NOMBRE: Ignacio
APELLIDOS: García Sánchez
LUGAR DE NACIMIENTO: Madrid
FECHA DE NACIMIENTO: 1987
PROFESIÓN: Artista
Si habéis tenido ocasión de visitar en La Casa Encendida “Generación 2019”, la muestra que hasta finales de abril reúne en ese centro las obras de los artistas ganadores en la última edición de la convocatoria de la Fundación Montemadrid, seguramente uno de los proyectos que más recordéis sea Amaurot World’s Fair, la propuesta del madrileño Ignacio García Sánchez. En ella plantea –luego nos extenderemos más– una reflexión sobre la escenificación artística de la historia en relación con el sentido celebratorio tradicionalmente dado a las Exposiciones Universales y con distintos símbolos ligados a utopías sociales.
Antes, García Sánchez, que estudió Bellas Artes en la Complutense y en la Hochschule für bildende Künste de Hamburgo y ha realizado talleres junto a Tania Bruguera o Julie Mehretu, ha presentado muestras individuales en la Galería Marta Cervera de Madrid, el Espacio Alexandra de Santander o la Galería Fúcares de Almagro y también ha participado en colectivas en centros como la Sala de Arte Joven de la Comunidad de Madrid, Sant Andreu Contemporani, BilbaoArte, Fabra i Coats, Matadero, el Museo de la Universidad de Alicante, la Fundación Botín, Tecla Sala, el CAC Málaga y la Fondazione Giorgio Cini veneciana, la Kunsthaus de Hamburgo, la Twin Gallery madrileña, Kunsthalle Kreativstadt Weißensee y Am Kulturforum (Berlín), la Galería Luis Adelantado valenciana o el Círculo de Bellas Artes.
Además de ser uno de los ganadores de Generación 2019, lo fue también en los Circuitos de Artes Plásticas de la Comunidad de Madrid el año pasado y en 2018 desarrolló, además, una residencia en el Centrul de Interes de Cluj-Napoca. Antes obtuvo una de las becas para la realización de proyectos artísticos de BilbaoArte (2017), fue uno de los ganadores de la Mostra de Arte Gas Natural Fenosa y participó en una residencia de El Ranchito en Osetia del Norte y en otra en Nauestruch, en Sabadell (2016); en 2015 desarrolló otra en Tabakalera y en 2014 obtuvo una beca de Stiftung Kunstfonds (Bonn). Además, en 2012 ganó un Premio Joven Complutense y fue uno de los artistas seleccionados en el International Call de Luis Adelantado y en 2008 formó parte de la Muestra de Artes Visuales del INJUVE.
Hechas las presentaciones, os contamos que Ignacio García se suma esta semana a nuestros Fichados porque nos interesa cómo su lenguaje visual y narrativo se ha ido nutriendo de referencias muy diversas dentro y fuera de las artes plásticas (de la ilustración al proselitismo político pasando por la arquitectura o las viñetas) para explorar las relaciones y las contradicciones entre ideas (teóricas) y transformaciones sociales (prácticas y terrenas) o entre la historia y el poder. También ha abordado el uso del pasado, sometido a conveniente relectura, para ofrecer determinadas interpretaciones del presente.
Desde hace algunos años, este artista viene trabajando en imágenes, objetos y, a veces, textos que plantean escenarios sociales a medio camino entre lo real y lo distópico, panoramas que no necesariamente mejoran lo conocido y que nos llevan a reflexionar sobre los mantras de pensamiento actuales y a la vez a buscar alternativas, esquivando esos caminos de lo colectivo que parecen inevitables.
Hemos preguntado a Ignacio, como a cada uno de nuestros fichados, por sus comienzos. Él no tuvo demasiadas dudas al elegir estudiar Bellas Artes, su obra plástica le permitía ahondar en muy diferentes intereses: Desde pequeño me gustó dibujar, iba a clases una vez por semana en una escuela del barrio; después estudié bachillerato artístico y como carrera me decidí por Bellas Artes sin muchas dudas, a pesar de que me atraían también otras disciplinas dentro de las Humanidades. Todavía en la facultad, justo antes de irme de Erasmus a Hamburgo, me seleccionaron en el Injuve: este fue el primer reconocimiento digamos profesional a mi trabajo, hace ahora diez años. A partir de ese momento fueron llegando otras oportunidades de forma más o menos continua.
Me encuentro cómodo en el campo de las artes plásticas porque me permite incluir en mi práctica casi cualquier elemento visual o teórico que despierte mi interés y reelaborarlo a mi manera para crear algo nuevo, con una libertad difícil de encontrar en otras áreas.
Como adelantábamos, a García Sánchez le interesan la política y el ayer y el hoy de sus análisis y sus imágenes, los vínculos entre ideologías y poder, la reescritura del pasado y sus fines: En los últimos años he ido desarrollando un particular lenguaje narrativo y visual, apoyado básicamente en el dibujo y en recursos formales propios de ámbitos como la arquitectura, la ilustración de libros infantiles o de texto, el cómic, la heráldica o la propaganda politica. Una serie de temas recurrentes cruzan todo mi trabajo: las contradicciones entre la teoría y la práctica, la influencia decisiva de las ideas abstractas en los procesos concretos de transformación social, las relaciones del poder con la historia y cómo ésta es reinterpretada para legitimar el presente.
