NOMBRE: Florencia
APELLIDOS: Rojas
LUGAR DE NACIMIENTO: Córdoba, Argentina
FECHA DE NACIMIENTO: 1984
PROFESIÓN: Artista
A nuestra última fichada, Florencia Rojas, tenemos que empezar dándole la enhorabuena: hace más o menos dos semanas, obtuvo el premio Impulsarte en la última edición del Festival Hybrid, que organizan los espacios artísticos independientes de Madrid. Un jurado formado por Eugenio Ampudia, Carmen Dalmau y Cándela Álvarez Soldevilla reconoció su pieza de vídeo Una historia clínica, que se proyectaba en bucle junto a una fotografía de 1975 de un jugador de rugby. Ambas técnicas son las más frecuentes, sobre todo la última, en la producción de esta artista: el vídeo nos presentaba una sucesión de olas en el mar, traducida cada una de ellas por una frase científica que poco puede revelar al espectador común aisladamente, pero que añadía a nuestra visión del agua complejidad y poesía. Ese oleaje sugiere tiempo, como la datación de la imagen fija, en la que el deportista es también paciente médico, equiparándose su carrera deportiva al desarrollo de la enfermedad. Descubrimos entonces que los subtítulos del mar son su historial médico conforme avanzan los días.
Esta obra premiada da cuenta de los intereses de Florencia (lo que habitualmente escapa a representaciones y pantallas, artísticas y no; las consecuencias del paso del tiempo) y de sus procedimientos (la repetición como medio para generar un hábitat propio en las piezas y para escapar a la actual tendencia al avance continuo) y llega después de que haya presentado muestras individuales en la Diputación, la Universidad y la Escuela de San Telmo de Málaga (ella creció en Torremolinos) y en la Galería 6más1 de Madrid, y de que haya participado en múltiples colectivas desde 2009, en espacios como Matadero Madrid, el CAC Málaga, Addaya Centre d´ Art Contemporani, el Museo del Carmen valenciano, La Térmica, el Museo de Almería, el Carmen Thyssen, el Museo de Alicante o la Fundación Caja Granada.
Para cerrar el capítulo de presentaciones os contamos que Rojas, que actualmente cursa un postgrado en arte contemporáneo en la Universidad de Málaga, fue residente en el Addaya Centre en 2011, ganadora del certamen VEGAP Propuestas 2012 y tercer premio en Málaga Crea ese año. Obtuvo el primero en el premio Desencaja 2014 del Instituto Andaluz de la Juventud y también ha participado en los Encuentros de Arte de Genalguacil y en las Residencias de Bilbao Arte. Este mismo año, además, ha recibido una de las Ayudas a las Artes Visuales de la Comunidad de Madrid.
Nos cuenta Florencia que para ella la dedicación al arte fue un camino natural, al permanecer cercana a él desde la infancia. Hay algunos regalos que encaminan rumbos no premeditados: Empecé a trabajar como artista aproximadamente en el año 2008. De pequeña crecí en contacto constante con el mundo del arte y la cultura: estudié siete años en el conservatorio de música, mis padres y su entorno estaban relacionados con el mundo de la creación y todo eso supongo que desarrolló en mí una sensibilidad artística. Luego pasé un periodo largo de apatía adolescente y finalmente me regalaron una cámara de fotos. Nunca decidí ser artista, de forma intuitiva mis imágenes fueron conformando proyectos y, tras finalizar un máster de fotografía, empecé a participar poco a poco en el circuito expositivo.
Como avanzábamos, le interesa lo que queda fuera del foco de la atención masiva, en un sentido amplio, del cuerpo a los espacios. Últimamente se ha fijado en los cobijos ocultos, de ayer y hoy, que escapan al ojo ajeno por deseo o por necesidad, y ha querido trasladar a sus obras su atmósfera íntima y su clima propio sirviéndose de esa repetición que es una vía de afirmación de la diferencia: Mis propuestas han avanzado de un interés en asuntos relacionados con el espectáculo masivo y el desacuerdo con los modos de representación que en él tienen lugar (especialmente el control sobre el cuerpo) hacia lo que queda fuera de la representación, fuera de las pantallas.
