A vuestra izquierda, Josef Hoffmann. Ningún arquitecto obtuvo su visibilidad, ni artística ni social, en Viena: fue una estrella y los vieneses más influyentes de finales del siglo XIX y principios del XX pugnaban por ser sus clientes. Su arco de actividades era extenso: arquitectura, interiorismo, exposiciones, artesanía… Hay quien considera, Alois Riegl por ejemplo, que personificó una época.
Convencido del poder de la belleza hasta la obsesión (se dice que la suciedad y el desorden le molestaban tanto que no podía ver manchas en los dibujos), se esforzó en construir casas que fueran un reflejo de la que consideraba su personalidad: cultivadas y modernas, y buscaba que sus poseedores también lo fueran. Como esteta, se negó a teorizar sobre sus proyectos, a explicarlos con más palabras que no fuera esa: belleza.
Las formas que creaba constantemente cristalizaron en estructuras que en su trayectoria adquirirían carácter de leitmotiv al repetirse, como el triángulo equilátero que hacía referencia al tímpano, el enmarcado múltiple o el estriado vertical de las paredes.
Sus primeras residencias se levantaron bajo la influencia del movimiento de origen escocés Arts and Crafts y de Mackintosh: desarrolló un lenguaje geométrico riguroso que igualmente repitió una y otra vez. Su formalismo le condujo en 1902 a un primer proyecto abstracto: dos relieves supraporta ejecutados con mortero para la XIV Exposición de la Secession (él fue, en 1897, uno de los fundadores de la Asociación de Artistas austriacos). Aquella incursión no tuvo mayores consecuencias, porque poco después realizó su principal obra, que sería icono del Modernismo: el Palacete Stoclet de Bruselas. Bajo la influencia del Neoclasicismo llevaría a cabo la Residencia Skywa-Primavesi o la Casa austriaca para la Exposición de la Deutscher Wekbund de Colonia, y una década más tarde se dejó inspirar por el Art Decó al plantear distintas casas en zonas rurales de Austria.
Entonces se consideraba a Hoffmann el arquitecto ideal para emprender ampliaciones y reformas, sobre todo en edificios históricos, pues se aproximaba tanto a las formas originales que su impronta llegaba a confundirse.
Aunque tras la Primera Guerra mantuvo su peso en el ámbito de la arquitectura austriaca, pasada la Segunda y fortalecido el racionalismo, su predisposición hacia la obra de arte total, la artesanía y el ornamento estuvieron mal vistos. El artista que marcó la pauta cayó entonces en el olvido y fue ya en los setenta cuando de nuevo fue valorado por su distanciamiento del historicismo y el funcionalismo y su defensa de la libertad individual.
Creía Hoffmann en el artista-arquitecto como transmisor de belleza y en que no había ninguna diferencia entre una obra de arte y un artículo de uso cotidiano, aspecto que abrió una clara brecha entre él y Loos, que opinaba que el objeto artesanal de uso corriente ennoblecido a la categoría de objeto artístico resultaba tan superfluo como el ornamento.
Creía Hoffmann en el artista-arquitecto como transmisor de belleza y en que no había ninguna diferencia entre una obra de arte y un artículo de uso cotidiano
Repasamos algunas de las casas vienesas que dan fe del periodo de oro de Hoffmann:
Casa doble Moser y Moll, 1900-1901. Steinfeldgasse, 6-8, Viena
Esta casa doble creada para sus amigos, pintores y miembros de la Seccession Koloman Moser y Carl Moll fue el inicio de la colonia de artistas Hohe Warte. Inspirado por el Arts and Crafts, diseñó Hoffmann los hastiales acabados en punta y el entramado de los pisos superiores. La matriz de las dos plantas es similar y en la planta-sótano de ambas mitades se encuentran la cocina, las habitaciones para el servicio y otras dependencias secundarias. Dada la pendiente, vista desde la calle, esa planta-sótano tiene carácter de planta completa y la segunda planta equivale a la primera, mientras que vista desde el jardín es la planta-baja. En ambas mitades se encuentran aquí una sala-vestíbulo, las salas de estar, los comedores y dormitorios, mientras que en el ático se ubicó el estudio.
