El próximo 24 de febrero tendrá lugar en el Teatro Real de Madrid el acto de entrega de los Premios Iberoamericanos de Mecenazgo, que en su quinta edición premian la labor de dos matrimonios que destacan por su contribución filantrópica al mundo del arte y la cultura: los estadounidenses Daniel y Estrellita Brodsky y los españoles Fernando y Carolina Masaveu. Pese a la gran importancia de estos galardones, que congregarán esa noche a más de cien coleccionistas, mecenas y empresarios, además de responsables de fundaciones y museos, no todo el mundo sabe de su existencia ni de la de la Fundación Callia, cuya creadora, Carmen Reviriego, es la impulsora de este reconocimiento a quienes dedican su fortuna, pero también su tiempo, al disfrute y la promoción del arte. Aprovechando un hueco en su ocupada –y viajera– agenda, hemos podido conversar con ella para conocer de primera mano el origen y el motivo de la creación de estos premios.
Sabemos que siente pasión por el tema del mecenazgo y bastan unas pocas palabras para darnos cuenta de que lo suyo es algo vocacional, pero ¿en qué momento decide que debe dar el paso de crear la Fundación Callia y dónde tiene esta su origen?
Callia significa hermoso en griego, en el sentido más profundo y humano de la belleza, la belleza interior. Aunque yo siempre he trabajado para grandes patrimonios y siempre he estado muy vinculada con el tema del mecenazgo y de los patrocinios, la semilla de la Fundación Callia nació hace diez años a raíz de un viaje que hice a América Latina. El motivo de aquel viaje era que quería escribir un libro y quería conversar con los grandes mecenas y filántropos a propósito de cuáles eran sus motivaciones para querer compartir su riqueza con los demás. Así que agarré mi maleta, mi mochila y mi ordenador y me fui hasta Chile, a Colombia, a México…, a charlar con todas esas personas. Después, también hablé con filántropos y mecenas españoles y el resultado de todas aquellas conversaciones fue un libro que titulé La Suerte de dar, que es el germen de todo lo que ha venido después. Lo llamé así porque todos estos grandes mecenas comparten un sentimiento, dicen que son ellos los que se sienten afortunados; y “la suerte de dar” es lo que sienten cuando comparten lo que tienen con los demás. Decía Luksic (se refiere Reviriego al filántropo chileno) que es un vicio, que cuando uno empieza a dar ya no puede parar.
Por otro lado, me planteaba otra reflexión. Mi compañía siempre ha mirado mucho hacia Latinoamérica y yo me daba cuenta de que allí no ocurría como en el mundo anglosajón, donde a las personas les cuesta mucho menos hablar de su compromiso social. Yo he hecho mucho esfuerzo para que el mecenazgo estuviera dentro de la filantropía, integrando el arte como una causa social más, como son la educación o la sanidad, pero históricamente hay una especie de creencia de que el arte y el mecenazgo son cosa de ricos y no es así, el mecenazgo es algo para toda la sociedad.
¿Por qué los mecenas iberoamericanos no levantan la mano cuando hacen una donación? Porque es una cosa cultural. Quiero decir, ¿por qué en Estados Unidos un señor que empezó en su garaje y creó un emporio y además una fundación que ha conseguido erradicar la polio de África es un héroe y, aquí, un señor español que también comenzó en un garaje y también ha creado un emporio y miles de puestos de trabajo y tiene un compromiso social, cuando hace una donación es sospechoso? Es un tema cultural y a raíz de pensar en este tipo de cosas fue cuando me planteé que quizás había algo que yo pudiera hacer para cambiar eso y, volviendo a la pregunta inicial, fue entonces cuando cree la Fundación Callia y empecé a hacer iniciativas sociales como “La suerte de dar” y los Premios Iberoamericanos de Mecenazgo.
Háblenos de los Premios, de los que se dicen que son una “gran incubadora de mecenas”.