Actualmente trabajo sobre la idea de refugio, sobre lo invisible, lo oculto, lo velado, los agujeros negros, los secretos, lo que está bajo la tierra. Existe un punto de intersección entre lo político y lo poético en este campo semántico, ya que desde la intuición poética de escrutar refugios alegóricos he llegado a espacios históricos invisibilizados que requieren una reflexión crítica. Un refugio puede ser una madriguera, pero también puede ser un búnker de la Guerra Civil.
Por otro lado, también me interesa entender el propio proceso artístico como refugio o escondite. Me gusta establecer sistemas de trabajo repetitivos, rondar siempre el mismo espacio (el parque Dehesa de la Villa o el río Genal), establecer una suerte de ritual aparentemente improductivo, un esfuerzo humilde para generar un tiempo propio, invisible, ajeno a su explotación económica. Existe en esta repetición un componente poético y, asimismo, lo vivo como un discreto acto de resistencia.
Sus referentes son muy variados; cita a fotógrafos y cineastas que comparten con ella esa mirada atenta a lo tradicionalmente rechazado por cánones y convenciones visuales que continúan vigentes, al lado humano y natural próximo y olvidado. También a literatos y críticos: Hoy en día recibimos tantos estímulos que es difícil determinar qué te influye. Puedo dar un mosaico de nombres de artistas que admiro, como Tacita Dean, Sophie Calle, Diane Arbus, Louise Bourgeois, Marcel Broodthaers, Hito Steyerl, Martha Rosler, Allan Sekula, Albert Renger-Patzsch, Félix González-Torres, Xavier Ribas, Rineke Dijkstra… También tengo que mencionar a cineastas como Patricio Guzmán, Léos Carax, Ingmar Bergman, Jean-Luc Godard, Alain Resnais -especialmente su película Hiroshima mon amor, fue importante para mí-, Ulrich Seidl o Lucrecia Martel. Me marcó a principios de carrera todo el archivo de la Salpêtrière, la iconografía de la histeria; eso me llevó a leer a Didi-Huberman y a entrar en contacto con el feminismo de Simone de Beauvoir, de Paul B. Preciado, Virginia Woolf… Tengo que mencionar a nivel teórico a José Luis Brea y, por último, a amigos cuyo trabajo admiro, como Juan del Junco, Julian Rosefeldt, Regina de Miguel y el poeta David Leo García.
Como nos contaba, una cámara llegó a sus manos de forma más o menos casual, y no ha dejado de utilizarla desde entonces: a través de la fotografía, además de expresarse, ha logrado progresivamente encauzar proyectos reflexivos y críticos. Con ella comunica y con ella investiga, aunque el vídeo vaya ganando tímidamente presencia en su obra: El lenguaje principal con el que trabajo es la fotografía, empecé a expresarme de forma intuitiva a través de la cámara cuando tenía unos 20 años y no he dejado de hacerlo. Más tarde he podido entender mejor el medio y la satisfacción que me produce. Por un lado, me gusta la idea de “captura”, es decir, la búsqueda de una imagen, hallarla y capturarla (esto me seduce más que la idea de la creación que puede llevar a cabo un pintor desde un lienzo en blanco). Por ejemplo, buscar intensamente una entrada a un refugio, encontrarlo y registrarlo. El momento de la toma, el disparo, es importante. Cuando estoy en situación de disparar, toda mi persona está entregada a eso y a nada más, me genera adrenalina y me hace olvidar por un rato todas mis preocupaciones, suena cursi, pero es así.
También disfruto mucho articulando un proyecto a nivel conceptual y formal poco a poco, siempre he trabajado simultáneamente en la investigación teórica y visual, mis imágenes llevan la carga comunicativa más allá de lo presentado visualmente. Actualmente soy doctoranda en Bellas Artes y me gustaría que mi tesis funcionara como un libro expandido; la fotografía no solo es una herramienta de expresión, sino también de investigación. Me interesan los estudios visuales, es decir, la reflexión en torno al régimen hipervisual que habitamos; en ese sentido me gusta trabajar con la fotografía por ser el lenguaje más expandido fuera de la expresión artística, el más democratizado y también el más denostado. Trato pues, usando ese mismo instrumento, de crear narraciones o relatos reveladores de lo que suele permanecer invisible en el imaginario dominante.
Incorporo el vídeo también a mis propuestas, cada vez me gusta más, aunque suelo pensar mucho más en imagen estática. Tengo vocación de fotógrafa.