La puesta en escena arquitectónica de la sala vestíbulo con la escalera tiene un papel importante en ambas mitades, enfoque que perfeccionaría en las casas Henneberg y Spitzer, en la misma colonia, con vestíbulos de dos pisos.
El espíritu de la Wiener Werkstätte (agrupación de artistas y arquitectos con fines formativos de la que Hoffmann formó parte junto a Klimt, Schiele, Moser o Kokoschka), que vinculaba al cliente y al arquitecto, encuentra su expresión en la casa doble en su dimensión estético-ética mediante ese afán por conseguir una arquitectura “moral y honrada” y también en la máxima de lograr la unidad entre arquitectura y decoración, en el sentido de una obra de arte total.
Casa Beer-Hofmann, 1905-1906. Hasenauerstrasse, 59 Viena
Richard Beer-Hofmann fue un poeta del Romanticismo tardío-vienés que buscó la renovación del sentimiento de la vida conforme al mito. Hoffmann le conoció a través de sus amigos de la Secession.
Es anecdótico, pero sabemos que el plan de obras de su casa llevó once meses y que su coste ascendió a casi 134.000 coronas cuando los ingresos anuales de un maestro de escuela eran entonces de 1200. Klimt podía obtener por un retrato de grandes dimensiones unas 10.000.
En una superficie de 600 metros cuadrados habitables, este edificio contaba con espacios para reuniones sociales, un vestíbulo de unos cinco metros de altura, una sala de música y una biblioteca. Todas las dependencias tienen forma de L y se articulan en torno al vestíbulo, observándose una amplia secuencia espacial con distintos ambientes y funciones.
La casa, con fachada clasicista, tiene una planta deliberadamente moderna: la innovación arquitectónica está en el interior. El gran vestíbulo inglés con chimenea está equipado con el típico pavimento de Hoffmann a modo de tablero de ajedrez. La superposición de la tipología de vestíbulos ingleses con el diseño modernista conduce a una buscada tensión espacial.
Por esta casa pasaron Tina Blau, Thomas Mann, Max Reinhardt, Rilke… pero Beer-Hofmann tuvo que huir de Austria en 1939 y no regresó, sus herederos no tuvieron interés en conservar la casa y, tras décadas de abandono y deterioro, fue demolida en 1970.
Casa Hochstetter. Steinfeldgasse, 7
El mismo destino tuvo esta casa que Helene Hochstetter, socia de la Wiener Werkstätte, le encargó en 1906. En aquel momento Hoffmann trabajaba en el Palacete Stoclet belga, y aunque este edificio era mucho más modesto, podemos comparar sus miradores semicirculares y elementos arquitectónicos como los nichos de las paredes, dotados de cierto ritmo mediante pilares.
La configuración de la fachada era atípica para Viena, pues la planta baja fue revestida de ladrillo visto vitrificado y la superior con el típico revoco granulado. Lo más característico es la logia cubierta de la entrada que conduce desde la acera a la entrada de la casa, elemento que también remite al Palacio Stoclet.
El interior responde a las obligaciones sociales de la clienta: en la planta baja se halla el vestíbulo, el gran salón y el comedor; a la cocina, en el sótano, se accede por una escalera separada. En la planta superior se hallan los dormitorios y una habitación para invitados, accesibles por la escalera principal, desde el vestíbulo. Este edificio muestra la separación habitual de las viviendas de la alta burguesía: una escalera para la familia y otra para el servicio.
Tras los daños sufridos en la II Guerra Mundial, esta casa fue reformada, se le añadió una nueva planta y se convirtió desde 1960 en pensión. La calidad arquitectónica del proyecto de Hoffmann quedó destrozada, y más tarde la construcción fue demolida. Hoy el terreno acoge una casa para familias.
Cabaret Fledermaus, 1907. KärntnerStrasse, 33 Viena
Lo abrió en 1907 la Wiener Werkstätte, y es interesante remitirnos a Egon Friedell para pensar cómo fue la apertura: Fritz Wärndorfer, un cabellero ingenioso con mucho dinero y gusto, , dos cosas que como es sabido prácticamente nunca van juntas, tuvo la idea de encargar a la Wiener Werkstätte la construcción de un cabaret… Tanto el bar alicatado con azulejos policromados como toda la sala de espectadores decorada en blanco y negro eran rasgos de una belleza íntima y noble. Toda Viena acabó fuera de sí, pues uno estaba acostumbrado a que por su dinero le ofrecieran peluche rojo y escalera dorada… La noche inaugural terminó en un colosal escándalo.
