Tras pasar por centros de Nueva York, Toronto, Melbourne, Praga y Tokio, hasta el 3 de enero de 2016 podremos disfrutar en el Max Ernst Museum de Brühl de “El mundo de Tim Burton”. No es casual la elección de este museo, situado a orillas del Rin en la pequeña ciudad donde nació Ernst, como sede: cuántas veces no hemos pensado en la pintura surrealista viendo sus películas, volcadas en el intento de expresar emociones y pensamientos subconscientes.
Tomando la cultura popular como fuente casi infinita de inspiración, el director americano prácticamente ha conseguido crear un género propio: sus filmes resultan, por contenido y por estética, plenamente identificables y han ejercido una influencia importante entre los jóvenes talentos dedicados, no solo al cine y al vídeo, también al diseño gráfico.
El talento de Burton va más allá de la dirección: ha trabajado como ilustrador, fotógrafo, escritor…como artista cuyo estilo transita entre el Surrealismo y el Pop
Esta exhibición remasa la gama de trabajos en la que Burton ha mostrado su creatividad, desde la niñez hasta su etapa de madurez como director: incluye setecientas piezas entre dibujos apenas expuestos con anterioridad, pinturas, fotografías, móviles, arte conceptual, storyboards, marionetas, maquetas, trajes y materiales efímeros empleados en algunas de sus películas más recordadas, como Eduardo Manostijeras, Pesadilla antes de Navidad, Batman, Mars Attacks!, Ed Wood o Beetlejuice. También pueden verse testimonios de proyectos que no llegaron a materializarse y que, como el resto de estas obras, prueban que el talento de Burton va más allá de la dirección: ha trabajado como ilustrador, fotógrafo, escritor…en definitiva como artista cuyo estilo transita entre el Surrealismo y el Pop. De hecho, comenzó trabajando como ilustrador para la factoría Disney antes de caer en la cuenta de que las historias de Mickey Mouse, La Bella Durmiente y Ariel le quedaban cortas a una imaginación tan peculiar como la suya.
Fue entonces cuando Burton comenzó a crear sus propias criaturas de fantasía, muchas con rasgos a medio camino entre lo animal y lo humano y capaces de suscitar la risa y el miedo.
La muestra le ha gustado (él mismo se encargó de inaugurarla en Brühl el pasado agosto), pero también suscita en él sentimientos encontrados: tiene la sensación de estar abriendo su armario al público para mostrarnos, no solo sus glorias, también su “ropa sucia”.
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