El primer proyecto que elige contarnos, entre los fundamentales en su producción hasta ahora, es eminentemente fotográfico y en él trabaja actualmente. Recuerda los restos de la Guerra Civil que perviven en la Dehesa de la Villa madrileña, donde tuvieron lugar escaramuzas y choques sangrientos y se conservan trincheras, algún refugio y búnkers que suelen pasar desapercibidos a los paseantes: Mi proyecto principal siempre es aquel en el que esté trabajando en ese momento. Ahora mismo me encuentro trabajando sobre el parque Dehesa de la Villa, en Madrid; el proyecto se titula Un incendio en el subsuelo. El parque funciona como paradigma de espacio invisibilizado por ser contenedor de restos arqueológicos de refugios de la Guerra Civil que se encuentran sin señalizar ni conservar. Se trata de generar un relato visual sobre este territorio dividiendo el espacio por estratos: el subsuelo ocupado por los vestigios mencionados, la superficie que cubre los vestigios formada por distintos tipos de vegetación, los caminantes que pisan ingenuos los restos mencionados y, por último, el cielo de la Dehesa, poblado de antenas de telecomunicaciones y meteorología. Estoy llevando a cabo una clasificación fotográfica que funcionará como una narración vertical.
También reciente, de este pasado verano, es su serie En los mismos ríos entramos y no entramos, [pues] somos y no somos [los mismos], que llevó a cabo durante los Encuentros de Arte de Genalguacil y que conjuga, esta vez, fotografía y vídeo. Muchos sabréis a qué filósofo de Éfeso apunta el título y el espíritu de la obra. También Quevedo decía que solo lo fugitivo permanece y dura: El título es una cita del filósofo Heráclito que hace alusión a la idea de cambio y flujo constante. Establecí un ritual de trabajo en el que cada día iba a la misma hora al mismo punto del río, tomaba la misma fotografía del agua usando los mismos parámetros en la cámara y me daba un baño. En posproducción fui midiendo los cambios de color del agua del Río Genal durante los primeros catorce días de agosto. El resultado fue un conjunto de catorce fotografías prácticamente iguales, en las que evidencié los cambios sutiles de tono, saturación y luminosidad que hubo cada día. También grabé en vídeo una lona con el texto de Heráclito corriendo por el río en el que se observaba cómo el texto iba deformándose dentro del agua.
Como estáis viendo, la reflexión sobre el tiempo y sus efectos sobre el organismo, la naturaleza, los escenarios de sucesos históricos… es una constante en la obra de Florencia. Otra es, como ella explicaba, la mirada a lo que no se nos revela o deliberadamente se nos esconde, con y sin intención; la dicotomía entre lo que podemos saber y lo que no: El proyecto Luna-Lager Bunker surgió de la necesidad de contar una historia que debía permanecer oculta. La materia prima de la que partí para desarrollar el proyecto era un secreto. El título se refiere a un búnker de la Segunda Guerra Mundial que permanece oculto en un parque al norte de Berlín. Trabajé en varios espacios oscuros como una madriguera, una mina de oro, una sala de cine, una cama y también en los secretos que se contaron al oído algunos amigos en la cadena Das Geheimnis. A nivel narrativo busqué estrategias audiovisuales que me permitieran mantener el punto de tensión entre lo revelado y lo indecible. Para distorsionar el sentido y provocar la ocultación, acudí a varias formalizaciones tales como escribir en el cuerpo letras que desaparecen imposibilitando la lectura del texto – vídeo Prólogo – , cruzando finales de películas que forman un fantasma visual que difumina lo escrito – Epílogo –, o mostrando simultáneamente en una compleja estructura imágenes del interior de un búnker y del interior de una cama – Primer acto –.
¿Queréis saber dónde encontrarla? Son varios sus proyectos próximos, y uno el estudio compartido al que acudir para saber más de los procesos de creación de sus imágenes: El próximo 16 de octubre se inaugura la exposición colectiva titulada “Lo que permanece oculto” en el espacio OTR (Madrid), en la que tengo el placer de participar. La muestra ha sido comisariada por Marlon de Azambuja.
En febrero de 2019 realizaré un solo project en la feria Hybrid (Madrid), como parte del premio que recibí en la convocatoria Impulsarte.
El público puede encontrarme en el estudio que comparto en Carabanchel (Madrid) junto a Julia Llerena, el colectivo Somos Nosotros, Esther Merinero y Atozki. Nuestro espacio se llama #Ey!Studio.
También podéis saber más en su web: www.florenciarojas.com