Participaron en la decoración Klimt o Kokoschka y el resultado impactó al mismo Le Corbusier. Hoffmann creó una obra de arte total con muebles, cerámicas, trabajos en metal, carteles, postales, entradas y cartas que armonizaron entre sí.
Tras solo seis años el Cabaret tuvo que cerrar. Fue varias veces reformado, pero su decoración interior desapareció.
Residencia Skywa-Pramavesi, 1913-1915. Gloriettegasse, 18, Viena
Hoffmann la levantó para Otto Primavesi, miembro del parlamento, terrateniente e industrial, y junto a su mujer, Josefine Skywa, alma de numerosas reuniones sociales. La voluminosa casa, de sobriedad neoclásica, se construyó en un exclusivo barrio cerca del Palacio de Schönbrunn y se articula en torno a un vestíbulo de dos plantas con un artesonado ornamental.
Su neoclasicismo no es óbice para un toque Art-Decó provocado por sus elegantes pilares estriados, y el carácter oficial de la fachada principal quedó reforzado por las dos figuras de los frontispicios realizadas por el escultor Hanak. Contrasta con la fachada interior y privada, con miradores y retranqueos.
Urbanización Klosehof, 1923-1925. Philippovichgasse, 1, Viena
Tras la I Guerra Mundial, el partido socialdemócrata que gobernaba Viena aprobó un programa para la construcción de viviendas sociales y Hoffmann fue uno de los primeros arquitectos en recibir el encargo de construir un polígono residencial. Klosehof está formado por 140 viviendas en el barrio de Döbling; el arquitecto habilitó la construcción de bloques de cinco plantas en un amplio solar en cuyo centro quedó una torre de viviendas de seis plantas con espacios infantiles en la planta baja y cuatro viviendas pequeñas por planta en los pisos superiores.
El complejo fue proyectado como un edificio sencillo de un cuerpo con revoco impermeable; al principio, estas superficies contrastaban con las ventanas pintadas de rojo que sobresalían de la alineación del revoco.
Casa Sonja Knips, 1924-1925. Nußwaldgasse, 22, Viena
Esta casa es la última residencia vienesa que Hoffmann construyó y su propietaria, retratada por Klimt, era promotora de la Wiener Werkstätte.
En la distribución de sus volúmenes, la casa toma de nuevo como referencia el Arts and Crafts: un edificio de un cuerpo asimétrico muestra una interpretación casi sobria de la fachada, con ventanas alargadas. La superficie de esa fachada está dividida por pequeños ornamentos romboidales.
La distribución de los espacios en el interior muestra una funcionalidad al servicio de una nueva sobriedad. La gran sala-vestíbulo se comunica visualmente con el comedor a través de unas puertas de vidrio con la misma altura que las paredes. Tres Klimt estuvieron aquí: Árboles frutales, Adán y Eva y el propio retrato de Knips.
La propietaria de la casa murió en 1959 y el edificio, por suerte, se conserva.
Colonia de la Werkbund, 1930-1932. Veitingergasse, 79-85, Viena
La precedió la urbanización Laxenburgerstrasse, planificada en plena crisis económica mundial, en la que predomina la racionalidad (iluminación natural, proyección horizontal racional), pero rescatamos la Colonia de la Werkbund porque Hoffmann fue miembro fundador de la Österreichischer Werkbund.
Se trata de una colonia modelo inspirada en una realizada en Stuttgart en 1927 para la Deutscher Werkbund. Además de Hoffmann, participaron en su construcción Rietveld, Loos, Hugo Häring… Se realizaron setenta casas y Hoffmann contribuyó al proyecto con cuatro alineadas y basadas en dos tipos de planta distintos cuya simetría estaba invertida como el reflejo de un espejo, de modo que las casas ubicadas en las esquinas y las situadas en el centro se correspondían recíprocamente.
Son dignas de mención las cajas de las escaleras, totalmente acristaladas, que se elevan sobre el edificio de una planta y facilitan el acceso a la terraza de la cubierta. Aunque no transmiten el carácter experimental de la arquitectura vanguardista, sí personifican el espíritu de una modernidad sólida.