Fichados

Jorge Isla

Jorge Isla. Fotografía: Marina Palacios
Jorge Isla. Fotografía: Marina Palacios

NOMBRE: Jorge

APELLIDOS: Isla Villacampa

LUGAR DE NACIMIENTO: Huesca

FECHA DE NACIMIENTO: 1992

PROFESIÓN: Artista

 

 

Aún no ha cumplido los veinticinco y no fue de los que tuvieron clara su vocación artística desde la infancia, pero Jorge Isla ha consolidado en los últimos dos años una obra sólida -fundamentalmente fotográfica aunque no solo- y un currículum absolutamente serio, que resumiremos para hacer las habituales presentaciones: sus trabajos se han expuesto en centros como la Kir Royal Gallery (hasta hace muy pocos días, en el marco de PHotoEspaña), la Escuela de Artes Visuales Lens, el TEA tinerfeño, la Universidad Jaume I de Castellón, Casal Solleric, las ferias MARTE o Art Lima y la Bienal de Fotografía cordobesa, CentroCentro, La Cárcel segoviana, la Galería A del Arte de Zaragoza, el MuVIM o el Museo del Carmen de Valencia. Ha participado además en las Residencias A Quemarropa (2015) y en el V Encontro de Artistas Novos de la Cidade da Cultura y ha sido finalista en el X Premio de Expresión Plástica de la Fundación Ramón J. Sender – UNED Barbastro, las becas de investigación y producción de Espai Rambleta (2017), el Premi Ciutat de Palma Antoni Gelabert y el Descubrimientos PhotoEspaña, ambos en 2016; también fue uno de los ganadores del certamen Propuestas VEGAP 2015 gracias a Sputtering, uno de sus proyectos más expuestos.

Jorge Isla. Sputtering. Instalación en CentroCentro, 2016
Jorge Isla. “Sputtering”. Instalación en CentroCentro, 2016

Jorge cursó Comunicación Audiovisual y su formación artística la ha desarrollado en másters de la Universidad Politécnica de Valencia y la escuela Lens. Acertó al entender que el uso de la cámara que la carrera le proponía no era el que a él más le interesaba: No fue hasta 2015, en el Máster de Producción Artística de la Politécnica de Valencia, cuando me introduje en el mundo del arte. Previamente, en 2014, me gradué en Comunicación Audiovisual por la Universidad San Jorge y, aunque di unos primeros coletazos en producción audiovisual, supe que ese no sería mi mundo, por lo que decidí matricularme en dicho Máster sin saber muy bien donde me metía.

Durante la carrera ya tomaba fotografías, pero no tenía en cuenta el contar o comunicar una idea a través de estas -cosa que ahora veo imprescindible-. Así que podemos definir que fue en 2015, con el inicio del Máster y con la ayuda de Jorge Alamar, director de LaFotoescuela de Valencia a quién conocí en un taller que impartía sobre fotolibros, cuando se detonó en mí la inquietud de transmitir ideas a través de la imagen. También en 2016 llegue a Madrid, donde he estado becado en la Escuela LENS desarrollando el Máster en Proyectos de Fotografía de Autor. El poder vivir un año en el centro neurálgico de todo el movimiento artístico del país, acompañado de un programa educativo focalizado únicamente en la creación y conceptualización de un proyecto específico -y que finalmente se expuso en Photoespaña- ha sido un complemento esencial en mi propio desarrollo artístico. Como si de un antes y un después se tratara, por toda la cantidad de estímulos a la que he estado expuesto durante estos meses.

Jorge Isla. LUV-A. Instalación el la Kir Royal Gallery, 2017
Jorge Isla. LUV-A. Instalación el la Kir Royal Gallery, 2017

