NOMBRE: Alfonso
APELLIDOS: Del Moral
LUGAR DE NACIMIENTO: Murcia
FECHA DE NACIMIENTO: 1992
PROFESIÓN: Artista
A Alfonso del Moral, que se suma esta semana a nuestros fichados, lo conocimos en 2022, cuando presentó en Arniches 26 su proyecto Yo somos, en la que era su segunda muestra individual en esa joven galería de Madrid. Se trataba de un conjunto de sesenta pinturas que evocaban, aparentemente, fotografías de un carnet de identidad, pero que en último término, y en una contemplación más lenta, sugerían las múltiples capas de subjetividad que podían desplegarse en un autorretrato. Nos enseñaba este autor múltiples alteridades concebidas a partir de su propia identidad, recordando lo líquido y voluble de lo que en el pasado se tuvo por sólido.
Graduado en Bellas Artes y máster en Producción artística por la Universitat Politècnica de València (antes se había formado en Derecho), Del Moral conjuga su labor como artista con la docencia: es profesor asociado en ese mismo centro. Además de en Arniches 26, ha protagonizado exposiciones monográficas en la Galería Chys, histórica en Murcia hasta su cierre en 2022; el Palacio de Viana de Córdoba, The Social Hub (Madrid) y también en Suecia: en la Grand Gallery de Malmö y en Sotheby’s Estocolmo. Su participación en colectivas, entretanto, le ha llevado a espacios como el Ayuntamiento, el Museo de la Ciudad, la Universidad y la Galería Léucade de Murcia, el Museo della Carta e della Filigrana de Fabriano, la Casa de la Cultura de Quart de Poblet, las Reales Atarazanas de Valencia o la Tönnheim Gallery de Carabanchel.
Premio nacional Spiritu del Museo de Arte Sacro de Teruel en 2023, se suma Alfonso a esta sección porque queremos saber más de los lazos de su producción con la fotografía y con la estética digital, cuyas huellas hace compatibles con la importancia clara que concede a la pincelada y al gesto.
Aunque no fuese su primera formación, el arte sí fue uno de los intereses tempranos de Del Moral, y 2017 un año clave para él: He pintado toda mi vida, desde que tengo memoria, pero empecé a meterme en el mundo del arte en el 2015, cuando me encargaron el retrato del rector saliente de la Universidad de Murcia para la galería de Rectores. En ese momento me di a conocer en mi ciudad. Me iba saliendo algún que otro encargo, y, en septiembre del 2017, realicé mi primera individual en la Galería Chys de Murcia, en pleno centro. La exposición fue un éxito y eso me animó mucho. Además, hacía unos meses había tomado la decisión de estudiar Bellas Artes en Valencia, después de acabar mis estudios en Derecho y el máster en Abogacía en Murcia. De hecho, la exposición en Chys coincidió con los primeros días del primer curso de Bellas Artes. Así que el 2017 fue el año de consolidación de mi camino artístico.
El porqué de mi decisión es obvio: el arte, y, en concreto, la pintura, siempre ha sido mi pasión. Pero no solo de pasión se vive, así que pensé que podría estudiar otra carrera con salidas más accesibles y dedicar mi tiempo libre al arte. Llegó un punto en mi vida en el que comprendí que nunca sería feliz si no intentaba (al menos intentar) dedicarme a la pintura. Fue una decisión difícil de tomar, porque iba un poco en contra de la lógica del ambiente tranquilo y acomodado en el que había crecido, donde se fomentaba mucho la racionalidad. Pero he de decir que, en el fondo, mis padres siempre me fomentaron la creatividad y me apoyaron en las decisiones que fui tomando. Probablemente era mi propio miedo al fracaso el que me paralizaba. En cualquier caso, una vez tomada la decisión, todo fue mucho más fácil.
