NOMBRE: Ana
APELLIDOS: Frechilla
LUGAR DE NACIMIENTO: Palencia
FECHA DE NACIMIENTO: 1983
PROFESIÓN: Artista
Conocimos a nuestra última fichada, Ana Frechilla, a finales del año pasado, cuando presentó en el MUSAC leonés, en el marco de su laboratorio 987, el proyecto “Intervalo lúcido. Consciencias del espacio”, que pudo verse hasta el pasado marzo y que hablaba de paisaje, población y armamento en el contexto castellano y leonés: constaba de fotografías, textos y entrevistas y nos trasladaba al Páramo de Masa (Burgos), un extenso territorio despoblado empleado, a comienzos del siglo pasado, para la fabricación de explosivos.
Con anterioridad Frechilla, fotógrafa e historiadora del arte, ha presentado muestras individuales en el Ateneo español de México, la Galería Mediadvanced de Gijón y el Museo de Arte Africano Jimenez Arellano de Valladolid y sus exposiciones colectivas le han llevado a espacios como Das Weisse Haus (Viena), Estudio 22 (Logroño), La Casa Encendida, la Galería A del Arte de Zaragoza, la Galería Nacional de San José (Costa Rica), el Museo Barjola, EFTI y Addaya Centre D’art Contemporani (Alaró). También ha participado en iniciativas como Art Photo BCN, los festivales PATATA e Incubarte o la Feria de arte contemporáneo de Arévalo.
Graduada en Historia del Arte y Técnico superior en Fotografía Artística, Ana cuenta con un Posgrado en Patrimonio Virtual por la Universidad de Alicante y un Máster en Economía de la Cultura y Gestión Cultural por la Universidad de Valladolid y ha obtenido premios del Festival Emergent de Lleida, Incubarte 6 o el FIART de ArtPhotoBCN, así como becas o ayudas de la Cámara de Comercio de Cantabria, la Oficina Cultural de España en México, el Ministerio de Educación y Cultura, la Fundación Villalar o el citado MUSAC.
Frechilla se incorpora esta semana a nuestros Fichados porque queremos saber más de la presencia en sus imágenes de reflexiones ligadas a las relaciones de poder, nuestro concepto de triunfo y de fracaso, el vínculo entre las ciudades y sus habitantes, la vigencia del militarismo o a cuestiones de género.
Le preguntamos por sus comienzos; su atracción por la fotografía fue temprana: No recuerdo exactamente cómo decidí dedicarme al arte. Creo que es algo que no ocurrió de una forma totalmente consciente sino que, desde pequeña, ya tenía cierto interés por lo visual. Me regalaron una cámara de fotos a los nueve años y supongo que ahí se posaría el germen de mi curiosidad por la fotografía. Primero estudié foto en A Coruña y Madrid y después me gradué en Historia del Arte, y aunque la historia que se enseña en la Universidad es incompleta, me ayudó mucho en mi trabajo como artista.
Los asuntos más presentes en su producción tienen que ver con relaciones: las nuestras con el paisaje o las que mantenemos, jerárquicamente, entre nosotros. A partir del medio ambiente plantea cuestiones de índole muy diversa, señalando convenciones injustificadas que en algún momento dejamos de cuestionar: Nuestra relación con el espacio natural se está convirtiendo en una constante en mi obra; lo que se nos muestra del territorio y lo que se nos oculta, la explotación de los recursos y las relaciones de poder que se establecen entre humanos y entre humanos, animales y plantas están cada vez más presente en mi trabajo. A través de la naturaleza hablo de cuestiones sociales que son aceptadas y normalizadas y que para mí no dejan de resultar complicadas de entender.
Su medio de trabajo, como venimos avanzando, es la fotografía, acompañada ocasionalmente de la palabra: Suelo trabajar fundamentalmente con fotografía. Me siento cómoda en ella porque es mi medio. Aunque en ocasiones trabajo también con textos, fotografía sin cámara (rayograma) o material de archivo.
Y entre sus referencias cita a pintores esenciales, sobre todo a aquellos que con claridad nos permiten desarrollar lecturas en clave crítica de sus trabajos, a aquellos que abordaron la transformación de nuestros vínculos con el medio natural o a ciertos pensadores: A lo largo de mi vida han ido apareciendo distintas influencias; unas han trascendido en el tiempo, otras se han diluido con el paso de los años. La obra de artistas como Goya o Théodore Géricault ha estado siempre presente en mí, no solo por la elección de sus temas sino por la forma en que trabajan con el arte como vehículo de pensamiento crítico. Creo que no me hay una obra más atemporal que La balsa de la medusa. La pintura de marina de los siglos XVI y XVII, en especial la holandesa por su forma de tratar la naturaleza y por cómo nos muestra la transformación económica que supuso el comercio marítimo. La visión sobre lo conceptual de Sol LeWitt creo que ha marcado en general a todas las generaciones que llegaron detrás de él. Algunos pensamientos sobre la violencia de Hannah Arendt, Foucault y Benjamin no me los quito de la cabeza.