Además de su formación en Madrid, una convocatoria y una exposición han sido fundamentales en estos primeros pasos, firmes, de la carrera de Jorge: Quiero destacar también dos de los momentos clave que motivaron mi desarrollo como artista. El primero, ganar VEGAP en 2015 con mi primer proyecto personal, Sputtering, y un año después, con la exposición de este mismo trabajo en CentroCentro Cibeles, en el marco de Lanzadera y comisariado por Iñaki Domingo. A fin de cuentas, ahora mismo, no sé a qué me podría dedicar si no estuviera “haciendo arte” o algo relacionado con este. Digamos que es algo con lo que me siento cómodo y disfruto haciendo. Pues hoy en día, con la precariedad económica que sufre mucha gente de mi edad en trabajos más “normales” y con unos horarios imposibles, es algo de lo que me siento orgulloso: dedicarme a tiempo completo a algo que disfruto haciendo sin tener un horario fijo, aunque (los artistas) le echemos más horas que otros trabajadores sin una remuneración económica fija a final de mes. Todo tiene sus pros y sus contras, pero hay algo que me motiva día a día y es lo gratificante que resulta el desarrollar un proyecto y su muestra final.

Jorge Isla. Sputtering. Instalación en el Centro del Carmen de Valencia, 2016
Jorge Isla. “Sputtering”. Instalación en el Centro del Carmen de Valencia, 2016

Las imágenes de este artista no son reproducciones de historias o reflexiones propias o ajenas; ante su obra tenemos que dejar a un lado esa idea de registro: él las entiende como medio para contar conceptos, no como mera representación más o menos objetiva. Entre otras razones, porque en sus obras tiene cabida lo que nuestra vista no percibe, lo que escapa al ojo dadas sus limitaciones físicas y que sí puede explorarse a través de la cámara: Me interesa el propio lenguaje fotográfico, la luz y la tecnología. A través de estos esbozo una serie de ideas abstractas que surgen a partir de la lectura -en muchos casos científica- y que muestran una serie de limitaciones que la capacidad cognitiva del ser humano es incapaz de representar a través de su órgano visual.

Partiendo de las premisas anteriores, tomo elementos -fluorescentes, cuerpos rocosos, etc.- que me permiten, a modo de excusa o percha, mostrar esos efectos imperceptibles para el ser humano. El resultado, abstracto o figurativo, es la solución que considero más idónea a la hora de mostrar esos fragmentos de la realidad que nuestro sentido de la vista es incapaz de formalizar en nuestro conocimiento a modo de información en nuestro cerebro. Es decir, cuando veo una fotografía finalmente impresa con su acabado correspondiente, no estoy viendo el fluorescente o el mineral que he fotografiado, sino el efecto que me interesa mostrar a través de estos.

Por mucho que haya realizado fotografías a minerales, figurativamente estos no me interesan, me interesa cómo la luz ultravioleta de baja longitud de onda produce un cambio en éstos. Creo que es lo positivo de la creación: aunque se repitan los elementos o motivos fotografiados constantemente, la idea o el concepto varía en función de lo que queramos comunicar con estos, pues al fin y al cabo y hablando fríamente, lo que se encuentra dentro del cuadro de una fotografía no es más que una excusa mediante la cual nos comunicamos, de la misma forma que un libro es un conjunto de palabras ordenadas a través de frases y posteriormente párrafos -las mismas que se utilizan en la prensa o en una revista de coches- que comunican una idea.

Sus obras son, por tanto, una invitación a fijarnos en la luna y no en el dedo, en el mensaje y no en su forma, y por eso las imágenes en sí componen solo una parte de su producción, que también se ha desarrollado en audiovisuales, instalaciones, instalaciones audiovisuales o los libros que él mismo mencionaba, para los que ha adaptado -que no transformado o traducido, y el matiz es importante- sus fotografías.

Jorge Isla. Sputtering. Instalación en ETOPIA, Zaragoza, 2016
Jorge Isla. Sputtering. Instalación en “ETOPIA”, Zaragoza, 2016

Las técnicas quedan al servicio de la idea: Escojo la técnica y el formato que más se adecúa a lo que quiero transmitir, por ello nunca coincide la materialización de cada trabajo que he realizado hasta la fecha, a excepción del audiovisual, que siempre he tenido presente en todos mis trabajos. Considero la formalización y el acabado como una serie de recursos más a la hora de transmitir un concepto, por ello me interesa trabajar y pensar los dispositivos o canales de información como elementos activos en el discurso y resultado final que interpreta el receptor, evitando ese efectismo, o ruido, que el modelo lineal de Shanon y Weaver planteaba en su teoría de comunicación. Al fin y al cabo, el arte es comunicación y el artista el emisor, por lo tanto hay que conocer cuál es el mejor canal, lenguaje o disciplina con el que queremos abordar un mensaje -concepto- para que el espectador -receptor- lo interprete de la mejor forma posible.

