Como si de los episodios de un diario se tratara, el trabajo de William Kentridge en su estudio es el reflejo de la vida en Johannesburgo, pero también de los acontecimientos que se suceden en cualquier otra parte del mundo y que impactan en el día a día del artista. Para hacernos una pequeña idea de cómo es esa actividad y del proceso creativo de Kentridge, la Fundació Sorigué presenta en su sala de exposiciones de la ciudad de Lérida una muestra que reúne, por primera vez, todas las obras del autor sudafricano que esta institución atesora en su colección, y que constituyen el conjunto privado más relevante de Europa.
Para Ana Vallés, presidenta de Sorigué, esta muestra es la culminación de más de diez años de trabajo con un gran artista como Kentridge (Premio Princesa de Asturias 2017), que es además una pieza fundamental en el desarrollo de la Colección Sorigué.
Organizada en siete salas, la exposición permite trazar su trayectoria artística desde los años noventa hasta la actualidad, poniendo el foco, como señalábamos, en su proceso creativo y en cómo es el trabajo y la vida en su estudio; entendiendo el estudio como un espacio físico pero también metafórico. La reflexión sobre el acto de crear es uno de los ejes de su producción, a través de la cual plantea además reflexiones sobre la permanencia y lo efímero.
Internacionalmente conocido por sus característicos cortometrajes de animación, el trabajo de William Kentridge (Johannesburgo, 1955) se mueve en la intersección de diferentes lenguajes, como el dibujo, el cine, la música, la danza o la escenografía. Considerado una figura clave en la recuperación de la memoria histórica de su país, explora a través de sus creaciones la compleja historia de Sudáfrica y, más ampliamente, la naturaleza de las emociones y la memoria humana.
El recorrido por “William Kentridge. Fundació Sorigué” se inicia con la monumental Middle Aged Love, obra compuesta por cuatro grandes dibujos a carboncillo (222×130 cm), que muestran parejas que, a primera vista, parecen estar bailando, pero en los que el artista, deliberadamente, al ofrecernos una visión un tanto emborronada, deja abierta la interpretación sobre qué clase de actividad están realizando. Quizás bailan, sí, pero podrían también estar simplemente abrazados o, incluso, pelear.
A continuación, encontramos uno de los nueve episodios de Self-portrait as a Coffe Pot, el último gran proyecto de Kentridge, presentado en la Bienal de Venecia 2024 (disponible para su visualización en mubi.com). Tres de estos capítulos han sido cedidos en préstamo por el artista para esta exposición, cuyas proyecciones se ubican en tres espacios diferentes de la muestra. Este primero tiene como tema principal el autorretrato como forma de conocerse a sí mismo; en él, intenta dibujar su propia figura, mientras que su doble observa el resultado imperfecto desde lejos. Más adelante encontraremos también el episodio nueve, In Defence of Optimism, el cual nos traslada directamente a su estudio en el momento de producción de los estandartes y el proceso de filmación de la banda que interpreta la música de la obra More Sweetly Play the Dance, que sale del estudio para recorrer las calles de Johannesburgo. Finalmente, cerrando el recorrido podremos ver el episodio uno de la serie, titulado A Natural History of the Coffee, que puede entenderse como un himno a la libertad artística, opuesta a la falta de libertad de los espacios cerrados en la era digital.
Quizá uno de sus trabajos más conocidos sea la película Tide Table (2003), titulada así en alusión a las tablas de mareas y en la que el autor presenta una reflexión introspectiva sobre el paso del tiempo y el olvido. Narra recuerdos personales con el mar como telón de fondo, de los que nos presenta, entre otros, la imagen de su cuidadora negra vestida de blanco o una fotografía de su abuelo leyendo en la playa cerca de Cape Town, sentado en una tumbona. Este film en 35 mm forma parte de Drawings for projection, una serie de once films y dibujos, dos de los cuales también se muestran aquí, iniciada en 1989 y producida a lo largo de más de treinta años. Está protagonizada por dos personajes antitéticos, dos alter ego del propio Kentridge: el opresor Soho Eckstein, un exitoso empresario afrikáner blanco obsesionado con el poder y las posesiones; y Felix Teitlebaum, un poeta que encarna la melancolía de un habitante de los márgenes.
Resulta curiosa e hipnótica la singular forma de trabajar de Kentridge: en este caso, para cada escena de estas películas filma un gran dibujo en carboncillo y pastel, que luego borra parcialmente y vuelve a dibujar. Cada dibujo es una especie de fotograma de la pieza final. Las imágenes en movimiento surgen de la transformación de esos dibujos, en los que el artista deja ver los trazos de estadios anteriores, manchas de borrado, como un registro del paso del tiempo.
Otra de las obras excepcionales de William Kentridge dentro de la Colección Sorigué es 7 Fragments for Georges Méliés, Journey to the Moon y Day for Night. Se trata de un conjunto de nueve películas filmadas en blanco y negro, en las que el artista combina imágenes reales de sí mismo con dibujos realizados en stop motion, una técnica constante en toda su obra. A partir de la reflexión sobre el cine del francés Georges Méliès, crea un conjunto de películas autorreflexivas en las que explora e investiga fundamentalmente el acto creativo en el estudio, además de introducir reflexiones sobre otras cuestiones como la identidad, las superposiciones entre arte, tecnología y ciencia; o temas universales como la memoria, el tiempo, la utopía, el caos y el orden…
La exposición cuenta también con un préstamo de lvory Press, Tummelplatz, un particular libro de artista de dos volúmenes, cada uno de los cuales contiene diez fotograbados estereoscópicos de Kentridge; y uno de la Fundación MACBA, Ulysse: echo sean, slide, bottle, consistente en una triple proyección continua en vídeo que combina dibujos inspirados en los grabados de anatomía de los siglos XVI y XVII e imágenes procedentes de ecografías, TAC y resonancias magnéticas, y en la que plantea un particular viaje de Ulises por el interior del cuerpo.
Además de las piezas señaladas en la exposición, la Fundació Sorigué custodia y exhibe de manera permanente en el complejo de PLANTA (Balaguer, Lérida) la gran instalación More Sweetly Play the Dance, obra cumbre en la producción del artista, compuesta por ocho canales de vídeo de grandes dimensiones y de casi cuarenta metros de longitud. La obra representa una procesión protagonizada por un gran número de personajes, que bailan, con una música festiva y jovial, pese a la dureza de los acontecimientos que los personajes llevan sobre sus espaldas. En la exhibición en la Fundación se presentan algunas de las siluetas que Kentridge empleó para la creación de esta pieza, llegadas directamente desde su estudio.
“William Kentridge. Fundació Sorigué”
FUNDACIÓ SORIGUÉ
Alcalde Pujol, 2, bis
Lérida
Hasta junio de 2025
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