El Retrato de Felipe II por Antonio Moro, primera obra invitada en la Galería de Colecciones Reales

Desde el pasado 20 de marzo y durante el próximo año, podemos contemplar en la Sala de los Austrias de la Galería de Colecciones Reales de Madrid la primera obra invitada en esta institución: el Retrato de Felipe II que Antonio Moro pintó entre 1549 y 1550. Procede del Museo de Bellas Artes de Bilbao, y con la puesta en marcha de este programa la Galería comienza a cumplir su deseo de ser un espacio vivo, despierto, que rota y que se mueve, en palabras de Ana de la Cueva, presidenta de Patrimonio Nacional.

Ejemplo destacado del retrato renacentista ligado a la Corona española y obra fundamental en los fondos del centro bilbaíno, esta composición manifiesta también los que fueron ejes en la representación de los miembros de la corte de los Austrias: el lujo en la indumentaria, la austeridad en los gestos y el decoro del conjunto.

Felipe II tenía 22 años cuando posó para Moro, en el marco del llamado Felicíssimo Viaje en el que sería presentado como heredero ante los Estados Generales de Flandes. Ese desplazamiento sería decisivo en términos políticos y en lo que tuvo que ver con la educación artística del futuro rey, pues fue en ese momento cuando entró en contacto con el arte internacional: con los palacios y jardines flamencos, las tapicerías y armaduras propias de esta región y con artistas fundamentales como Tiziano o el mismo Moro.

Este retrato es, asimismo, una de las primeras imágenes que se conservan del hijo de Carlos V, definido aquí como príncipe del Renacimiento. Se concede una importancia fundamental a su rostro -con la inexpresividad característica de la iconografía filipina, asumida a la majestad- y también a los ropajes: porta un lujoso atuendo cortesano en el que el pintor hace hincapié y sobre el que pende el Vellocino o Toisón de Oro, collar que es símbolo de la orden del mismo nombre. Llaman nuestra atención, igualmente, sus numerosas joyas en forma de botonadura, el rico cinturón o talabarte y la empuñadura de la espada, cuajada de perlas y piedras preciosas.

Son varias las obras de Antonio Moro expuestas actualmente en los Reales Sitios; la principal es Felipe II en la jornada de San Quintín (1560), que presenta al monarca vestido con la armadura de la labor de aspas, que lo acompañó en aquella campaña y que se conserva en la Real Armería de Madrid. El propio Felipe II dispuso que este retrato estuviera en el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, donde aún puede contemplarse.

Dentro del acuerdo de colaboración entre Patrimonio Nacional y el Bellas Artes de Bilbao, se exhiben además, en la pinacoteca vasca y como “obras invitadas”, tres piezas de la Real Armería del Palacio Real: nos referimos a La rodela del Juicio de París, una celada y un arcabuz, todas ellas producidas en la Fábrica de Armas de Eugui (Navarra) y adquiridas por Felipe II en el siglo XVI. Se acompañan de documentos decimonónicos llegados del Archivo General de Palacio y de la Real Biblioteca: un libro ilustrado con producciones de la armería publicado por el medievalista francés Achille Jubinal, fotografías de época de Charles Clifford y Jean Laurent, y un álbum fotográfico del Conde de Lipa.

Antonio Moro. Retrato de Felipe II, 1549-1550. Museo de Bellas Artes de Bilbao

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