NOMBRE: Federico
APELLIDOS: Miró
LUGAR DE NACIMIENTO: Málaga
FECHA DE NACIMIENTO: 1991
PROFESIÓN: Artista
Hace un par de semanas os hablamos de Federico Miró con motivo de su participación en la última edición de los Circuitos de Artes Plásticas de la Comunidad de Madrid: hasta el 19 de marzo podemos contemplar en la Sala de Arte Joven parte de su proyecto La densidad de la urdimbre, pinturas que evocan a la vez tapices e imágenes digitales, aunando miradas a aparentes conceptos contrarios: los procedimientos manuales y los tecnológicos, la naturaleza y el artificio.
Es (casi insultantemente) joven, pero el currículum de este artista malagueño, licenciado en Bellas Artes y Máster en Investigación en Arte y Creación de la Universidad Complutense, es ya muy sólido: ha presentado individuales en la Facultad de Bellas Artes de su ciudad (en 2013) y en la Galería Marta Cervera (en 2014); desde 2011 viene participando en numerosas colectivas (en el Museo Picasso, el CAC Málaga, la Casa de Velázquez, la Galería GACMA o el MAD de Antequera, entre otras muchas sedes); ha obtenido becas de la Casa de Velázquez, la Fundación Bilbao Arte y la Academia segoviana de San Quirce y en solo cuatro años ha recibido premios como el de Pintura de la Universidad de Málaga (2013), el segundo en el XXI Certamen Jóvenes Pintores de la Fundación Gaceta de Salamanca y el citado de los XXVII Circuitos de Artes plásticas. También fue finalista del Focus-Abengoa y el Griffin Art Prize en 2015, año en el que quedó seleccionado en el 30º Premio BMW; en 2016 obtuvo, además, una mención especial en MálagaCrea.
Federico es uno de esos jóvenes creadores que prueban que, si la pintura nunca murió pese a las ganas de algunos, en los últimos años no solo no es una técnica obsoleta sino que vive un renacimiento a celebrar: su trabajo minucioso se aproxima al virtuosismo y en él vierte reflexiones en absoluto aceleradas sobre la necesidad de compaginar nuestro vivir rodeado de tecnologías que priman la rapidez y el consumo irreflexivo con el disfrute de nuestra vertiente esencial ligada a la naturaleza o a la tradición. No solo reivindica lo artesanal en tiempos acelerados a través de pinturas que a menudo evocan telas tejidas y a la vez píxels y en las que suele hacerse muy presente el paisaje; también defiende que la integración de los métodos pasados con los nuevos avances puede dar lugar a resultados enriquecedores. Y lo hace desde la propuesta razonada, más que desde la crítica abierta.
Como a todos nuestros fichados, le preguntamos cómo germinó en él la idea de dedicarse a la creación. Y como en la mayoría de los casos, la decisión fue fruto de un proceso natural más que de un momento de inflexión: No hubo ningún punto concreto en el que me planteara ser artista o no. Las cosas fueron sucediendo sin tener que tomar decisiones drásticas. Paso a paso fui fijándome metas a corto plazo y adoptando decisiones sin ninguna pretensión y a veces por trabajo, a veces por insistencia o por suerte se han dado las circunstancias para que me encuentre en esta situación. La verdad es que provengo de una familia con una fuerte sensibilidad artística, recuerdo a mi abuelo pintando cuadros en su propia tienda de Bellas artes, a mi tía tocando el piano, a uno de mis tíos escribiendo poesías… e incluso a mi propia madre con su blog de dibujo a cuestas. Por tanto, en ese entorno fue muy fácil tomar la decisión de emprender la carrera de Bellas artes.
Comencé la licenciatura de Bellas Artes en Málaga simplemente porque me gustaba. Sin pensar en qué haría después o a qué me dedicaría. Fueron pasando los años y tuve la suerte de coincidir con grandes profesores y artistas como Carlos Miranda, Javier Garcerá o Blanca Montalvo que me hicieron crecer como alumno y supieron orientarme para dar lo mejor de mí y descubrir, finalmente, la pasión por la pintura.
Más tarde, y con las cosas mucho más claras, inicié mi andadura madrileña completando mi formación con el Máster en Investigación en Arte y Creación de la Universidad Complutense de Madrid. Esta experiencia me aportó una nueva perspectiva artística y me permitió conocer a otros compañeros y agentes del mundo del arte. Nada más finalizar el máster tuve la fortuna de que me concedieran una residencia en la Casa de Velázquez y al acabar esta residencia, decidí quedarme en Madrid a probar suerte. Y con mayor o menor fortuna ya llevo 3 años.
No es el primer fichado que nos hace pensar en la importancia de un entorno familiar propicio, o al menos no abiertamente complicado, en el inicio de una carrera artística.
Como adelantábamos, los ejes de su trabajo los marcan conceptos que pueden parecer antagónicos pero cuya fusión él defiende. Le interesan la naturaleza (no domesticada) y su abstracción, lo tecnológico y la tradición, pero todo debemos –como espectadores inteligentes- intuirlo en una contemplación lenta, porque no nos encontramos ante paisajes desvelados: juega con lo que se oculta y lo que se muestra, dando sentido a cada mancha o cada franja a través de su contexto: La naturaleza es un personaje principal de mi obra debido a mi atracción por el Romanticismo, y porque es precisamente en los paisajes donde encuentro un remanso de paz a donde huir del bullicio urbano. Vivimos en una época en que las nuevas tecnologías copan gran parte de nuestro día a día. Pero no podemos olvidar que la naturaleza es la que nos proporciona cosas tan básicas como el respirar, el comer o el placer que experimentamos con solo contemplarla. Además, la naturaleza nos invita a detenernos, a respirar profundamente y a observar más allá de una pantalla, lo que no deja de ser una curiosa paradoja con la atmósfera codificada que represento en mis primeras series.
