NOMBRE: David
APELLIDOS: Salcedo
LUGAR DE NACIMIENTO: Caravaca de la Cruz, Murcia
FECHA DE NACIMIENTO: 1981
PROFESIÓN: Fotógrafo
Casi tres meses después del paso por aquí de Jon Gorospe, la fotografía regresa a Fichados. Hemos conocido a David Salcedo en la muestra que este mes le ha dedicado el espacio barcelonés Can Basté: allí ha presentado su serie Fuchina, en la que, atendiendo al legado de una amplia nómina de autores españoles que han planteado su obra desde un enfoque antropológico, ha buscado explorar en las posibilidades narrativas de esta disciplina para generar series y diálogos entre imágenes. Sus trabajos en este centro ofrecían una mirada muy personal, renovada, a asuntos enraizados en la cultura española, como las festividades populares, la religión o nuestra relación con los animales.
Anteriores individuales las ofreció Salcedo en la Galería Kowasa, la Fundación Cuixart, el Centro Pati Llimona, el Claustre de Torroella de Montgrí, Cadàver Exquisit, la Universitat Jaume I y la de Cádiz, la Galería Alalimón, la Sala de Exposiciones de EFTI, La Caverna de la Luz santanderina, diversos centros FNAC o Mediadvanced (Gijón); también ha participado en colectivas en centros como la Fundación Gabarrón, la Galería Blanca Soto o la Sala Canal de Isabel II y en citas como Visa Pour la image Perpignan (2007), el Festival internacional de fotografía callejera de Miami (2013), el Outono Fotográfico Gallego (2013), el Festival SCAN de Tarragona (2014) o ARTPHOTO (2020 y 2021).
Además, ha obtenido este autor el Premio del Festival de Fotografía Emergente de Granada PA-TA-TA (2013), el Nuevo Talento FNAC de fotografía (2015) y el Premio Proyecta del CAF andaluz (2016), así como la beca AliBaba Photo 2017 del Instituto de Industrias Culturales y Creativas de Murcia y la de CUARTO LÚCIDO, que otorga el Centro José Guerrero. En dos ocasiones también ha sido seleccionado en la convocatoria Descubrimientos PhotoESPAÑA, en 2014 y 2019.
Se suma David a esta sección porque queremos saber más de la relación de su obra con lo cercano, pues se hace muy presente en su trabajo la profundización en lo que le rodea y en los símbolos que en lo cotidiano pueden aguardarnos; también sobre su perspectiva de la imagen documental hoy: en ocasiones parece acercarse a ese género desde el humor y otras desde el misterio.
Formado en el Institut d’Estudis Fotogràfics de Catalunya, se mueve en el terreno de la duda, de la indagación en lo próximo más allá de las apariencias. Y en su atención a ese campo inabarcable no encuentra un principio ni cree que haya un fin: en sus inicios, hace cerca de quince años, comenzó a desarrollar su obra propia mientras quedaba a la espera de encargos y no ha dejado de hacerlo. Su producción entonces y ahora, como adelantábamos, se nutre de los espacios y objetos que le quedan cerca, en cuya observación halla aristas inesperadas: Tiendo a trabajar con lugares cercanos a mí, ya sea contemplándolos como una metáfora de la existencia o como una forma de entender las cosas que me rodean y me interesan. En otros casos, sí que abordo temas que me han interesado e inquietado desde pequeño.
Las técnicas fotográficas de las que se sirve dependen de cada una de sus propuestas en concreto, pero nos explica David que buena parte de su obra la ha realizado en exteriores y que, a la hora de presentarla al público, tiene preferencia por los proyectos editoriales antes que por los expositivos: Estoy formado en el Institut d’Estudis Fotogràfics y eso me da la oportunidad de poder utilizar la técnica que quiera según sea necesario para el trabajo que me planteo, aunque sí es verdad que la mayoría de los proyectos que he hecho se basan en la fotografía callejera o, como me gusta llamarla a mí, fotografía al aire libre, expresión tomada de Bernard Plossu. También es cierto que me siento más cómodo en el formato libro que en el expositivo, debido a las posibilidades narrativas que ofrece la publicación.
Le interesan los caminos por los que las imágenes pueden relacionarse entre sí, qué ocurre cuando se las hace convivir y las razones de que, aunque sean concebidas de forma independiente, sea posible que generen una unidad al examinarlas en conjunto. En cualquier caso, independientemente del sentido que él les dé como fragmentos de vida, de lo que fue o podría ser en el futuro, concede al espectador la libertad de estructurar sus propios lazos entre ellas en función de su bagaje personal.
