En el aire conmovido: Lorca, Huberman y la emoción

El filósofo comisaría una nueva muestra en el Reina Sofía

Madrid,

Hace casi quince años, en 2010, Georges Didi-Huberman comisarió en el Museo Reina Sofía “ATLAS. ¿Cómo llevar el mundo a cuestas?”, una colectiva centrada en el legado de Aby Warburg en cuanto al conocimiento y la interpretación crítica de la cultura visual contemporánea; una continuación de aquella muestra podemos contemplarla ahora en el mismo centro, de nuevo ideada por este filósofo francés cuyos estudios giran en torno a la historia y la teoría de las imágenes desde el punto de vista estético y filosófico y desde la Edad Media hasta nuestro tiempo.

“En el aire conmovido…”, que viajará después al CCCB barcelonés, toma su nombre de un verso de Lorca en el Romance de la luna, luna, y precisamente el manuscrito original del mismo inicia la exposición, y con él la referencia a la mirada del niño, de los afectados por conflictos y migraciones: desde ese enfoque se recopilan reflexiones teóricas y gráficas de filósofos y artistas en torno al poder evocador de las imágenes y las transformaciones que pueden suscitar las emociones cuando trascienden lo individual para hacerse colectivas.

Veremos que la de Lorca y su manejo poético del duende no será una presencia evanescente en el recorrido, que consta de trescientas piezas de casi la mitad de artistas y que precisamente bucea, mediante libres asociaciones, en esa transición de la emoción individual a la conmoción grupal o social; Huberman define esta última como una concatenación de emociones, un acontecimiento capaz de afectar a un conjunto, a un entorno, a una relación y no solo a un sujeto psicológico aislado.

Siete secciones temáticas estructuran esta muestra circular, que se inicia con la Nana del caballo grande de Camarón de la Isla de fondo: Infancias, Pensamientos, Caras, Gestos, Sitios, Políticas y de nuevo Infancias; en ellas se despliegan pinturas, esculturas, instalaciones, audiovisuales o documentación.

Corinne Mercadier. Serie Une fois et pas plus #10, 2000. Galerie Binome, París
Corinne Mercadier. Serie Une fois et pas plus #10, 2000. Galerie Binome, París

A la hora de profundizar en la hondura y asombro de la mirada al mundo en la niñez, ha recurrido Huberman a El espíritu de la colmena de Erice, fotografías de Robert Capa y Val del Omar, el filme Ten minutes older de Herz Frank, composiciones de Frank, Goethe, Goya, Lorca, Miró, Rossellini e incluso a un montaje de poemas e imágenes de Bertolt Brecht relativos al padecimiento infantil de las guerras. Junto a esos niños, otra protagonista de este apartado es la luna que el del poeta andaluz miraba, continuamente apelada en sus versos y también en dibujos de Goethe; de hecho, en la noción de demoniaco del alemán parece que se basó Lorca al escribir su Juego y teoría del duende de 1933, igualmente en la exhibición, y recordándolo se sitúa aquí a nuestro autor junto a las más grandes figuras de la historia de las ideas en Europa, poetas-filósofos como lo fueron Schiller, Nietzsche y Georges Bataille. Desde esa perspectiva, la de duende sería una categoría estética más, ligada a la conmoción, tan difícil de explicar, que genera el cante jondo.

Federico García Lorca. Ecce Homo, 1927-1928. Colección E. Carretero
Federico García Lorca. Ecce Homo, 1927-1928. Colección E. Carretero

Obras gráficas, musicales, literarias, fotográficas y audiovisuales se enlazan en ese segundo capítulo en torno al pensamiento, el más teórico de todos: los ensayos de Descartes, Kant o Darwin se asocian a los dibujos de Charles Le Brun o Lavater. Por un lado, se procura ofrecer explicaciones racionales a las emociones desde principios organizativos o reglas de método como diccionarios, gramáticas o alfabetos; los documentos reunidos fueron formulados, además de por los citados pensadores, por Aristóteles, Camper, Comenius, De Irala, De Villafranca, Duchenne de Boulogne, Dumas, Esquirol, García Hidalgo, Gómez, Ignacio de Loyola, Janet, Lersch, Londe, Michel, Richer, Rousselet y Spontone. Por otro, se subraya el caos y complejidad implícito a esos sentimientos, tan reivindicado en el Romanticismo, mediante textos e imágenes de Bataille, Beethoven, Bergamín, Binswanger, Bruno, Calderón, Deleuze, Erasmo, Freud, Goya, Hegel, Hölderlin, Kant, Kluge, Lacan, Montaigne, Morente, Nietzsche, Nono, Saint-Simon, Scarlatti, Schiller, Spinoza, Warburg o el propio García Lorca.

El gran escenario donde estas emociones se reflejan es el rostro humano, nunca impasible ante el dolor, la locura o la sexualidad. Contemplaremos las caras de “El Chocolate” e Inés Bacán en las fotografías de Michel Dieuzaide, dos imágenes de médiums de Albert Von Schrenck Notzing o las muy silenciosas de supervivientes de Auschwitz entrevistados en un vídeo de Esther Shalev-Gerz. No faltarán gestos últimos, a través de las máscaras mortuorias de Hegel y Nietzsche, u otras piezas de este tipo que cristalizaron gestos poderosos, como la Masque de Montserrat criant de Julio González. Disfrutaremos de dibujos de Picasso, fotos de plañideras a cargo de Franco Pinna, dibujos de rostros casi surrealistas de Lorca o esculturas muy expresivas de Medardo Rosso; también descubriremos los espejos Aliento de Oscar Muñoz, en los que el espectador podrá exhalar sobre su reflejo para devolver a la vida las efigies de personas fallecidas.