A la hora de citar los principales proyectos en los que ha trabajado hasta ahora, comienza por Niebla (2018), cuyo punto de partida era la Fábrica de Armas de Palencia, la de Santa Bárbara. Se sumergía en su historia y también ahondaba en asuntos vinculados a la industria del armamento: Es un proyecto realizado gracias a la financiación de la Fundación Villalar. En él desarrollé una investigación alrededor de la fábrica más antigua de mi ciudad natal, Palencia. Es una fábrica de armas que funciona desde 1937, hoy en día es propiedad de una empresa armamentística noruega. En este trabajo trato de recorrer los vínculos entre la memoria histórica de la ciudad y la propia historia de la fábrica.
En este lugar no se producen armas, solo se producen balas. Este objeto penetra en el cuerpo humano creando un agujero, generando un vacío, un hueco por donde se pierde la vida. Gracias a la Asociación de la Memoria Histórica pude acceder a restos óseos de personas que todavía no habían podido ser enterradas. A su vez trabajé con vistas aéreas de la ciudad y de los montes aledaños, material de archivo. A veces en estas fotografías encontraba espacios en blanco donde la imagen había sido borrada con fines políticos, otras veces los agujeros estaban en los huesos. Estas lagunas, estos vacíos llenos de poética permiten unir al pasado con el presente, permiten dar identidad a quien le fue arrebatada. En Niebla, los cráneos de las personas fusiladas se convierten en paisajes, se convierten en tierra y, a su vez, la tierra se convierte en huesos. Esta confusión, esta dualidad entre lo que es y lo que no es, está presente a lo largo de toda mi trayectoria.
Ese proyecto se estructuró a partir de los pies de foto de una colección de imágenes tomadas en la Fábrica de Armas en 1938 por Campúa, fotógrafo de Franco; Frechilla trabajó comenzando donde acababa el reportaje de aquel: a partir de una imagen enigmática en la que hombres anónimos gestionan el destino de las balas.
En línea temática con Niebla, nos habla también de la propuesta seleccionada en el Laboratorio 987 del MUSAC, Intervalo lúcido. Consciencias del espacio (2020), presentada con el apoyo del grupo de mediación del Laboratorio y de Leyre Goikoetxea: Siguiendo el hilo de Niebla, quise seguir profundizando en el tema de la industria de las armas. En este caso, centrándome en una de las mayores fábricas de explosivos de España, en el Páramo de Masa (Burgos). La fábrica nunca es visible debido a que se encuentra excavada en la parte alta de un páramo. Es la fabrica de Alfred Nobel. El hecho de que el premio más importante de la paz provenga de la industria de la guerra me parece una de las situaciones más paradójicas y representativas de la realidad en la que vivimos.
En el proyecto no se habla de armas, se habla de lo que se ve y de lo que no se ve. De lo que permanece oculto. De la resistencia que ofrece la naturaleza tanto a la climatología del lugar, siempre adversa, como a los usos que se hace de la tierra, en este caso, un laboratorio de explosivos. Solo cuando recorres todo el trabajo, te das cuenta de que hablamos de bombas.
Hemos preguntado a Frechilla por sus próximos proyectos; trabaja en torno al lobo y pronto expondrá en Monzón de Campos: Actualmente me encuentro trabajando en un proyecto centrado en el lobo ibérico. No es un proyecto de fotografía de naturaleza, sino un intento de reflexión sobre los conceptos de exterminio y violencia lenta. Parto de un hecho histórico, que es la entrada en vigor en 1953 de la Ley de Alimañas, aunque anteriormente ya hubo medidas para eliminar a los considerados “animales dañinos”, esta una medida tomada para lograr la desaparición de todos los animales depredadores del país. Provocó que, a su fin, en los años 70, casi todos los animales de la península estuvieran al borde de la extinción o totalmente extintos.
El lobo fue y sigue siendo uno de los animales más perseguidos; además de ser un animal sumamente instrumentalizado, símbolo de lo ibérico, se recurre a él como trofeo de caza, como imagen souvenir de las comarcas donde habita y como emblema de una amenaza que hay que destruir. El lobo es el bien y el mal. En esta relación donde el antropomorfismo es el núcleo, el lobo ha sido reducido a una unidad de producción y consumo. Mi trabajo solo pretende ser un humilde acercamiento a este animal, una reconciliación a través del lenguaje artístico entre lo humano y lo no humano. Un intento de entender por qué les hicimos y les hacemos tanto mal.
En relación a las próximas exposiciones, en junio en la sala Nexo990, en Monzón de Campos (Palencia), se podrá volver a visitar una parte de Intervalo Lúcido.
Conoced mejor el resto de la obra de Ana, aquí: https://anafrechilla.com/