Lo que hacemos es congregar a grandes mecenas y filántropos para que compartan su experiencia desde el corazón. Es una gala muy emotiva. Los juntamos con otras personas que tienen la capacidad de ser también mecenas para así inspirarles, que es la gran misión de los Premios. Pensé que la necesidad que había en Iberoamérica era doble, por un lado reconocer la labor de estas personas que tienen la generosidad de compartir su riqueza y su tiempo con la sociedad. En la mayoría de los casos, lo que tienen se lo han ganado trabajando muy duro, así que lo que hacen es un acto de pura voluntad y generosidad. Reconocerles esto era importante para mí. Y, luego, está esa parte de inspirar a los demás a través de su ejemplo y del relato de su experiencia vital, para que los invitados salgan de allí sobrecogidos, emocionados y con la convicción de lo importante que es apoyar el arte.
Este año celebran ya su quinta edición pero imaginamos que ponerlos en marcha no fue fácil, ¿cómo se crea algo tan importante de la nada?
Ha sido mucho trabajo pero he contado con mucha ayuda para poder crear unos premios tan potentes y poderosos. He tenido siempre de mi lado a Patricia Phelps de Cisneros, el gran ejemplo del mecenazgo, no solo iberoamericano sino en general. Posiblemente sea la persona que ha hecho la mayor donación al MoMA con su colección de arte latinoamericano y reconozco que me ha apoyado mucho. También ha habido otras personas importantes, como el director del Museo del Prado o Carmen Iglesias, en el jurado.
Fernando Masaveu y Carolina Compostizo, por un lado, y Daniel y Estrellita B. Brodsky, por otro, son los ganadores de 2019. ¿Qué destacaría de ellos?
En el caso de Fernando y Carolina, tercera generación de mecenas, se trata de una pareja de mecenas impresionante. La Fundación María Cristina Masaveu Peterson lleva muchos años haciendo iniciativas sociales, exposiciones, ahora inauguran un nuevo espacio en Madrid, nos han traído a Julia, que está la ciudad enamorada de esta maravillosa pieza de Plensa… Todas estas son cosas que suman.
En el caso de los Brodsky, se les premia por la enorme labor de él en el Metropolitan, puesto que es uno de los principales donantes, con lo que eso significa económicamente, y por su dedicación. Daniel es uno de los desarrolladores inmobiliarios más importantes de Estados Unidos, no sale de su empresa, del MET y de su familia, con lo que traerlo a los Premios ya ha sido toda una hazaña. Además, tienen una fundación familiar, la Brodsky Family Foundation y ellos hacen una labor enorme becando a artistas y a conservadores en los principales museos del mundo; han creado Another Space, que es un espacio maravilloso en el barrio de Chelsea, en Nueva York, donde están constantemente organizando charlas y exposiciones. En fin, es una entrega total. Y Estrellita, que es Doctora en Historia del Arte es, por sí misma, junto a Patty Phelps de Cisneros, la gran mecenas de Nueva York, que ha hecho del arte su razón de ser.
Me interesa también que nos hable del galardón y del hecho de que haya dedidido que este sea una pieza realizada por una artista mujer.
Podríamos haber pensado en dar un premio y ya, pero hemos querido que sea algo más que eso. Yo, en todo lo que hago intento optimizar al máximo. Como empresaria estoy constantemente optimizando, vuelo 300 horas y estoy 141 días al año fuera de mi casa y en todo lo que hago me entrego al cien por cien. Por eso pensé que este podía ser un buen espacio para darle visibilidad a una artista mujer, porque la desigualdad sigue siendo grandísima. Por eso decidimos llamar a esta iniciativa “Arte por la igualdad” y cada año seleccionar a una artista para que creara el premio. A mí me gusta que todo sea de verdad y, por ejemplo, en el caso de Amparo Sard, que fue la artista elegida el año pasado, considero que es una artista de verdad, que tiene ya un lenguaje propio, cierto reconocimiento y el que se le de visibilidad en estos Premios, a los que acuden los más grandes coleccionistas y mecenas, a través de un vídeo sobre su trabajo o que los premiados tengan una obra suya me parece que es una forma de darles un pequeño empujoncito y ayudarles a que terminen de posicionarse. Lo mismo sucede con la artista de este año, Leonor Serrano Rivas.