Como podía advertirse en aquella muestra en Arniches 26 de la que comenzábamos hablando, lo identitario es el eje temático de sus obras, abordado en sus series desde diferentes perspectivas, pero en relación con sus propias vivencias: A lo largo de los años he acabado observando que en mi obra hay una constante. Ese leitmotiv es la identidad. La razón es sencilla: la mayoría de crisis vitales que he experimentado han sido identitarias. En particular, estoy atravesade por la identidad queer. Al mismo tiempo que he ido deconstruyendo mi propia identidad, ese proceso se ha ido viendo reflejado en mi obra. Y puedo poner tres casos concretos de proyectos en los que se observan distintas fases de mi visión. En orden cronológico, Just Some Fantasies explora la identidad disidente desde un punto de vista más erótico o sexual; Yo somos lo hace desde un punto de vista puramente estético y conceptual; y El Chamuyo lo hace a través de las redes de afecto y cuidados. Como artista, es inevitable que lo que soy como persona salga a la luz en mi obra.
Tengo otros intereses: sobre todo últimamente estoy abriéndome a experimentaciones con la propia pintura o incluso con otras técnicas, más que sobre el concepto.
Del mismo modo, la pintura al óleo viene siendo su técnica base y, aunque no se cierra a emplear otras, sabe que no la dejará a un lado. En cuanto a sus formatos, se adentra en todos, pero confiesa su inclinación hacia los pequeños, en su caso en estrecha relación con el contenido de las piezas: Casi siempre pinto con óleo. Sobre lienzo, sobre tabla o sobre papel. Antes pintaba mucho con acuarela, sobre todo si viajaba. Como he dicho antes, últimamente estoy probando a expandirme a otras técnicas, pero en realidad me gusta tanto el óleo, lo disfruto tanto, que sé que no voy a dejarlo. Además, me queda aún muchísimo por descubrir del óleo.
En cuanto a los formatos, me gusta mucho el formato pequeño. Me parece que dialoga de manera muy íntima con el espectador. Y eso, en temas identitarios, es importante. Tú no vas por la calle gritándole a la gente tus intimidades, sino que lo cuentas de una forma más tranquila y tal vez a un círculo más cercano, ¿no? Pues esa sería la diferencia entre un formato grande y uno pequeño.
Sin embargo, hay un problema con esto de los tamaños. Desde la mitad del siglo pasado, parece que a los artistas plásticos se nos exige por imperativo “institucional” el formato grande. Y, al mismo tiempo que se nos exigen esos tamaños descomunales, el mercado no da para asumir la cantidad ingente de obras gigantes que se supone que los artistas debemos producir. Que conste que también me gusta mucho pintar obras grandes. Es verdad que, en cierta forma, el artista demuestra también su maestría haciendo formatos grandes. Pero vivimos en una época en la que no siempre podemos permitirnos un estudio gigante, unos soportes gigantes, litros de pintura, almacenaje ilimitado… ¿Para qué? Con lo que cuesta venderlo luego. A veces me pregunto si tiene sentido seguir esa lógica de mercado. En mi caso, intento llegar a un equilibrio.
Me gusta mucho el formato pequeño. Me parece que dialoga de manera muy íntima con el espectador. Y eso, en temas identitarios, es importante. Tú no vas por la calle gritándole a la gente tus intimidades.
Sus referentes son diversos y de distintas cronologías, no solo artistas en sentido estricto, y cita entre ellos a quien fue su maestro: Evidentemente, influencia puede ser absolutamente todo. Desde la música hasta el diseño. Desde Rosalía, Rodrigo Cuevas, C. Tangana o Arca hasta una travestí como La Bella Vampi, Choriza May o Hugáceo Crujiente. U otros artistas como Filip Custic o It-Spain. Si nos vamos al campo de la pintura, disfruto mucho viendo la obra de artistas contemporáneos como Iván Floro, Íñigo Navarro, Przemek Blejzyk, Pablo Merchante o Julia Santa Olalla. Siempre hay algo de querer parecerte a la gente que admiras, aunque no se trata nunca de imitar.
De artistas no contemporáneos, Maestros y Maestras de la pintura, indiscutiblemente está Velázquez el primero. También Freud y Paula Rego. Y, sin duda, el que ha sido y es mi Maestro, Pedro Cano, Medalla de Oro en Bellas Artes hace un par de años. Pedro fue mi mentor en los primeros años en que me dediqué a esto. Y no solo me enseñó a pintar mejor, sino a saber desenvolverme mejor en este mundo, y a tener algunos valores que no se suelen enseñar en la universidad, y que yo, ahora que tengo el privilegio de dar clase en la misma, intento transmitir a mis alumnos, como el ayudarse mutuamente, el amor por el trabajo duro y por la tradición, la paciencia o el respeto por lo que uno tiene delante cuando va a pintar.