Eugene Smith. Velatorio español. Pueblo español, hacia 1955. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
Eugene Smith. Velatorio español. Pueblo español, hacia 1955. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

Todo el cuerpo, en realidad, participa de los gestos, a los que Huberman se refiere como fósiles en movimiento. Pueden, además, devenir viento, aire y espacio al dar lugar a coreografías y su gran vehículo son las manos: lo apreciaremos en las de Suse Byk, Nijinksky, Israel Galván, las bailarinas retratadas por Man Ray o el dibujo del Torero sevillano de, de nuevo, Lorca. La gestualidad automática, ligada a la pretendida locura o la experimentación con sustancias psicotrópicas, estará representada de la mano de Artaud, Salvador Dalí, Henri Michaux o Unica Zürn; y la sección se completa con trabajos de Auguste Rodin, Pedro G. Romero, Kafka, Yves Klein, Oriol Maspons, Bellmer o la grabación de Retour à la rue d’Eole, de la cineasta griega Maria Kourkouta.

Richard Avedon. Vicente Escudero, 1955. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
Richard Avedon. Vicente Escudero, 1955. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

En cuanto a los sitios, estos no se exploran en un sentido físico, ni como posibles contenedores de objetos o experiencias, sino como espacios críticos susceptibles de verse impregnados de la psicología del ser humano, sus obsesiones y deseos; por tanto, como medio afectado por el pathos o, según Huberman, por los aires conmovidos. Dos pinturas de Miró de composición muy simplificada, pero vibrantes a través de puntos o destellos, conviven con un gran lienzo de Simon Hantaï, con quien el comisario publicó en los noventa El estrellamiento. Este autor pliega y dobla las telas antes de pintarlas, de modo que el soporte entre en contacto consigo mismo; como el filósofo explica, en su caso el lienzo es un campo dialéctico, un campo agitado por batallas que tienen lugar por todas partes, tanto en la extensión como en el espesor.

Joan Miró. La danza de las amapolas, 1973. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
Joan Miró. La danza de las amapolas, 1973. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
Simon Hantaï. Étude, 1969. Préstamo de Zsuzsa Hantaï
Simon Hantaï. Étude, 1969. Préstamo de Zsuzsa Hantaï

Contrasta hondamente esa pieza con las esculturas con hilos de Fred Sandback, sutiles heridas en el espacio, y con las oscilaciones de los fluidos, los cielos, las brumas y los vientos a los que aluden obras reunidas de Baraduc, Duchamp, Ensor, Fontana, Goethe, Goya, Víctor Hugo, Marey, Mercadier, Giusepe Penone, Gerhard Richter, Salmon, Sjöström, Tarr y Trouvé.

Fred Sandback y Lucio Fontana en "El aire conmovido...". Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
Fred Sandback y Lucio Fontana en “El aire conmovido…”. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

En el capítulo político, recuerda Huberman que las revoluciones comienzan por conmociones, a menudo relacionadas, como consecuencia, con lutos y luchas. Veremos fotografías, dibujos, grabados y extractos de películas en imágenes fijas y en movimiento (El caballo de Turín, de Béla Tarr) sobre las lamentaciones y el duelo, así como discursos y actos públicos, libros, fotomontajes de imagen y palabra, grabados, dibujos y filmes concebidos como respuesta a injusticias y dolores. Entre sus creadores, Brecht, Capa, Esteva, Goedhart, Goya, Hibakusha (Supervivientes de Hiroshima), Jahnsen, Picasso, Pinna, Friedrich, Guareschi, Heartfield, Kollwitz, Masotti, Michel, Pasolini, Rimbaud y Tucholsky.

Finaliza “En el aire conmovido…” con un regreso al inicio, a los niños que buscan su lenguaje entre lo real y lo imaginario y que, según el comisario, se inquietan por la presencia de espectros a la vez que lanzan alrededor tantos duendes como sea posible. Esculturas arbóreas de Pascal Convert dialogan con dibujos de los niños Guayaki recopilados por el antropólogo francés Pierre Clastres; contemplaremos testimonios de pequeños afectados por diversas guerras y defenderá Huberman la opción de adoptar una ética con un “mínimo de alegría”. Volviendo a Lorca, esta risa de hoy es mi risa de ayer, mi risa de infancia y de campo, mi risa silvestre, que yo defenderé siempre, siempre hasta que me muera.

El terreno líquido de esta extensa muestra es, por tanto, el de la emoción y la mirada asombrada, de ahí que no haya nadie que no sea su público objetivo.

Herz Franck en "El aire conmovido...". Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
Herz Franck en “El aire conmovido…”. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía

 

 

“En el aire conmovido…”

MUSEO NACIONAL CENTRO DE ARTE REINA SOFÍA. MNCARS

C/ Santa Isabel, 52

Madrid

Del 6 de noviembre de 2024 al 17 de marzo de 2025

 

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