Concibo las piezas como réplicas hechas a mano de productos culturales procedentes de sociedades futuras o paralelas a la nuestra. Mediante imágenes, objetos y texto planteo escenarios sociopolíticos ficticios, situados entre lo plausible y lo descabellado, lo utópico y lo distópico. Las realidades imaginadas no son necesariamente más deseables que la que nos ha tocado vivir, su intención fundamental es cuestionar el determinismo histórico y otros dogmas ideológicos de nuestro tiempo, servir como estímulo en la búsqueda de alternativas al sistema actual. A través de cristales deformantes de distinto color y grosor contemplamos inquietantes versiones de nuestro propio mundo en las que los mecanismos que hacen que todo siga funcionando, normalmente ocultos bajo capas de cultura y civilización, quedan al descubierto. La ironía, el humor necesario para adoptar respecto a estos asuntos una distancia crítica, también está muy presente en su obra.
El dibujo, por sus posibilidades narrativas y porque permite una gran fluidez entre pensamiento y práctica artística, fue su primer medio de expresión y buena parte de su obra se articula en torno a él, pero la ha abierto a diversas disciplinas: El dibujo sería mi medio primario, mediante el que se produce la transmisión más directa entre cerebro, ojo y mano. A partir de ahí he ido diversificándome cada vez más, en cada nuevo proyecto tengo muy en cuenta los medios y materiales que voy a utilizar en función del marco teórico planteado y de las circunstancias en las que se van a producir y exponer las obras. Cada material contiene una potencialidad y unas connotaciones en sí mismo, ya antes de su transformación en medio de representación. Me interesa aprovechar esta carga simbólica y resignificar sus implicaciones habituales, por ejemplo yuxtaponer la nobleza del mármol con la precariedad del graffiti e invertir la función social de cada uno en un contexto determinado. Además, muchas veces utilizo un material para imitar otro, añadiendo así una capa más al juego de significados: como si la obra fuera una versión o una réplica de otro objeto que se ha perdido o que nunca existió.
La simple realidad, la historia, la política o la literatura son las fuentes de su trabajo y de ellas toma abundantes y claras referencias. Nos habla también de las específicamente ligadas a las artes plásticas: Quizás las provenientes de la historia del arte no sean las más importantes, pero podría citar a grandes artistas flamencos del siglo XVI como Brueghel y El Bosco junto a marginales como Henry Darger; el arte, diseño y arquitectura producidos en los países socialistas durante el siglo XX, la pintura de James Ensor y Philip Guston, o los dibujos de mis contemporáneos Paul Noble o Trenton Doyle Hancock…
Me atraen los artistas que se mantienen un poco apartados de la corriente principal de su tiempo, así como formas de expresión y medios que ni siquiera se tienen en cuenta dentro del canon oficial, como los mosaicos o relieves decorativos, por ejemplo. Más allá de las artes plásticas, el cine y la literatura son fuentes inagotables de las que extraer ideas. También me interesa mucho la historia en general, como se puede apreciar claramente en mi trabajo, y la del movimiento obrero y de las ideas políticas en particular. Y como a cualquiera, el contexto inmediato en el que he crecido, en mi caso el Vallecas de los 90, ha condicionado y dejado su impronta en mi forma de ver el mundo y enfocar mi trabajo.
Entre sus proyectos artísticos fundamentales, Ignacio elige tres de los más recientes, realizados en los últimos dos años: Ruinas del Antropoceno (2016), Lumpenkult (2017) y Amaurot World’s Fair, el que podemos encontrar ahora en La Casa Encendida. Ruinas del Antropoceno lo desarrolló a partir de su residencia El Ranchito en Matadero y Vladicáucaso (Osetia del Norte) y pudo verse parcialmente después en Madrid y en la antigua cárcel vasca de Markina. En este último espacio, además, se entabló un diálogo entre sus Ruinas y el edificio abandonado de esta prisión, que mantenía huellas de quienes pasaron por allí.
Su propuesta la formaban ruinas fabricadas a partir de fragmentos de objetos antiguos que a cualquier público podrían resultarle familiares sin ser por ello identificables. Contenían abundantes referencias visuales a civilizaciones pasadas y también a nuestro presente, situándose así pasado y actualidad en un mismo plano, en un proceso de apropiación y resignificación de los restos de grupos humanos superados o vencidos por otros grupos ganadores, como nos ocurrirá a nosotros. Parte de las referencias contenidas en esos vestigios de García Sánchez remitián a la Unión Soviética: el artista señalaba cómo los artistas actuales que han trabajado a partir de la estetización de la ruina y del fragmento han encontrado su imaginería en el antiguo Bloque del Este, a modo de nuevo mundo clásico, y también llamaba nuestra atención sobre cómo hoy, al igual que en el Romanticismo o en el Renacimiento, las lecturas fabricadas del pasado tenían más que ver con los deseos interpretativos de los artistas que con la realidad histórica. La descontextualización de los objetos, de lo que queda de ellos, cambia por completo su percepción: El redescubrimiento y explotación del arte de la antigüedad pagana en la Italia tardomedieval fue posible precisamente debido a que su conexión con la ruina neutralizaba el peligro potencial planteado por sus orígenes no cristianos. Vaciadas de su significado político primitivo, el culto de la ruinas estéticas contribuye a alimentar una serie de nuevas narrativas ideológicas sobre el pasado. Una consecuencia significativa de este proceso es el colapso de la complejidad temporal y espacial en un único momento y lugar: en la ruina se oscurece y desdibuja el contexto histórico y geográfico.
