Este 2016 (el 9 de diciembre para ser exactos) el museo parisino de Orsay cumple tres décadas convertido en centro de arte de referencia en Francia y en el segundo más visitado de París tras su hermano mayor, el Louvre, que queda justo en la otra orilla del Sena.
Posee una colección inigualable de pinturas impresionistas y de arte fechado entre 1848 y 1914, consolidada a partir de los fondos de arte posterior a 1820 del propio Louvre, de obras impresionistas del Jeu de Paume (que desde 1947, y antes de centrarse en la fotografía, se dedicó a ese movimiento) y del que fuera Museo Nacional de Arte Moderno francés, que, al instalarse en el Centro Georges Pompidou en 1976, solo conservó las obras de artistas nacidos después de 1870.
Aunque las obras maestras del Impresionismo son las estrellas de la colección de Orsay, ubicado como sabéis en la que fuera estación de ferrocarril del mismo nombre, este centro posee también un excepcional acervo de esculturas, objetos artísticos, fotografía y obra gráfica y también de dibujos y maquetas arquitectónicas. En realidad su sede misma es la primera pieza a advertir en el museo: fue construida para albergar la Exposición universal de 1900 antes de convertirse en estación ferroviaria fundamental, cabeza de la línea suroeste de Francia, rol que desempeñó hasta 1939, cuando sus instalaciones quedaron obsoletas.
Desde esa fecha, y hasta el inicio de las obras que lo convertirían en museo, este edificio fue utilizado como centro de expedición de paquetes postales para los prisioneros durante la Segunda Guerra Mundial, luego como centro de acogida de esos prisioneros tras la liberación, y después sirvió como escenografía para varias películas (entre ella El Proceso de Kafka adaptado por Orson Welles), como refugio temporal para la compañía teatral Renaud-Barrault y, más tarde, como sede de los peritos tasadores de París durante la reconstrucción del Hotel Drouot.
3,5 millones de personas visitan anualmente este museo, uno de los diez más concurridos del mundo. Y es una espléndida noticia, pero tiene su cara B: su superficie es considerablemente menor que la del resto de centros de esa lista. Por eso Xavier Rey, su director de colecciones, habla de él como el museo “más denso” del mundo, y por eso Guy de Cogeval, su director hasta marzo, ha reconocido que es muy difícil que este centro pueda aumentar sus cifras de visitas logrando que estas sean experiencias positivas.
Con motivo de su trigésimo aniversario, este próximo fin de semana Orsay abrirá gratuitamente sus puertas al público, así que esa situación de falta de espacio volverá previsiblemente a repetirse. Y será uno de los desafíos a los que tendrá que hacer frente el sucesor de Cogeval.
La necesidad de metros cuadrados no afecta solo a la recepción de público, también impide mostrar buena parte de las piezas que componen la colección del centro, genialidades de fines del s XIX y principios del XX como El origen del mundo de Courbet, la Olympia de Manet o los autorretratos de Van Gogh.
Orsay solo puede mostrar a la vez 4400 obras; en sus almacenes quedan 164.000 pinturas y esculturas que se incrementarán cuando se complete la donación de una colección privada asentada en Texas y valorada en 350 millones de euros: la de Spencer y Marlene Hays. Supone la mayor donación artística efectuada a Francia desde un país extranjero desde la II Guerra Mundial e incluye trabajos de Degas, Modigliani, Bonnard, Vuillard y Redon.
Además, en enero de este 2016 el coleccionista francés Jean-Pierre Marcie-Riviere entregó también a Orsay 140 obras de Bonnard y Vuillard.
Buscando aliviar este problema de espacio, el museo ha comprado una mansión vecina, datada en el s XVIII, para albergar su biblioteca y un centro de investigación sobre los post-impresionistas, aunque probablemente esta tenga que ser solo la primera de una serie de medidas para ganar metros.
Si os acercáis a Orsay estas navidades, podréis disfrutar de muestras sobre el arte del Segundo Imperio y Bazille. En el centro dependiente de L´Orangerie nos espera una selección de pintura americana de los treinta y, en el de Luxemburgo, una antología de Fantin-Latour.
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