El rebobinador

Georges Rouault: ratas y ratones como antiguas hadas

Georges Rouault. Homo Homini Lupus, 1944-1948
Georges Rouault. Homo Homini Lupus, 1944-1948

Nació en un sótano de París en 1871, durante las matanzas de la llamada “semana de la sangre” de la Comuna, así que, a lo mejor, algo tuvo de destino que la obra temprana de Georges Rouault, la fechada de 1902 a 1914, se pusiera del lado de la piedad hacia las pobres y la acusación a los enriquecidos. Era entonces un pintor social.

Solo mínimamente, en esos comienzos, se interesó por el fauvismo: su exaltación del color y sus pinceladas chorreantes se enmarcaban en unas búsquedas figurativas que él no compartía. Antes bebió de la influencia de Daumier, Rembrandt y Goya y se interesó por el dibujo: un dibujo en el que las líneas se retuercen sobre sí mismas, se deforman y aprietan en nudos de dolor. En su opinión, la paleta de los fauvistas distraía la atención de lo que debía ser el centro de la imagen, por eso sus telas, gouaches y acuarelas tendían a la tonalidad única, un azul de metileno que a veces aclaraba y otras hacía más sombrío y profundo. En el núcleo figurativo quedaban burgueses, proletarios, prostitutas o payasos.

En su estilo, de corte expresionista, juega un papel importante el catolicismo francés, disgregado en varias líneas de pensamiento y entonces decadente, pero muy sugestivo. Su mayor influencia fue la del escritor y ensayista León Bloy, un católico que vivía con prostitutas y gente humildísima, cuya obra está dominada por el ardor místico. Mantenía una dialéctica de pobres contra ricos y justificaba las revueltas de los primeros.

Bernard Dorival, biógrafo de Rouault, encontraba en algunos libros de Bloy un comentario insustituible de muchas obras del autor anteriores a 1914, aunque el escritor no quería vincularlas a su espíritu; decía que las veía, incluso, más desesperadas y truculentas.

Georges Rouault. Los Poulot, 1905
Georges Rouault. Los Poulot, 1905

Cuando, en el Salón de Otoño de 1905, el mismo en el que quedaron consagrados los fauvistas, el artista expuso Los Poulot, el retrato de una pareja pequeño-burguesa que aparecía en Femme pauvre de Bloy, este escribió: Parece que este artista no sabe concebir más que atroces y vengativas caricaturas. La infamia burguesa ejerce en él una tan violenta repercusión de horror que su arte queda herido de muerte. Se trataba de hacer lo que es más trágico: dos burgueses, hombre y mujer (…). Él ha hecho dos asesinos de barrio.

Más allá de estas palabras, es difícil encontrar una imagen más fiel a su texto: comparten Rouault y Bloy el mismo gusto por lo sombrío, la misma manera de destacar las figuras poniendo de relieve algunos elementos esenciales hasta hacerlos preponderantes.

Decía Rouault de los burgueses: No les reprocho su crueldad ni su egoísmo, inconsciente a veces bajo una bondad fingida, sino más bien el cuidado pedante que ponen en creer que son ellos quienes hacen girar la tierra y aseguran nuestra felicidad al pensar en la suya propia. Cómicos y grotescos si no pretendieran, además, bajo una especie de bonhomía sacerdotal, convertirse en justicieros.

La comprensión, el amor y el reconocimiento del pintor se dirigían, por tanto, a los hijos del sufrimiento y las víctimas de injusticias, aunque sus imágenes de la miseria no tienen intención apologética. Lo que sí albergan es una fuerza premonitoria, una piedad que las eleva a la altura de las figuras simbólicas más doloridas. Los obreros y campesinos, las madres proletarias y las familias de los suburbios de París son sus temas favoritos en los inicios de siglo: el hombre no se distingue del artista.

No era, ni mucho menos, el único en la capital francesa en abordar entonces temas de ese tipo: se habían difundido las ideas socialistas y el movimiento obrero ampliaba sus organizaciones. Sin embargo, su terreno más propicio, la tradición artística del realismo, se había disuelto o se había refugiado en las viñetas. Solo en los dibujos y las litografías de Ibels y Steinlen, estos motivos adquirían una agudeza nerviosa, una energía gráfica poética, pero sin salir del ámbito de la ilustración. En Rouault, en cambio, los contenidos realistas seguían vivos y conservaban un tono elevado.

Además de pinturas, dedicó a los pobres poemas sencillos, elementales en su estructura, pero descarnados. Como estos versos de 1914:

Sueña que en este triste barrio

Todo es bello, todo es luminoso

De una a otra punta del año

Y que las ratas y los ratones

Son solo antiguas hadas

Que mañana recobrarán

Su brillante librea.

Duerme, mi amor.

Solo la miseria te hará

De padre y de madre.

Pero tú sigue soñando que la miseria no existe.

Estos asuntos, junto con los de los jueces y los payasos, vuelven a aparecer en sus series de litografías Guerre y Miserere, realizadas entre 1914 y 1927. En estas hojas, su visión pesimista de la vida se revela con claridad; pueden evocar las palabras de su amigo León Bloy: En la horrible traslación del útero al sepulcro que se ha dado en llamar vida, llena de miserias, lutos, mentiras, desilusiones, podredumbre…

Su obra parece traslucir que Dios está ausente del mundo, pero no por eso la protesta que sugiere es menos contundente. A partir de 1930, realizó obras según un modelo fijo: la fuerza expresiva fue decayendo en la repetición metódica de densas pastas cromáticas.

Georges Rouault. Biblical Landscape with Two Trees, 1952
Georges Rouault. Biblical Landscape with Two Trees, 1952

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