Lumpenkult nació de su residencia en BilbaoArte en 2017 y pudo verse más tarde en la sala Fúcares de Almagro (al completo) y en la Sala de Arte Joven (parcialmente, en el marco de Circuitos).
Quizá recordéis la maqueta del Monumento a la Última Internacional que formaba parte de ese proyecto, una reconstrucción personal del movimiento cultural que podía haber generado la Proletkult soviética, instituciónque quiso crear una estética proletaria en esencia: la que tendrá sentido cuando desaparecieran las clases medias en Occidente y su vacío lo ocupara el lumpen que siempre estuvo allí, invisibilizado.
García Sánchez realizó carteles de agitación, estampas de apariencia histórica y maquetas en las que planteaba su visión de una sociedad en la que los marginados de hoy fueran una mayoría consciente de su poder: Fiel a su visión del mundo, el lumpen victorioso no habría dudado en deshacerse de instituciones superfluas o sacrificar algunas comodidades materiales a cambio de liberarse de valores impuestos como el culto al trabajo o la fe en el progreso. Por eso, su versión de la obra de Tatlin no presentaba materiales duraderos, sino madera, cartón o plástico: no buscaba anunciarnos un proyecto arquitectónico, sino equiparar la dificultad o imposibilidad de que se materialice tanto la construcción propuesta como las utopías sociales. Otra de las obras integradas en Lumpenkult era una gran pintura mural, realizada con materiales precarios, en la que ese lumpen se nos presentaba en formato heroico, pero sin épica.
Por último, Amaurot World’s Fair enlaza pasado y presente a través de promesas políticas y sociales incumplidas: El futuro, al igual que el pasado, se encuentra en constante reescritura, es un terreno en disputa entre distintas visiones del mundo con el fin legitimar sus respectivos modelos. El relato hegemónico sobre la dirección más deseable en la que se desarrollará nuestra sociedad en las décadas venideras está fuertemente marcado por un optimismo hacia la tecnología como solución última a cualquier problema del presente. En la difusión masiva de esta idea desempeñaron un papel destacado las ferias y exposiciones universales, surgidas a mediados del siglo XIX y cuyo apogeo simboliza la celebrada en Nueva York en 1964. Si bien las nociones sobre el futuro allí anunciadas continúan ocupando un lugar preeminente en el imaginario colectivo, la gran mayoría de sus promesas siguen sin cumplirse mucho tiempo después del plazo previsto.
Amaurot World’s Fair se inspira en el formato de las ferias internacionales, en los dispositivos utilizados en ellas para mostrar objetos, imágenes y narrativas mediante las cuales se comunican al público los valores de una civilización, su propuesta de vida para un mañana que ya está aquí. Sin embargo, este pabellón ficticio rompe con la tendencia puramente celebratoria habitual en estos estos eventos. En lugar de presentar y ensalzar los logros de una nación, proyecta la realidad paralela o futura de una utopía ambigua, especulando a partir de conceptos y símbolos recurrentes en la historia de las sociedad ideales. En ese ejercicio nos enfrenta a la idea misma de futuro, e incluso a la de perfección, que la cosmovisión capitalista ha inoculado en nuestros sueños.
En uno de sus dibujos en La Casa Encendida, se destruye dinero como símbolo del viejo orden; en otro, las banderas ondean sobre un campo de ruinas y, más allá, un muro y una montaña no hablan de gloria sino de aislamiento. Encontramos también varios objetos más simbólicos que útiles, tanto como las nociones socioeconómicas a las que aluden; entre ellos, un reinterpretado cuerno de la abundancia o un urinario de oro.
Su próxima exposición llegará a Madrid en breve y traerá obra inédita: La próxima exposición que tengo a la vista será en abril en Espositivo (Madrid), junto a Theo Michael, un artista de Tesalónica que vive en México D.F. Me hace ilusión poder exponer con alguien con quien siento una gran afinidad, aunque no hayamos tenido contacto entre nosotros hasta hace muy poco. La idea es establecer un diálogo entre nuestros distintos acercamientos a la arqueología desde la ficción, siempre con un trasfondo de humor muy particular.
Por mi parte, retomaré el hilo de las Ruinas del Antropoceno, con obras pertenecientes a este proyecto pero que aún no han sido expuestas.
Podéis seguir sus pasos y conocer series anteriores aquí: www.ignaciogarcia.net/