Fichados

Carmen González Castro

Carmen González Castro
Foto: Patric Tato Wittig

NOMBRE: Carmen

APELLIDOS: González Castro

LUGAR DE NACIMIENTO: Granada

FECHA DE NACIMIENTO: 1982

PROFESIÓN: Artista

 

 

 

A Carmen González, como nos ha ocurrido con otros fichados, la hemos conocido más tarde de lo que debiéramos: en la última edición de ARCO, a raíz de su participación en el stand colectivo de ABC Cultural. En esa ocasión, la intervención se realizó por parejas y ella hizo tándem con Nino Maza. Su trayectoria, vinculada tanto a la práctica artística como a la investigación y a la docencia, había comenzado años antes: ha presentado individuales desde 2014 en la Galería Punto Rojo y la Galería Ruiz-Linares de Granada, el espacio madrileño L A Projects y el Instituto de América-Centro Damián Bayón, también de Granada; y desde 2005 ha participado en colectivas muy numerosas, por ejemplo en el Palacio de los Condes de Gabia, el Palacio de la Madraza y el Hospital Real de su ciudad, Conde Duque, la Galería Fernando Pradilla, la Fundación Guasch Coranty, el CAC, el Museo Carmen Thyssen o La Térmica en Málaga, la Factoría de Arte y Desarrollo, la Galería 6mas1 o la Sala Antonio López del Ayuntamiento de Alcalá.

Para completar currículum, os diremos que, tras licenciarse en Bellas Artes en la Universidad de Granada, obtuvo el doctorado europeo en Bellas Artes en 2011 y realizó el máster en Investigación, Arte y Creación de la Universidad Complutense de Madrid un año después. También ha recibido becas del programa Iniciarte y La Térmica; además de ser finalista en el Premio Internacional de pintura Guasch Coranty y en Málaga Crea, en 2015 y en el Premio Ciudad de Alcalá en 2016. El año pasado recibió el segundo premio en la XIX edición del Certamen de Pintura Joven de Granada.

Esta semana, fichamos a Carmen por su estudio de las conexiones y las distancias entre la pintura y la instalación (probad a observar las diferencias al contemplar sus trabajos de frente o acercándoos al marco; eso es la anamorfosis) y por su originalidad trayendo al presente algunos mecanismos históricos de construcción y uso de las imágenes: para esta artista, las obras de siglos pasados guardan capas de vida que esperan a ser reveladas y transformadas por la mirada del espectador; ella explora ese transfondo como quien encuentra oro en una mina.

Carmen González Castro. Fauno y ninfa. Serie O Tempora, o mores, 2015
Carmen González Castro. Fauno y ninfa. Serie O Tempora, o mores, 2015

En la trayectoria de González Castro, como en la de tantos creadores, la dedicación al arte no fue un camino recto; la evidente inseguridad laboral apareja muchas veces aparcar las labores de producción en favor de otras más estables, empleos que, a su vez, reforzaron en ella la idea de que la práctica artística era el rumbo que deseaba tomar: Comencé a estudiar Bellas Artes en el curso 2000-2001, pero hasta finales del año 2013 no empecé a producir de una manera sistemática. Atravesé un período como becaria primero y como profesora después en la Facultad de Bellas Artes de Granada, hasta que terminé mi tesis doctoral, y el mundo académico me apartó de la producción. Me había formado como artista, pero había iniciado una carrera que me llevaría a la docencia y me impidió producir durante mucho tiempo, porque la escalada para hacer currículum universitario y conseguir enseñar en la Universidad, paradójica y tristemente, te aparta de la producción artística. Esta y lo que conlleva no se contemplaba entonces como un mérito y hoy sigue habiendo una escisión tremenda entre la dinámica universitaria y el mundo real del arte.