Por su parte, la idea del tapiz me interesa porque es un trabajo artesanal y rudimentario que huye de la instantaneidad que impregna el mundo actual e invita al espectador a detenerse y a pensar en lo realmente esencial.
La selección de los motivos ornamentales que imprimo en mis últimas creaciones responde a mi interés por la abstracción del paisaje por un lado, y por otro, a la relación con los bordados en terciopelo propios de la cultura popular malagueña.
Mi obra no es una crítica feroz al sistema, aunque sí una llamada de atención. En un momento en que las nuevas tecnologías absorben absolutamente nuestra vida cotidiana y se han incorporado plenamente al discurso artístico (como herramienta, como estrategia y también como ideología), reacciono sumergiéndome en las cualidades físicas de lo pictórico y en un tema tradicionalmente tan recurrente como el paisaje.
Sus referencias son diversas; españolas e internacionales, y no se limitan a artistas más o menos canónicos, también a creaciones populares: Me gusta ver de todo y acercarme a propuestas que a priori no tienen nada que ver con mi trabajo personal.
Cuando estoy investigando centro mi atención en artistas que trabajan cada una de las dos vertientes que plasmo en mi trabajo. Por un lado, me fijo en artistas que codifican la imagen como Andy Denzler, Cristiano Pintaldi, Miha Strukelj, Dan Hays, Dirk Skreber y por otro en artistas como el español Simeón Saiz que transmiten la impresión de tapiz al lienzo. Tampoco quiero olvidarme de grandes maestros del Romanticismo como G.D. Friedrich o Turner que fueron los que me despertaron el interés por el paisaje. Por último, encuentro en la cultura popular malagueña, y concretamente en los artesanos de su Semana Santa (orfebres, imagineros, bordadores…) una gran fuente de inspiración.
En cuanto a técnicas, Federico trabaja fundamentalmente con pintura acrílica, pero no solo, y entiende el medio como parte integrante y no menor de su mensaje: Desde el momento en el que uno empieza a trabajar debe tomar decisiones y resolver problemas que se plantean o surgen, entre ellos qué formato utilizar.
Nada es aleatorio, y el formato, al igual que la técnica y el material empleados, deben ser acordes a lo que se quiere transmitir. Pienso que mis obras piden grandes formatos, aunque también es cierto que últimamente me he sentido cómodo con formatos más pequeños.
En lo que respecta al material, he encontrado en el acrílico mi mejor aliado gracias a sus cualidades tanto físicas como cromáticas, aunque también aporto matices y acabados con diferentes tipos de tinta.
Antes de trabajar en La densidad de la urdimbre, el proyecto que le ha llevado a exponer en la Sala de Arte Joven, Miró dio forma a dos proyectos que fueron el germen de sus posteriores indagaciones en esa dualidad entre lo natural y lo artificial. Se trató de Hasta donde la mirada alcance y El ojo sorprendido, y él nos explica sus nexos comunes: Son proyectos pictóricos en los que manejo el juego de contrarios (natural-artificial) creando una atmósfera tecnológica codificada con detalles vegetales que evocan un paisaje real y natural. Para enfatizar más la filosofía de opuestos, en el cuadro se pueden observar unas líneas rectas amarillas que simulan lo ‘mecánico’, lo artificial, lo realizado por medios tecnológicos (reproducción en serie, industrialización, ejecución inmediata…); contrastando con la manera tan elaborada, minuciosa y rudimentaria con la que se ha realizado. Cada franja de pintura cobra sentido según se suma a las demás, como una imagen digital es la suma de muchos píxeles. Todo ello sabiendo que en realidad hablamos de pintura. La conjunción de lo mecánico, de lo repetitivo y previsible con el fluir aleatorio de la naturaleza ha dado lugar a un paisaje encubierto con capas mecánicas de pintura que desvelan, en ocasiones, motivos paisajísticos (visibilidad- invisibilidad).
Por su parte, en La densidad de la urdimbre se mantiene ese interés por las posibilidades de la unión entre lo artesanal y lo maquinal, acentuándose la referencia al telar: Mi investigación se centra en el estudio de lo artesanal y la tradición del bordado en terciopelo, los tapices y los telares, que hacen referencia a mis orígenes malagueños y a su cultura popular. Me apropio de los inertes motivos vegetales del bordado, que es, según yo lo entiendo, otra manera de codificar y abstraer la imagen. La textura aterciopelada que se genera a través del procedimiento que utilizo, me sirve para representar detalles vegetales artificiales, sacados de diferentes géneros ornamentales muy presentes en la arquitectura y la artesanía de mi ciudad.
Sus primeras obras de La densidad podéis disfrutarlas, hasta el 19 de marzo como dijimos, en la Sala de Arte Joven; después viajarán a LAboral (Gijón) y a la Sala Borrón de Oviedo. Y, aunque los juegos con la percepción que proponen sus obras adquieren verdadero sentido in situ, siempre podéis conocer mejor a Federico en su completa página web: www.federicomiro.com