En la mayor parte de los casos parto de la fotografía, pues hasta el momento ha sido el lenguaje que mejor me ha permitido mostrar las inquietudes que planteo en mis proyectos, aunque posteriormente haya sido trabajada en multimedia. No descarto utilizar cualquier lenguaje siempre y cuando sea el más adecuado a la hora de desarrollar un proyecto y más ahora, donde gracias a la tecnología la producción de obra, desde mi punto de vista, ha perdido peso.

Su propósito es el de generar experiencias para el espectador, y para que entendamos el espíritu desde el que crea nos cita esta anécdota sobre Petrarca que a algunos sonará: “Se cuenta que Petrarca, el poeta y humanista italiano, ascendió al Mont Ventuox, el 26 de abril de 1336, acompañado de su hermano y de dos sirvientes. Y a él se suele atribuir la primera motivación de ascender a una montaña “porque sí”, “porque estaba ahí”, como forma de estimular sus sentidos y de integrarse con la naturaleza.” Es curioso cómo nadie se aventuró -o por lo menos no está datado- antes que Petrarca, a subir a una montaña con el único fin de observar, de estimular sus sentidos con cosas que nadie antes había percibido en ese mismo lugar. Fue algo que aún me motivó más a seguir con la línea de investigación en la que estoy trabajando actualmente. Es decir, si hasta el s. XIV nadie experimentó con esa realidad que estaba allí arriba, cuántas sensaciones nos perdemos puesto a que aún no las hemos experimentado o descubierto hoy en día.

Jorge Isla. LUV-A. Instalación en la Kir Royal Gallery, 2017
Jorge Isla. LUV-A. Instalación en la Kir Royal Gallery, 2017

Le hemos preguntado por sus referentes, y nos cuenta que estos no se limitan a la fotografía y ni siquiera al arte; él incluso rechaza definirse solo como fotógrafo. Su mirada abierta hacia otros formatos y experiencias tiene que ver con la necesidad de estímulo y crecimiento, en relación a su vez con el impulso que llevó a Petrarca al Ventoux, como él nos mencionaba: Me interesa la creación en general. No me etiqueto como fotógrafo, aunque sea la herramienta o lenguaje que más utilizo a la hora de desarrollar mis proyectos; por lo tanto, tampoco mi principal influencia es la fotografía.

Me interesa desde la escultura hasta la música, pasando por la cocina u otros lenguajes capaces de involucrar al espectador en una experiencia. Siempre pongo un mismo ejemplo: si todos los días, de lunes a viernes, comiéramos en diferentes restaurantes un menú de 10 euros el viernes no nos acordaríamos de qué platos hemos comido en cada uno e incluso ni nos acordaríamos del nombre del establecimiento ni de los camareros. Esto es debido a que es un acto mecánico, que hacemos por necesidad diaria, lo cual, queda lejos de ser una experiencia personal, pues la atribuimos al día a día, a una necesidad fisiológica. Sin embargo, si hemos quedado con una persona para ir a ese lugar a comer y tenemos una conversación intensa, si que la recordaremos, pues eso se interpreta como una experiencia personal más que una rutina. Para mi el arte es lo segundo, la conversación y comunicación, justo lo contrario a algo rutinario. Me interesa que el espectador recuerde la experiencia. El título o incluso el nombre del autor, hasta cierto punto, lo considero secundario, son al fin y al cabo palabras que se pueden apuntar en una agenda o en el móvil.

Una experiencia solo se puede vivir y es lo que ocurre cuando experimentamos una comida en un restaurante, que más allá de cubrir una necesidad fisiológica nos excita una serie de sentimientos a través de la comunicación de un concepto. Por lo que podemos decir que, para mí, una influencia es una experiencia, ya sea mediante el arte, una relación, una conversación, una excursión o simplemente una caña en una terraza.

