El rebobinador

El Archiduque Fernando del Tirol y el Ferdinandeum de Ambras: sistematización y coleccionismo manierista

Castillo de Ambras, Innsbruck
Castillo de Ambras, Innsbruck

Hace ya algún tiempo hablamos en esta sección de la extravagante wunderkammer de Rodolfo II de Praga, ejemplo emblemático de coleccionismo manierista (y apasionado); hoy hablaremos de otro caso contemporáneo, el del archiduque Fernando del Tirol, cuyos fondos fueron aún mayores.

Recordaremos antes que, allá por la segunda mitad del siglo XVI, los príncipes europeos desarrollaban una intensa actividad coleccionista con pocas fronteras: adoraban lo ecléctico conforme al espíritu de su tiempo. En un principio las piezas que atesoraban se guardaban en Kunstkammer (cámaras de arte, donde recopilaban artificialia, objetos salidos de la mano del hombre) y wunderkammer (cámaras de las maravillas, destinadas a naturalia o tesoros naturales) hasta que ambos espacios quedaron fundidos en wunderkammer que abarcaban naturalia y artificialia y estaban ligadas a la idea de crear colecciones que fuesen microcosmos y resumen de todos los saberes. Coleccionaban por estudio y por placer.

Las wunderkammer acabaron siendo símbolos de la creación divina, lugares para la reflexión enciclopédica sobre el poder creador: no eran espacios para el mero recreo, ni solo de estudio, sino una simbiosis de ambos. Su precedente son los studiolos humanistas, pero estas cámaras tenían un sentido más ecléctico, mágico y erudito: son producto de la extrema curiosidad manierista y contienen pocas imágenes, por su hermetismo. Ya en el siglo XVII, se convertirían en verdaderos museos, dado el deseo de racionalizar sus múltiples objetos, seres, curiosidades…

Dominaba las wunderkammer el principio de excepcionalidad: importaba que sus contenidos fueran especiales, rebuscados, exquisitos, como el propio arte manierista. Se buscaba lo raro en la naturaleza y también reflejar la idea del teatro mundi: estas cámaras se entendían como escenarios donde ocurren los mismos sucesos que se dan en el cosmos. Flota en ellas un espíritu precientífico, en el que se mezclan lo natural y lo sobrenatural, y en su organización prima el deseo de sistematizar: las piezas se ordenan en armarios según categorías, pero paredes y techos también solían estar plagadas de objetos y rarezas, dando sensación de horror vacui.

Volviendo a la colección del Archiduque Fernando del Tirol, ejemplo clásico de sistematización manierista, os contaremos que su dueño estaba emparentado con muchos monarcas y príncipes europeos: era sobrino de Carlos V, primo de Felipe II, cuñado de Alberto V de Baviera y tío del propio Rodolfo II. Fue asimismo amante del arte y protector de artistas, mecenas en los ámbitos de la música y el teatro y coleccionista: guardaba sus fondos en el castillo de Ambras, en Innsbruck, y muchas de sus piezas se siguen conservando allí y también en museos vieneses.

Se trata de una fortaleza de origen romano, regalo de su padre, que Fernando del Tirol engrandeció para habitarla y para que albergase su wunderkammer, que sería visitada por príncipes ilustres en sus desplazamientos por Austria. El archiduque mandó construir alas en su parte baja y allí dispuso la armería, la biblioteca y la Cámara del Tesoro, en un complejo conocido como Museo Ferdinandeum. Contaba con un equipo de conservadores de su confianza para cuidar de sus posesiones, que fueron inventariadas.

La armería también era llamada Rüstkammer y allí se dispusieron bellísimos ejemplares de armaduras, algunas antiguas, de parada o de importante contenido histórico, aunque en unas y otras colecciones se buscaba sobre todo la riqueza, la belleza y el lujo.

La Biblioteca del archiduque se convertiría en una de las más importantes de su tiempo: reunió 4.000 ejemplares encuadernados en piel y ordenados modernamente en secciones como teología, derecho, medicina, historia o arte. Allí mismo se cobijaron sus fondos de pintura, aunque a Fernando del Tirol no le interesó demasiado este arte. Esas pinturas también se ordenaron por secciones: retratos de familia (de la Casa Real austriaca), reyes y príncipes de todo el mundo, galería de mujeres hermosas, emperadores romano-germánicos e individuos ilustres.

Sabemos que el archiduque envió pintores al Museo Giovianum de Como para que realizaran copias de sus colecciones y que también atesoró objetos raros y minerales. Como en la Biblioteca de Alejandría, las obras de arte acompañaban y contextualizaban los textos.