Me salí, por tanto, de ese mundo durante un tiempo y me concentré en conseguir un estudio para hacer mi obra, una vez en Madrid, donde llegué hace siete años. Por qué comencé a trabajar como artista queda implícito en lo que acabo de contar: me había apartado de un camino que me podría haber procurado un medio de vida estable para entrar en uno incierto, el trabajo del artista, que implica una renuncia a muchas comodidades, que no sabes si podrás tener algún día. Aquello supuso una crisis, pero la voluntad y el impulso que me llevaban al trabajo en el estudio eran más fuertes. Me moría por no hacer lo que siempre había deseado. Elegí el medio de la pintura, finalmente, porque es el que más me satisface. El contacto con ese lenguaje me procura más placer que ningún otro con los que he experimentado anteriormente y que a veces utilizo, si el proyecto lo requiere, como la fotografía, el dibujo, el vídeo o la instalación.

Carmen González Castro. y aún así diría que no es marfil. Serie Pigmalión y Galatea, 2016-2017
Carmen González Castro. y aún así diría que no es marfil. Serie Pigmalión y Galatea, 2016-2017

Como os avanzábamos al principio, la historia del arte anterior, como tema y como referencia, es fundamental en su obra: investigar cómo autores de todos los tiempos abordaron asuntos que también a ella le interesan le ha permitido asentar su propia identidad como autora interesada por la condición humana, con una voz propia y rica como la que otros antes desplegaron. Encuentra Carmen (muy acertadamente, en nuestra opinión) búsquedas y deseos comunes en los artistas de antes y de hoy, mostrados con distintos vestidos que no son sino cubriciones de lo esencial: Me resulta muy difícil crear de la nada, partir de una imagen que sólo está en mi cabeza y que no se parezca a nada que haya visto antes. La historia del arte ha sido una constante en mi vida —ha determinado mi vocación— y no he dejado de estudiarla, hasta el punto de obsesionarme con ciertos artistas que me fascinan y que trabajaron entre los siglos XVI y XIX. Creo que por eso lo que hago es una forma de apropiacionismo, hablando del arte en toda su dimensión desde el propio arte. Parece que sólo hay dos vías: contar cosas nuevas o contar lo mismo pero de una manera que no se haya hecho antes. Esto puede parecer simplista y merecería mil matices, pero finalmente se trata de construir una gramática propia, una caligrafía, una identidad como artistas que, ante todo, completa y expande la que tenemos como seres humanos. Y el arte está para eso. Creo que lo más verdadero es hablar de nosotros mismos y ver si es posible vincularlo con lo que les pasa a otros, ver qué tenemos que decir y si eso tiene alguna resonancia. Todo el tiempo trabajas con la sensación de que tienes algo entre manos que te entusiasma, que a la vez es delicado, que te estimula a seguir adelante. Buscas hacer algo que signifique, que tenga una trascendencia, en la medida de tus posibilidades, que te haga sentir que tu paso por esta vida tuvo un sentido. El arte no deja de ser una enmienda de nuestra realidad, una realidad que no siempre nos satisface.

Hay elementos recurrentes en mi obra, que son las cosas que me motivan: lo humano, lo que nos mueve, los intereses comunes más profundos. La psicología que se puede aprender en los mitos es tremenda. Por eso he trabajado y sigo trabajando sobre ellos, desde el material que proporcionan los mitos clásicos; la idea de universalidad que está implícita en esas historias, la noción de que el tiempo no es una línea horizontal donde el pasado queda atrás y el futuro es una ruptura con lo anterior. Siempre es una continuación, y los grandes temas de la historia siguen vigentes en nuestro tiempo, revisitados una y otra vez, revestidos de nuestras modas e inmersos en nuestros espacios actuales. Al final, si descascarillamos la superficie de las cosas y los hechos, debajo queda lo de siempre, lo que nos conforma desde la prehistoria.