Usted ejerce también una labor de mecenazgo en primera persona, más allá de las acciones derivadas de su asesoramiento a terceros. ¿Qué le aporta esa labor?
Yo, como mecenas, como creadora de la Fundación Callia, pienso que todas las personas deberían de hacer su trabajo y además tener una razón de ser que fuera social. La Fundación Callia no se va a comparar con la Fundación “la Caixa” o con la Fundación MAPFRE, pero todos empujamos hacia el mismo lado, queremos reivindicar la importancia del arte para humanizar. Estoy convencida de que si el hombre no se siente hombre es imposible que se pueda compadecer del otro y la fraternidad es importante. Este es un mensaje que hay que llevar a la sociedad de una forma sencilla; a veces los profesionales del arte somos demasiado metafísicos y nos andamos por las ramas, pero, para mí, si el arte no llega y no acerca el hombre al hombre no es arte, es otra cosa. Es un esfuerzo de todos transmitir el arte a la sociedad.
Hay mucho trabajo que hacer para promover la filantropía en el arte y yo he hecho de ello mi razón de ser.
Y, en general, ¿cómo cree que se está haciendo en España?
Hay un tema que me gustaría mucho avanzar en España. Aquí necesitamos una Estrellita Brodsky, una Patti Phelps de Cisneros, un Jorge Pérez… No tenemos estas figuras que tiren del arte español. Con todo el talento que hay, la presencia de artistas españoles en el circuito internacional del arte es prácticamente inexistente, salvo contadísimos casos como puedan ser Plensa, Barceló, Cristina Iglesias o, ahora, Secundino Hernández. España produce muy poca historia y nos faltan mecenas que empujen el arte español fuera de nuestras fronteras. ¿Por qué el arte latinoamericano tiene esa fuerza en Estados Unidos? En todas las conversaciones que he tenido con los mecenas latinoamericanos me han contado cómo llegaron a Estados Unidos de procedencias muy distintas, algunos son ricos de familia pero otros empezaron de cero, y la mayoría de ellos son inmigrantes que se instalaron allí y se encontraron con que la sociedad americana desconocía totalmente sus países y su cultura, la de America Latina en general, y por eso un empeño de todos ellos ha sido mostrar su cultura a través del arte. Otra de las motivaciones, en alguno de los casos, como el de Jorge Perez, es la añoranza de su tierra y el arte se convierte en una forma de reafirmarse personalmente en su cultura. En este sentido, nos diferenciamos mucho de ellos, quizás porque los españoles no sienten esa necesidad de reafirmarse pero, igualmente, es muy importante llevar nuestra cultura fuera y ahora sí que podría haber algunas figuras en España que tendrían esa capacidad de liderar una avanzadilla en los grandes museos. Esto al final es un círculo virtuoso y si los principales artistas españoles están en los principales museos del mundo esos artistas van a tener demanda y van a estar en el circuito del arte, los van a llevar las grandes galerías o van a salir a venta en las grandes casas de subastas internacionales… Un dato: el 50% de las obras de arte latinoamericano que se subastan en Estados Unidos son adquiridas por coleccionistas no latinoamericanos, pero el principal mercado de los artistas españoles está en Inglaterra, porque lo compran coleccionistas españoles.
