 1840 pero se popularizó más adelante, permitió inmortalizar por vez primera lo invisible al ojo.

Josef Maria Eder y Edward Valenta eran dos químicos vieneses especializados en química fotográfica. Revelando la belleza de la estructura interna de un pez de colores, obtuvieron una imagen en rayos X (o fotografía de Röntgen) y serían fuente de inspiración para autores como Moholy-Nagy, que diría en los cuarenta del siglo XX que, con esos rayos X, la estructura se torna transparencia y la transparencia revela estructura.

En sus inicios, la fotografía científica se aplicó a varios campos de la medicina. Duchenne de Boulogne era un médico especializado en electroterapia que, en 1856, comenzó a retratar a enfermos mentales en el hospital Salpêtrière de París, donde trabajaba, con la ayuda de Adrien Tournachon, hermano de Nadar. Ancianos demacrados eran los protagonistas habituales y sus trabajos se publicaron en varios álbumes; de hecho Darwin se valió de ellos, en 1872, para ilustrar La expresión de las emociones en el hombre y en los animales.

La fotografía documentaría tipologías, humanas o animales, y reforzaba las distinciones en una misma especie: fue el caso del mismo Tournachon y sus caballos o del conde de Montizón, que tomó imágenes de animales en zoos y parques cuya veracidad llevó a considerarlos auténticos retratos de criaturas hasta entonces inaccesibles.

Duchenne de Boulogne. The muscle of attention (left); Eyebrow contraction due to bright light (right), 1854-1856
Duchenne de Boulogne. The muscle of attention (left); Eyebrow contraction due to bright light (right), 1854-1856

 

 

BIBLIOGRAFÍA

Historia de la fotografía. De 1839 a la actualidad. Taschen, 2012

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