Carmen González Castro. Muchacha reclinada. Serie With the Inside Out, 2015
Carmen González Castro. Muchacha reclinada. Serie With the Inside Out, 2015
Carmen González Castro. Amor Victorioso. Serie With the Inside Out, 2015
Carmen González Castro. Amor Victorioso. Serie With the Inside Out, 2015

Sus referentes a la hora de vertebrar ese discurso, que es propio pero que no tiene inconveniente en dotar de raíces profundas, son variados, desde la propia memoria -a veces, inconsciente- a la mirada de artistas contemporáneos que tienen en común su atención a esas esencias de las que hablábamos, en lo estético o en lo humano, y su apelación a un espectador que no puede permanecer impasible, como no querría por nada del mundo González Castro que sucediese con su trabajo. Algunos comparten orígenes minimalistas: A medida que pasa el tiempo se me diluyen mis influencias iniciales y entra cualquier cosa, desde cualquier terreno, que despierte mi curiosidad en cada una de las etapas vitales que he atravesado hasta ahora. A veces las influencias son involuntarias: una vez viste algo que quedó almacenado en el fondo de tu retina y un día sale, desencadenando una idea transversal asociada a esa impresión. Me eduqué en un mundo con imágenes escasas pero muy escogidas, y ya sabemos que cada vez más estamos completamente contaminados de imágenes. Antes que hablar de influencias hablaría de artistas que me conmueven, empezando por aquellos de cuyo trabajo me apropio. Me gustaría comprobar que en lo que hago consigo dar a una respuesta a las cosas que he visto y que han dejado un poso, una emoción en mi recuerdo. Y muchas de esas obras y artistas ni son pintores ni tienen nada que ver con lo que yo hago, pero si un artista es capaz de convencerme de lo que está contando, entonces empatizaré con su discurso, su estética o su sensibilidad. Admiro profundamente a Rothko y eso me lleva a Turrell y muchos artistas que empezaron siendo minimal: desde Donald Judd a Jan Dibbets. Empecé a pintar, como casi todos, pensando en Bacon, y hoy me gusta el silencio de Börremans. Me atraen ciertos artistas británicos como Anish Kapoor y otros de los llamados YBA como Rachel Whiteread o Antony Gormley. No me perdería una exposición de Olafur Eliasson ni de Bill Viola.

Estoy convencida de que hay un hilo común entre todos. Quizá su manera de inducir a la introspección y la forma en que involucran al espectador en la obra, que es otro de mis intereses. Generar una empatía, y, desde ahí, provocar una fascinación o una controversia incómoda, nunca un sentimiento intermedio, templado. Me gustaría que mis trabajos no se vieran desde la tibieza. Hay mucho de mi propia biografía en ellos, mucha carne y emociones puestas en el asador. El del artista es un trabajo de tiempos largos (justo lo contrario de lo que marca el ritmo actual de las cosas), de renuncias, de satisfacer una pulsión que anula todas las demás porque es más fuerte que ninguna.

Carmen González Castro. Esclavo moribundo. Serie With the Inside Out, 2015
Carmen González Castro. Esclavo moribundo. Serie With the Inside Out, 2015

La pintura continúa siendo su principal medio de trabajo, por sus infinitas posibilidades con el paso de los siglos, como esos temas eternos de los que nos hablaba. Para ella, tomar el pincel fue más un camino natural que una decisión concienzuda: La elección de la pintura es una elección más intuitiva y emocional que racional. Hay quien se expresa mejor con la palabra, otros con la música, y a mí las imágenes que hago me ayudan a sublimar lo que no podría contar de otro modo. Trabajo normalmente con óleo sobre tela, pero me ayudo de otros soportes a lo largo del proceso de creación. Me llevo a la pintura lo que veo, lo que leo, la música que escucho. Es una filtración constante la que intento hacer. El grado de sofisticación de este material nunca deja de ir a más. Personalmente, siempre he optado por ser todo sutil que pueda, incluso para tratar temas escabrosos o poco cómodos. El diálogo con la pintura, como espectador y como creador, es inagotable.