Se ha referido ya Alfonso a algunas de sus series principales, vinculadas al cuestionamiento de la propia identidad; a ellas suma un proyecto de inspiración mitológica: Just Some Fantasies: el deseo en la multitud conectada (2021) fue una serie de pinturas eróticas que empecé en el 2020, en pandemia, a partir de imágenes que los usuarios me enviaban voluntariamente al perfil de Instagram del mismo nombre, de manera que hablaba de una visión colectiva del deseo y siempre mediado por la pantalla, por lo que en muchas obras se puede apreciar la estética del selfi o incluso interfaces de redes sociales o emojis. Trataba de la identidad en sentido muy sexual. No es un proyecto cerrado, así que, a día de hoy, sigo recibiendo y pintando imágenes para Just Some Fantasies.
Yo somos: autorretrato pictórico de alteridades digitales (2022) fue un proyecto más introspectivo y reflexivo que exploraba distintas alteridades del yo, y para el cual partí de mi foto del DNI, aplicándole filtros de FaceApp (un software que altera el rostro con distintos parámetros) para generar sesenta avatares digitales. Luego, pinté esos avatares a óleo sobre lienzo, para generar una tensión entre la estética digital y de control institucional en el que se produce una pérdida de identidad, y las connotaciones de la tradición del retrato pictórico burgués, que históricamente ha tratado de consolidar al sujeto.
La Falsa Promesa o Retablo de Prometeo (2023) es el primer capítulo que he desarrollado de mi tesis doctoral (Universitat Politècnica de València), en el que adapto el mito griego de Prometeo a una visión posmoderna y una estética digital, a través de la pintura, y en formato de políptico. En la misma línea, como siguiente capítulo de tesis, trabajé en Caída Libre o Retablo de Ícaro (2023): toda la tesis adapta distintos relatos de la mitología clásica en formato políptico y a través de la pintura, para hacer de los mismos una relectura en clave contemporánea que refleje las crisis y contradicciones a las que el sujeto se enfrenta especialmente en el universo digital.
El Chamuyo (2024) es una serie de retratos a óleo de distintos amigues del tango queer. Hace más de diez años que bailo tango; y organizo, junto a otras personas, un festival de tango queer en Valencia que se llama Chamuyo. En este, y en otros festivales queer, tengo la oportunidad de tejer una red de afectos y cuidados con distintas personas con las que comparto una pasión y la experiencia de habernos sentido en algún momento de nuestra existencia rechazades u oprimides. La idea de este proyecto es valerme de la tradición del retrato pictórico español, que, más allá de ocuparse de retratar reyes, emperadores, papas o eclesiásticos, siempre ha mirado a personas de lugares marginales, seres rechazados que han sido dignificados por pinceles como los de Velázquez. Ahora, haciendo honor a esa tradición, he querido retratar a mis amistades de ámbitos marginales (por su condición de género u orientación sexual, y de un espacio, como es el del tango, que también nació en los márgenes) y conferirles la dignidad de un papa o un emperador. Este proyecto ha sido, tal vez, el más comprometido a nivel emocional, ya que todes les retratades son mis amigues. Y, además, en el contexto del tango, que es mi otra gran pasión.
En sus próximos proyectos ahondará en los mismos caminos; trabaja asimismo Del Moral en su doctorado: Actualmente sigo trabajando en mi tesis, preparando otros polípticos sobre otros mitos griegos. También tengo nuevas ideas de proyectos que quiero empezar cuando tenga tiempo, que supongo que será una vez terminado el doctorado, que es mi prioridad ahora mismo. De vez en cuando participo en colectivas, y estoy a la espera de poner fecha para mi próxima individual, pero eso lo anunciaré en mi cuenta artística en Instagram: @adelmoral.art.
Podemos también seguir sus pasos aquí: https://adelmoral.art/
