El mundo de Tim Burton aterriza en Brühl

El Max Ernst Museum repasa sus fuentes de inspiración

Brühl,
Tim Burton. Blue Girl with Wine, 1997
Tim Burton. Blue Girl with Wine, 1997

Tras pasar por centros de Nueva York, Toronto, Melbourne, Praga y Tokio, hasta el 3 de enero de 2016 podremos disfrutar en el Max Ernst Museum de Brühl de “El mundo de Tim Burton”. No es casual la elección de este museo, situado a orillas del Rin en la pequeña ciudad donde nació Ernst, como sede: cuántas veces no hemos pensado en la pintura surrealista viendo sus películas, volcadas en el intento de expresar emociones y pensamientos subconscientes.

Tomando la cultura popular como fuente casi infinita de inspiración, el director americano prácticamente ha conseguido crear un género propio: sus filmes resultan, por contenido y por estética, plenamente identificables y han ejercido una influencia importante entre los jóvenes talentos dedicados, no solo al cine y al vídeo, también al diseño gráfico.

El talento de Burton va más allá de la dirección: ha trabajado como ilustrador, fotógrafo, escritor…como artista cuyo estilo transita entre el Surrealismo y el Pop

Esta exhibición remasa la gama de trabajos en la que Burton ha mostrado su creatividad, desde la niñez hasta su etapa de madurez como director: incluye setecientas piezas entre dibujos apenas expuestos con anterioridad, pinturas, fotografías, móviles, arte conceptual, storyboards, marionetas, maquetas, trajes y materiales efímeros empleados en algunas de sus películas más recordadas, como Eduardo Manostijeras, Pesadilla antes de Navidad, Batman, Mars Attacks!, Ed Wood o Beetlejuice. También pueden verse testimonios de proyectos que no llegaron a materializarse y que, como el resto de estas obras, prueban que el talento de Burton va más allá de la dirección: ha trabajado como ilustrador, fotógrafo, escritor…en definitiva como artista cuyo estilo transita entre el Surrealismo y el Pop. De hecho, comenzó trabajando como ilustrador para la factoría Disney antes de caer en la cuenta de que las historias de Mickey Mouse, La Bella Durmiente y Ariel le quedaban cortas a una imaginación tan peculiar como la suya.

Fue entonces cuando Burton comenzó a crear sus propias criaturas de fantasía, muchas con rasgos a medio camino entre lo animal y lo humano y capaces de suscitar la risa y el miedo.

La muestra le ha gustado (él mismo se encargó de inaugurarla en Brühl el pasado agosto), pero también suscita en él sentimientos encontrados: tiene la sensación de estar abriendo su armario al público para mostrarnos, no solo sus glorias, también su “ropa sucia”.

 

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