Carmen González Castro. le pareció que estaba tibia. Serie Pigmalión y Galatea, 2016-2017
Carmen González Castro. le pareció que estaba tibia. Serie Pigmalión y Galatea, 2016-2017
Carmen González Castro. Retablo de la Catedral de Burgos
Carmen González Castro. Retablo de la Catedral de Burgos

A la hora de citar los principales proyectos en los que ha trabajado desde que, hace unos cinco años, decidiera volcarse en la actividad artística, Carmen elige dos de títulos sugerentes: O tempora, o mores y Etimología de la nostalgia. El primero, cuya huella es decisiva en su obra posterior, como ella va a contarnos, le llevó a exponer en Fernando Pradilla y a su residencia en La Térmica: Recreo obras de la historia del arte desde la Grecia clásica que representan mitos que hablan de la oposición entre parejas de contrarios, personajes que son rivales o amantes, pues a veces no hay una diferencia muy clara entre unos y otros. Las pinturas están protagonizadas por dos personajes, de los que uno aparece deformado mediante el recurso de la anamorfosis. Utilizo la deformación como una manera de enseñar sin mostrar abiertamente algo. Trabajando desde la figuración me planteo un cuestionamiento de la misma, empezando por una huida de lo explícito. Este recurso me permite también involucrar activamente al espectador en la obra, pues le invito a que se mueva y observe el cuadro desde varios puntos de vista, desde el marco, fundamentalmente, donde la imagen deformada se reconstruye y parece emerger del muro. Lo que queda en estas pinturas es una imagen fragmentada, sesgada, que no es posible asir completamente, que cuando la quieres atrapar en su totalidad se construye y deconstruye, se mire desde donde se mire.

Carmen González Castro. Zeus e Ío. Serie O tempora, o mores, 2015
Carmen González Castro. Zeus e Ío. Serie O tempora, o mores, 2015
Carmen González Castro. Hércules y el centauro Nesso. Serie O tempora, o mores, 2015
Carmen González Castro. Hércules y el centauro Nesso. Serie O tempora, o mores, 2015

Aquellas indagaciones sobre lo que podemos entender e interiorizar de una pintura y lo que no queda a nuestro alcance le han llevado a otros terrenos: Trabajando en esto me surgieron muchas preguntas sobre la vida de las obras que yo recreaba: su origen, los espacios para los que fueron hechas, su recorrido por distintos lugares para llegar a donde están, normalmente un museo o una colección privada. En esas preguntas está el embrión de mi último proyecto, después de haber pasado por las series With the Inside Out e Introspectiva, que son una evolución de lo anterior y un eslabón que conecta O tempora, o mores con mi proyecto actual, que se podrá ver desde el 30 de enero de 2019 en el Palacio de la Madraza de Granada: Etimología de la nostalgia. Hasta el día de hoy, es quizá el proyecto que más me está estimulando de todos. He partido de una investigación casi detectivesca para identificar obras de arte que fueron robadas en el período donde hubo el éxodo más grande de obras de arte de nuestro país, la invasión francesa. Me interesa ese momento en particular porque es previo a la aparición de la fotografía y apenas han quedado recursos visuales por los que averiguar qué obras se llevaron (los inventarios eran escasos e imprecisos hasta entonces en España), pero, sobre todo, averiguar cómo serían esos espacios, ahora pelados, desarticulados, o bien con copias de lo que hubo, en el mejor de los casos, con objetos de escaso valor, o con huecos que hablan por sí solos y refuerzan el sentimiento de pérdida.

En mi proyecto, evidencio el vacío que nos muestran esos huecos, por un lado, y, por otro, represento las obras en sus espacios originarios para después intervenirlas, erosionando el soporte en una metáfora de la agresión real y moral al patrimonio cultural de España. Lo lamentable es que hoy sigue desapareciendo nuestro patrimonio, está pasando. No a la escala del momento histórico que relato, pero sí lenta e inexorablemente. Familias que venden obras que serán subastadas para que las compre un coleccionista o un museo en China o Estados Unidos. Y el Estado no está haciendo lo suficiente, da permisos de exportación a obras maravillosas, de, entre otros, Zurbarán o El Greco. Es tristísima la invisibilidad con la que se producen estos exilios en nuestro universo artístico.

Antes de que llegue el año que viene y podamos ver Etimología de la nostalgia en La Madraza, podemos ver un anticipo aquí: carmengonzalezcastro.com

Carmen González Castro. defectos que la naturaleza había dado a la mente de las mujeres. Serie Pigmalión y Galatea, 2016-2017
Carmen González Castro. defectos que la naturaleza había dado a la mente de las mujeres. Serie Pigmalión y Galatea, 2016-2017

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