Volvemos a la idea de que la cultura es una cuestión de base pero, por qué cree que la tendencia en materia política y educativa parece que es concederle cada vez menos atención…
En España hay que trabajar mucho. Este año, por primera vez, vendrá el ministro de Cultura a la gala (a pesar de la nómina de premiados en ediciones anteriores). La sociedad la cambiamos todos: sociedad, empresas e instituciones. Hay que involucrar y hacer las cosas juntos. Nosotros, dentro del ámbito del mecenazgo, somos una gota de agua dentro de una ola inmensa, pero ahí estamos, empujando. La respuesta no está en que los gobiernos pongan más dinero, está en que la sociedad civil se involucre. Cada vez más, es prácticamente imposible que los gobiernos cubran las necesidades culturales. El compromiso social es responsabilidad de todos, igual que el arte es para todos. El arte es lo más democrático que hay.
Además de mecenas es asesora de coleccionistas. Háblenos un poco de esa otra faceta.
Nosotros tenemos Callia para asesorar en la creación de colecciones, no solo desde el punto de vista artístico sino que enfocamos el coleccionismo desde una perspectiva global, porque el arte tiene muchos atributos. Las motivaciones que tiene la gente para coleccionar son variadas, bien porque les gusta, por crear un legado patrimonial para las siguientes generaciones, porque socialmente da prestigio, porque le permite conocer a personas diferentes a las de su ámbito profesional empresarial, porque les da la oportunidad de trascender… Y esto último es muy importante. Tenemos la inmensa suerte de ayudar a coleccionistas que tienen esa inquietud social, que quieren transcender y que prestan sus obras, que en muchos casos van a parar a museos.
Esa es una de las cosas que promueven en la Fundación Callia con iniciativas como “Taller de mecenazgo”, ¿verdad?
Eso es. En “Taller de mecenazgo” hicimos en 2017 una de las exposiciones más importante de arte antiguo en México, en el Museo Nacional de San Carlos. Se llamaba “Del Pontorno a Murillo. Entre lo sagrado y lo profano” e incluía veinte obras del barroco español y europeo procedentes de la Fundación Colnaghi. Fue una de las exposiciones más importantes de México ese año. Hay que pensar que muchas veces los coleccionistas están superocupados y hay que ponérselo fácil y proporcionarles herramientas potentes y consistentes. Nosotros, a través de “Taller de mecenazgo”, somos capaces de cumplir con las expectativas que ellos tienen. Tenemos un Peter Haley preparado para prestarse y ahora, en el Museo de Bellas Artes de Asturias, se está exhibiendo una maravillosa pieza de Carlos Cruz-Díez, depositada por un mecenas.
¿Qué es para usted un buen coleccionista?
Sé que el mecenas bueno es el que da, no me importa la motivación que tenga para coleccionar. Yo diría que el buen coleccionista es el que compra con el ojo, con el corazón y con la cartera, no el que compra por modas.
Por la pasión con la que habla, nos podemos hacer una idea de que el arte es fundamental en su vida, pero ¿qué diría que es lo que el arte le ha dado?
Para mí el arte es una morada, un lugar donde encuentro paz, donde me encuentro conmigo misma y con otras personas con las que compartir. Estar en un museo me da calma, la belleza me da paz. Me siento enormemente privilegiada por ganarme la vida con algo que me da la vida.
Nos despedimos de Carmen Reviriego agradeciéndole su amabilidad y generosidad. A pesar de sus continuos viajes, en los que estamos seguros de que exprime hasta el último minuto de su tiempo para visitar exposiciones y empaparse de experiencias y testimonios, Carmen ha sacado tiempo para seguir publicando libros (en breve presentará el cuarto), es columnista en Forbes y este mes de febrero estrena en la radio mexicana un espacio en el que cada quince días hablará de arte, de tendencias y, por supuesto, de mecenazgo.
Madrid, 23 de febrero de 2019
Una respuesta a “Entrevista a Carmen Reviriego, creadora de los Premios Iberoamericanos de Mecenazgo”
Enrique Martin Martin
Carmen merece todo el reconocimiento del pueblo español y apoyo de la administracion pública.Su pasión por el arte y recocimiento del imprescindible mecenazgo le hacen merecedora de este reconocimiento.