NOMBRE: Clara
APELLIDOS: Montoya Vozmediano
LUGAR DE NACIMIENTO: Madrid
FECHA DE NACIMIENTO: 1974
PROFESIÓN: Artista
No queríamos fichar a Clara Montoya cuando ya no pudieséis visitar su actual exposición, “Próxima Centauri B“, en la Tabacalera madrileña (de ella os hablaremos más adelante), pero lo cierto es que debió pasar por esta sección mucho antes: la conocimos en 2011, cuando participó en el apartado Expanding drawing de la feria Espacio Atlántico -una de las iniciativas culturales caídas en combate en estos años- y después hemos podido contaros su beca Botín en 2012, su participación en 2015 en a3bandas, de la mano de la también cerrada ya Galería Paula Alonso, y en Apertura 2016, en aquella ocasión junto a SLOWTRACK (ahora Marta Moriarty); también la beca que le concedió, hace dos años, la Real Academia de España, que a su vez le llevó a exponer en la Academia de San Fernando.
Sus exposiciones individuales vienen sucediéndose desde 2005, en espacios como el Centro de las Artes de Lille, la Galería Marta Cervera, la citada SLOWTRACK, que ya no tiene ese nombre, la Sala de Arte Joven o el espacio La Fragua de Tabacalera que decíamos, donde hasta el 11 de noviembre podemos contemplar una selección de sus proyectos, y sus colectivas le han llevado desde 2010 al Círculo de Bellas Artes, BilbaoArte, la Fundación Marcelino Botín, el Museo de Pontevedra, el Museo mexicano Carrillo Gil o la mencionada Academia de San Fernando. Ha mostrado también su obra en ferias como ARCO, ArteSantander, ART BRUSSELS, ART COLOGNE o ARCO LISBOA y su formación ha sido igual de internacional: en el Chelsea College of Arts y el Royal College of Art de Londres, The Cooper Union (Nueva York) y la Cité Internationnale des Arts de París.
Esta semana se suma a esta sección porque nos interesa mucho, y nos hemos reafirmado viendo “Próxima Centauri B”, cómo enlaza relatos pasados con nuestro presente, lo intangible con lo real, en proyectos de connotaciones conceptuales en los que ella incentiva nuestra curiosidad por lo remoto y lo codificado, por las dimensiones universales de algunos hechos particulares y por todas las formas que han vertebrado, y pueden aún vertebrar, nuestra necesidad de comunicarnos.
Ya sabéis que a cada uno de nuestros Fichados solemos preguntarles cuándo y por qué decidieron dedicarse en firme a lo artístico y en su caso ese momento llegó cuando optó por cultivar lo inesperado y mostrar una escultura -disciplina en la que hasta entonces no había trabajado- en un simposio belga sobre Land Art, lo que prueba, como ella reconoce, el poco sentido de ceñirse férreamente a ciertas técnicas cuando nuestros intereses demandan otras: Había estudiado pintura y grabado y tenía la cabeza llena de barreras absurdas. La pieza que presenté encajaba con mi manera de ver el mundo. Era un lenguaje que no había usado nunca y en él era libre por completo. Me empezaron a llamar en Francia creyendo que era escultora, nunca confesé que no lo era y hasta ahora.
Desde aquel episodio,la elección de unos u otros formatos y técnicas no ha supuesto ninguna limitación para ella: uso máquinas, vídeo, perfomance, instalaciones, new media, escultura y últimamente voy reintroduciendo dibujo y pintura. Cada proyecto tiene un medio más pertinente para ejecutarlo. Me apasiona tener retos artísticos y técnicos. Aprendo siempre algo en cada pieza.
Y en ellas une intereses muy diversos que tienen en común su atemporalidad y su universalidad: trascienden épocas y lugares porque tienen que ver con lo humano y con nuestros misterios, los de la identidad y los de las relaciones que nos unen, con el sentido de nuestros ritos y el concepto de cambio, porque Clara profundiza en nuestras formas de percibir realidades en transformación constante. En lo que no atañe directamente a la creación, le importan la ciencia (biología, astronomía, física, neurociencia, psicología), la filosofía y la literatura, y los temas netamente artísticos en su producción se dejan tamizar por esas influencias: son más bien filosóficos, existencialistas, y poéticos a la vez. Exploro la belleza de intentar comprender el mundo.
Exploro la belleza de intentar comprender el mundo
Y a la hora de hacerlo, viene tomando como figuras de referencia a artistas cuyas enseñanzas fue a buscar con esfuerzo: Hans Haacke, Mona Hatoum, Vito Acconci y Lorna Simpson fueron los que me impresionaron más, por su forma de ver el mundo. Su forma de pensar me ha influido mucho, dejándome libertad para ejecutar mi propio camino. Aprendo de todo lo que me rodea, disfruto viendo buen arte de compañeros.
