APELLIDOS: Fernández Álava
LUGAR DE NACIMIENTO: Piedras Blancas, Asturias
FECHA DE NACIMIENTO: 1978
PROFESIÓN: Artista
Los retratos, a medio camino entre lo clásico y lo rompedor, de Juan Fernández Álava nos los han descubierto las muestras individuales que desde hace algo más de una década viene presentando en centros asturianos como las Casas de Cultura de Piedras Blancas y Avilés o las galerías Guillermina Caicoya y Altamira, y “Algunos Pasajeros”, su primera exhibición individual en Madrid, en La New Gallery, que tuvo lugar en 2014. También ha participado en numerosas colectivas desde 2004, en espacios como el DA2 salmantino, Le Peuple (Bruselas), LABoral, Baluarte, el Palacio Conde de Toreno de Oviedo, el Centro Niemeyer o las citadas salas Guillermina Caicoya, Altamira y La New.
Para adentrarnos en los inicios de este artista asturiano que ya ha introducido sus obras en las colecciones del Ministerio de Cultura, del Principado de Asturias y de diversos fondos públicos y privados en España y Francia, tenemos que hablar de su familia: es hermano de la también pintora Chechu Álava y del cineasta Luis Argeo. Decidió seguir los pasos de la primera: Fue Chechu la que abrió las puertas de la percepción en mi cabeza y me mostró que el arte toca todos los aspectos de la vida, ya que consiste en estar muy atento a todo. Y además, las ganas de dibujar siempre volvían. Ya en el instituto, decidí que quería seguir sus pasos y estudiar también BBAA. Sus referencias son múltiples: además de a Chechu, podemos citar a Velázquez o Avedon pasando por Katz, Van Gogh, Elizabeth Peyton o Alice Neel.
Los tres hermanos conversaron para el catálogo de la muestra “Retrato de familia”, en Valey. Centro Cultural de Castrillon en 2011, y en esa publicación Juan explicaba cómo entiende él que puede la educación seducir y encaminar a los chavales a disfrutar de las artes plásticas: Un niño pequeño siempre dibuja con placer. La última vez que estuve dando clases a alumnos de 12 años me flipó ver cómo a un alumno muy vago, al que trataba de mantener sentado cinco minutos, le maravilló descubrir que mezclando rojo con amarillo obtenía naranja. (…) Uno de los primeros problemas aparece precisamente a partir de los once o doce años, cuando un niño trata de pintar de manera “realista” y le decepciona descubrir que no sabe cómo hacerlo. Ahí sería mejor enseñar a mirar, a observar, a dibujar con la mirada, antes de empeñarse en decirle que hay que colorear siempre en la misma dirección. Para mí fue una revelación entender que se podía colorear en direcciones opuestas y salirse de la raya… Decía Frederick Franck, un pintor y escritor holandes: “He aprendido que lo que no he dibujado, jamás lo he visto realmente, y que cuando empiezo a dibujar una cosa corriente me doy cuenta de lo extraordinaria que es, un auténtico milagro”. A la gente le cuesta pararse a observar y detener el pensamiento.
Juan detiene el suyo en sus procesos de trabajo para pintar lo que previamente ha interiorizado, sin recurrir a una memoria que encorsete: Ese motivo interior se encarga de buscar salida, y el pintor va utilizando su técnica y su habilidad para aprovecharse de las sorpresas que surgen por azar en ese proceso. A veces, todo va fluido. Y en otras ocasiones, el error es el que te descubre una vía nueva. No hay métodos prefijados, el artista fundamentalmente se concentra y se deja llevar. Tampoco trabaja con mensajes previamente meditados para no restar frescura a su pintura.
El eje de la producción de Fernández Álava lo constituyen sus retratos, el género pictórico que, su opinión, mayor misterio puede irradiar. Son su punto de partida y de regreso cuando lleva a cabo paisajes y trata de mostrarnos en ellos individuos únicos, como lo somos todos, modelos que exhalen la potencia de una personalidad, que vivan en sus cuadros y encierren emociones, y para ello presta, inevitablemente, una notable atención a los detalles.
Nada humano me es ajeno podría ser el lema de la pintura de Juan: le interesa la gente, el hecho de que siete mil millones de almas –no solo de cuerpos distintos, que también- compartamos planeta, y la circunstancia, tan cotidiana como sorprendente, de que cada uno tengamos un rostro diferente que varía con el tiempo y que, a su vez, puede relacionarse con el de tantos otros: Intento llevar ese asombro a mi pintura, que la imagen interior, sensorial e indefinida, pero intensa, salga al exterior a través de algo tan físico y fluido como el óleo y se transforme en un cuadro, en un espacio que habite el personaje pintado.
¿Dónde podremos verlo? Además de seguir sus pasos en su página web y pasarnos por la Factoría de Arte y Desarrollo, donde hasta el 6 de diciembre participa en la colectiva sobre retrato actual “Espejo de sombras”, os adelantamos que entre el 26 de noviembre y el 23 de diciembre de 2015 presentará su segunda exposición individual en La New Gallery, “Felices coincidencias”. Mucha suerte.