La Cámara artística era el conjunto más rico de Ambras. La conocemos gracias a un inventario datado al morir el archiduque, pero se nombran las piezas sin precisión: se agrupaban según técnica, material y colocación. Pero lo más curioso es su gran afán por ordenar: se trata de un inventario de armarios y cajones. Incluye 16 grandes armarios de madera de pino con 18 cajas, diferenciadas por colores.

Sabemos su contenido:
Caja 1-Azul-Artificialia. Contenía vasos de cristal ricamente labrados, esmaltados y engastados, muchos con formas de animales fantásticos. Hubo una fábrica de vidrio en Innsbruck, en la que se trabajaba con la técnica de Murano. Junto a ellos, se disponían otros objetos ricos: piedras preciosas, oros… siendo la pieza clave el salero de oro de Cellini que había pertenecido a Francisco I de Francia.
Caja 2-Verde-Naturalia. Guardaba objetos de oro, plata, esmalte… y especímenes naturales montados en ricos joyeros. A los príncipes manieristas les gustaba tomar objetos curiosos de la naturaleza y dejar en ellos su impronta. También en esta caja había cuernos de rinoceronte ricamente tallados, conchas, caracolas y otros objetos tomados del mar sobre ricos soportes.
Caja 3-Rojo-Naturalia. Guardaba una espléndida colección de quiritas o piedras tirolesas, de brillo metálico, regalo de los mineros al archiduque.
Caja 4-Blanco-Artificialia. Albergaba instrumentos musicales, como laudes y trompetas; también cuernos de caza ricamente tallados y una cítara decorada con una figura romana de Lucrecia.
Caja 5-Encarnado-Artificialia. Contenía otros objetos: relojes, instrumentos científicos de todo tipo y piezas típicas de las wunderkammer, como autómatas o figurillas que tocaban música.
Caja 6-Gris ceniza-Artificialia. Guardó objetos de piedra, esculturas, bustos clásicos… incluso un ajedrez y una especie de icono de madera de ébano con el tema de la muerte en alabastro, así como mosaicos o colecciones de minerales sin tallar.
Caja 7-Sin color-Artificialia. Contenía objetos de hierro, cerraduras, herramientas de esculpir, para construir armas… y una silla de hierro de caza.
Caja 8-Sin color-Artificialia. Presentaba manuscritos, grabados, rollos de dibujos, libros de torneos, farolillos con imágenes…
Caja 9-Sin color-Naturalia. Contuvo curiosidades ultramarinas y regalos de Carlos V al archiduque, como el penacho de Moctezuma y parte de su tesoro, además de labores de marfil: olifantes, trompas musicales africanas, copas, vasos… y objetos que rozaban lo fantástico, como un trozo de cuerda con la que se decía que se había ahorcado Judas o el tronco de cedro de Líbano que se habría usado para la construcción del Templo de Salomón.
Caja 10-Sin color-Objetos de alabastro.
Caja 11-Negra-Objetos de cristal de Murano, sobre todo piezas de adorno y muchas figuras de la Comedia Italiana.
Caja 12-Sin color-Naturalia. Guardaba labores de coral, estimadas por escasas, como un huevo de avestruz engarzado con ese material o una Crucifixión.
Caja 13-Sin color-Artificialia. Recogía estatuillas de bronce antiguas y modernas, como una Venus sin brazos del siglo XV.
Caja 14-Sin color-Artificialia. Contenía porcelanas y objetos orientales, así como mayólicas tirolesas (vasos de cerveza).
Caja 15-Sin color-Artificialia. Guardó objetos pequeños: gemas, camafeos y monedas, pero lo más interesante eran los armaritos-joya donde se almacenaban.
Caja 16-Sin color-Artificialia. Incluía armas exóticas y antiguas, como un cuchillo de sacrificios rituales, hachas de pueblos primitivos o una espada de coral.
Caja 17-Encarnado-Artificialia. Era la caja más variada, con rarezas etnográficas, tapices chinos, ropas indígenas, modelos de cera venecianos e incluso objetos para gastar bromas.
Caja 18-Sin color-Artificialia. Contenía tallas y esculturas de madera, piezas de marquetería…

En paredes y techos se encontraban colgadas cornamentas, animales disecados, especímenes de todo tipo… y retratos de seres extraordinarios, pero reales. Tendrían valor documental, pero también estarían allí por su evocación de grandes misterios.

Francesco Terzio. Fernando II de Austria, hacia 1557
Francesco Terzio. Archiduque Fernando II de Austria, hacia 1557

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