Hablando de cocina, ¿recordáis la exposición “Ferran Adrià. Auditando el proceso creativo” en el Espacio Fundación Telefónica? Él también: Es curioso cómo una persona que trabaja con el lenguaje de la cocina puede involucrarse en una exposición individual en una fundación y además itinerarla (la muestra se vio en Latinoamérica). Por ello considero que podemos decir que cualquier lenguaje puede ser el idóneo a la hora de transmitir un concepto dentro de un espacio expositivo y creo que es un punto de inflexión que todo artista debe realizar, y no etiquetarse con palabras como fotógrafo, escultor o performer. Simple o complejamente es un creador.

Jorge Isla. LUV-A. Instalación en la Kir Royal Gallery, 2017
Jorge Isla. LUV-A. Instalación en la Kir Royal Gallery, 2017

Os sugerimos conocer más a fondo los trabajos de Jorge en estos dos años en su página web; él nos cita dos como los fundamentales, ambos volcados en el estudio de los límites de nuestra percepción visual. El primero, que ya citamos, es Sputtering: se trata de un proyecto que versa sobre el parpadeo de la luz fluorescente y la contaminación de los colores luz y su composición aditiva a través de 4 tubos fluorescentes -rojo, amarillo, morado y verde-, con la finalidad de mostrar un conjunto de efectos imperceptibles para la vista. El segundo es LUV-A, que hasta hace cuatro días hemos podido ver en la Kir Royal Gallery: un proyecto que muestra cómo la luz ultravioleta de baja longitud de onda, imperceptible para la vista debido a la baja intensidad lumínica que desprende, es capaz de reconfigurar a nivel pictórico un cuerpo rocoso debido al estímulo de dicho espectro.

En relación con esta muestra, explicaba Jorge su voluntad de que sus trabajos no sumen peso visual a nuestro imaginario, sino que inviten a la reflexión: En un momento de superproducció́n visual como el que vivimos (que podemos caracterizar como un peligro de intoxicación por imágenes), la labor de aquellos que trabajamos nuestra producción a partir de la captura de estas no es la de aumentar las toneladas de basura visual que contaminan nuestros dispositivos, sino la de focalizar nuestra obra en el cuestionamiento de esa gran cantidad de fotografía. Esto me lleva a pensar en el elemento que la hace posible y fotografiarlo, obteniendo resultados pictóricos yuxtaponiendo las siete longitudes de onda pertenecientes a la luz visible a través de la refracción y reflexión de la propia luz blanca.

Jorge Isla. Sputtering. Instalación en la Bienal de Córdoba, 2017
Jorge Isla. “Sputtering”. Instalación en la Bienal de Córdoba, 2017

 

Jorge Isla. Sputtering. Instalación en el Centro del Carmen de Valencia, 2016
Jorge Isla. “Sputtering”. Instalación en el Centro del Carmen de Valencia, 2016

Le hemos preguntado, para terminar, en qué trabaja ahora. Sus proyectos venideros no son pocos: Actualmente sigo trabajando en la línea de la percepción, pero desde un punto de vista menos científico y más social, es decir, fijándome en cómo la sociedad veta una serie de espacios sin ninguna pretensión artística. Yo me apropio de esa tendencia mediante su registro y le doy una segunda lectura en la que, a través de una serie de símbolos, busco comunicar una idea (…) En agosto voy a estar trabajando en mi siguiente exposición individual, que comenzará el 28 de septiembre en la Galería Antonia Puyó de Zaragoza, y en la residencia Pueblos en arte. Por otro lado, en enero me traslado a París como becado en el Colegio de España gracias a una ayuda del Ministerio de Cultura.

Os recordamos su web para conocerlo mejor: Jorgeisla.com

Jorge Isla. Sputtering. Instalación en CentroCentro, 2016
Jorge Isla. “Sputtering”. Instalación en CentroCentro, 2016

 

Jorge Isla. LUV-A. Instalación el la Kir Royal Gallery, 2017
Jorge Isla. LUV-A. Instalación el la Kir Royal Gallery, 2017

 

Jorge Isla. LUV-A. Instalación el la Kir Royal Gallery, 2017
Jorge Isla. LUV-A. Instalación el la Kir Royal Gallery, 2017

 

 

 

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