Para Montoya, como para la mayoría de nuestros fichados, sus proyectos fundamentales son los más recientes (suelen decírnoslo así porque los últimos son fruto de todos los anteriores), pero, a la hora de seleccionar, rebobina hasta 2014 para hablarnos de 1924/2124, una escultura modular que mide la distancia que aumenta entre la Tierra y la luna durante 200 años. Es uno de los trabajos que ahora podemos ver en Tabacalera: se trata de un cilindro compuesto por discos que una comunidad mallorquina añade a él anualmente y que contienen un calendario lunar grabado. Representan, cada uno, la distancia en la que se incrementa cada año, de media, la distancia en nuestro planeta y el satélite: 3,84 cm. Según esa progresión, en 2124 la longitud de esta escultura -cuya vida podrá ser más longeva que la de todos nosotros- será de 7,68 metros (se partió del equivalente a 90 años en 2014: 3,456 centímetros).
Si este proyecto enlaza con la tendencia conceptual de proponer lo no visualizable a escala humana y de desafiar el alcance y el potencial de nuestra percepción, y también con el tratamiento del tiempo en el Land Art, Las cinco Pléyades se relaciona con el pasado artístico y su percepción histórica. Montoya se refiere a este trabajo como una investigación artística sobre un tapíz belga de XV que culminó en un complejo sistema que mezcla maquinaria y pintura.
También podemos disfrutarlo estos días en Madrid. El tapiz belga al que Clara se refiere, que incluye las cinco pléyades que dan título a la obra, de 2015, es Historia de Hércules: La conquista de la isla de la ovejas y se conserva en el Museo del Tapiz de Tournai; en él, Hércules porta la Orden del Toisón de Oro que acababa de crear entonces Felipe de Borgoña, de modo que se conectaba la estirpe de aquel con el héroe griego en el episodio concreto del mito del vellocino. Aquella no deja de ser una distorsión del pasado en pos de la legitimación del poder y las pléyades asisten a ella como observadoras, en un rango intermedio, más o menos como espectadoras con las que, por qué no, podríamos identificarnos.
Así que, partiendo de ellas y del fragmento de tapiz que ocupan, Montoya nos propone una distorsión más: ha ampliado esa parte de la obra hasta convertirla en un cúmulo de formas abstractas en las que no queda ya mensaje propagandístico. Introduce un juego de distancias físicas, temporales y, sobre todo, de significado con el tapiz original: del relato inicial nada sobrevive tras la manipulación de los siglos y la del arte, y sin embargo puede no importarnos: perdemos el contenido pero podemos deleitarnos con la fluidez de los colores.
Otro proyecto que nos cita la artista y que se exhibe en La Fragua es la serie de esculturas Tú: el fruto de varios días de entrevistas a las restauradoras de los Museos Vaticanos. En los talleres de este centro se trabaja con piezas de muchos siglos de antigüedad, entre ellas una colección de esculturas procedente de las islas Gambier datada en el siglo XVIII. No tienen brazos, pero sí cuatro piernas y están dedicadas a un dios llamado (poéticamente para nosotros) Tú. En esta serie, Clara ha trabajado partiendo de ellas, entendiéndolas como un elemento de comunicación entre la sociedad de la que nacieron y la nuestra, al menos entre los artistas de entonces y los restauradores de ahora. Subraya esa dicotomía pasado-presente, pero también su relación íntima, confrontando materiales deteriorados e intervenidos que quedan de algún modo situados en un tiempo indefinido, ni nuestro ni suyo y abierto a la incertidumbre de lo próximo.
El último trabajo del que nos habla Clara es Metamorfósis: un trio de parejas de reacciones químicas realizado durante mi residencia en la Real Academia de España en Roma en 2015-2016. En mesas independientes, desarrolló dos procesos moleculares: la disolución progresiva de piedras de mármol de Carrara y la creación de una escultura en cobre mediante electrólisis. El germen de esta obra es su reflexión sobre la percepción de Roma y su civilización como ente que muta permanentemente pero de forma imperceptible: algo desaparece y algo se crea ante nuestros ojos sin que podamos ver finalizado su proceso, cuyo resultado puede derivar en infinitas posibilidades por más previsibles que sean los durantes.
Esta última propuesta ya no forma parte de “Próxima Centauri B”, que ella define como su individual más cuidada y amplia hasta la fecha, compuesta además por obras inéditas en Madrid. Como os decíamos, puede visitarse hasta el día 11 de noviembre y de ella podéis saber más aquí. La comisarían Jaime González Cela y otra fichada: Manuela Pedrón Nicolau.
En la Academia de España en Roma disfrutan cada noche de una de las piezas analizadas en esa exhibición, MorseRoma RAER (1873/2018), una obra suya de exterior que emite hacia la ciudad en código morse lumínico la lista con los nombres de todos los becarios que han pasado por esta institución desde sus comienzos, empleados y directores incluidos. Es todo un regalo a ellos y a Roma que podemos ver en su fachada, como si la Academia fuera un navío.
Además, volveremos a ver a Clara en 2019: en primavera participo en una colectiva en la Galería Nieves Fernandez, en Madrid. Podéis saber más de su producción aquí: www.claramontoya.com