Veréis que trabaja a menudo en blanco y negro, pero también encontramos obra suya en color, y considera que son tres sus proyectos fundamentales: Más (+), el mencionado Fuchina y 8 puntas, este último aún inédito y elaborado para Leica España.
Sobre + nos explica Salcedo que es el resultado de una suma, un trabajo cuyas escenas, a priori inconexas, dialogan entre sí desde el misterio y la poética del azar para generar una y otra vez nuevas y sorprendentes interpretaciones.
Las 66 fotografías que conforman el libro, cuando se combinan, forman 1089 dípticos, 256 trípticos y 65.536 cuadrípticos. Son cifras que en una publicación pueden llegar a marear, maravillar, desorientar y sorprender. Pero si consiguen todo eso, estoy logrando lo que quiero, ya que + trata de llevar a los lectores a sentir los mismos vértigos e ilusiones que tuve durante el proceso de edición del trabajo. Todo un homenaje a ese momento clave que pone al autor contra las cuerdas, cuando es abofeteado al mismo tiempo por la composición, la técnica, el tema y, en definitiva, la extraña presencia que adquieren las cosas cuando se las fotografía.
Este trabajo, que le valió el Premio Talento FNAC, queda por tanto abierto a nuestras búsquedas y nuestros hallazgos, conjuga ironía y poesía y subraya lo que el ámbito cotidiano puede tener de territorio para la sorpresa.
Fuchina: Cinco días de mayo nos devuelve a los orígenes y a los ritos que tienen su esencia en la repetición: Es un trabajo sobre las fiestas de un pueblo con la intención de no documentar lo que pasa, pero sí fotografiar la periferias de las fiestas haciendo sentir al espectador como si estuviera viéndolas en directo; esto se logra mediante los encuadres, los puntos de vista y la composición.
Sobre esta serie, escribió Rafa Badia que nos traslada al pueblo al que volver que casi todos tenemos, asociado en nuestra mente a lo fundamental y lo colectivo, la infancia, lo atávico, también la barbarie. Un pueblo con casas blancas, aceras estrechas, sillas en la calle, rumores de voces. “¿Y tú de quién eres?”, preguntan a quién camina mirando hacia arriba, tal vez a las nubes.
Atiende Salcedo a sus celebraciones, porque sin ellas, sin lo que tienen de ritos permanentes, no se forjan comunidades; igual que no habría normas si alguna vez no se rompieran. En ellas conviven además, muy íntimamente, lo religioso y lo pagano. Badia cuenta que el artista realizó este proyecto desde una mirada artística pero también más que personal, visceral: David mira con los ojos, también con el estómago. Cándida, su compañera fiel, lo registra mediante un código numérico. Las imágenes digitales de Salcedo son personales y, a la vez, muestran la tradición de los maestros españoles, como Cristóbal Hara o Carlos Pérez Siquier. Sus fotos también transpiran el sol acumulado, el deslumbre de las paredes, el paisano con la resaca que se le avecina.
Dentro de los rectángulos de las fotos, todas verticales, los caballos de verdad parecen de juguete y los de juguete se antojan verosímiles. Penden las telas y los trapos que ocultan los rostros. No así las intenciones, la voluntad de seguir el guion establecido, puesto que así lo exige la identidad colectiva. Cada imagen también atesora el silencio, el de las horas muertas, pero también el que precede al estampido del petardo o el cántico de los vecinos.
La fiesta ha de cumplirse, el ritual debe continuar su ciclo: los vasos se vaciarán, volverán a ser colmados cuando la Tierra, en torno al sol, complete otro giro. Dios en el cielo; pero aquí abajo, por si acaso, la fuchina llena las copas.
Por último, 8 puntas nos lleva de vuelta a la urbe, pero también evoca algunas costumbres pasadas. En ella también hay rituales: En Barcelona existe una plaza que es la principal puerta de entrada al centro de la ciudad. El espacio está dominado por una estrella de ocho puntas y todo lo que le rodea hace recordar a un templo donde de uno debe dejar los exvotos exigidos para tener el derecho a entrar y estar en la ciudad. El lugar siempre fue duro y áspero, atravesarlo siempre ha tenido algo de aventura.
Sobre sus próximos proyectos, nos cuenta David que, desde hace dos años, viene dedicándose a una serie sobre el lugar que habita y que acaba de presentar, en la Galería Alalimón (que lo representa junto a Saisho Art Gallery y la agencia Millennium Images), el libro Más (+), en Ediciones Posibles. En marzo de 2023 su serie Fuchina se expondrá de nuevo: esta vez en la Fundación Pedro Cano de Blanca, en Murcia.
Podemos seguir sus pasos aquí: www.salcedofoto.com