En Suiza no existen colecciones de propiedad estatal, pública, y por tanto tampoco una Galería Nacional; hay que recordar que el país, como Estado confederado y con las fronteras con las que hoy lo conocemos, data de 1848 y la actividad coleccionista allí la han desarrollado coleccionistas privados y museos locales, fundamentalmente. Corría 1906 cuando un colectivo de jóvenes entusiastas del arte (entre ellos Arthur Hahnloser y Hedy Hahnloser-Bühler, Richard Bühler y los hermanos Oskar y Georg Reinhart) se asentaron en el patronato del Winterthur Kunstverein, que se había fundado justamente en 1848, iniciando una década gloriosa para el coleccionismo suizo y para esa ciudad: en la década de 1910 gestaron uno de los fondos privados más importantes de Europa, la Colección Hahnloser, que tendría una influencia crucial en el desarrollo de posteriores fondos de arte moderno y contemporáneo.
Atesora piezas fundamentales del siglo XX: trabajos de Manet, Cézanne, Van Gogh, Renoir y Toulouse-Lautrec y de artistas suizos como Hodler y Vallotton; también ocupa un lugar esencial el colorido vivo de fauvistas y nabis. Hay que tener en cuenta que, en su conjunto, se gestó la Colección Hahnloser en un periodo de tiempo relatívamente corto, entre 1907 y 1936, y que en su formación tuvo mucho que ver el contacto directo de esos patronos con los artistas, sobre todo con Bonnard, Matisse y Vallotton, con quienes mantuvieron un vínculo profundo, leal y amistoso.
Inicialmente, Arthur y Hedy Hahnloser atesoraban piezas únicamente para su casa, la célebre Villa Flora de Winterthur, pero gracias a sus encargos de obras, sus donaciones a museos y la vehemencia con la que defendieron a “sus artistas”, promovieron indudablemente el conocimiento de la creación moderna en Suiza. Gracias a sus donaciones, en 1916 el Winterthur Kunst Museum pudo definirse como la primera colección pública de arte francés en Suiza y los museos de Berna y Zürich seguirían sus pasos. Ese entrelazamiento de fondos privados y públicos aún hoy se conoce como “Principio Hahnloser”.
Tras la muerte de Hedy Hahnloser, en 1952, la colección fue para sus hijos, Hans y Lisa, y hoy buena parte está en manos de la Fundación Hahnloser/ Jaeggli, fundada en 1980; el resto continúa siendo propiedad privada de la familia. En 2018 la Villa Flora fue donada al cantón de Zúrich y en 2022 se pondrá a disposición del público como tercera sede del Winterthur Kunst Museum. Entretanto… es la Albertina vienesa la que dedica su gran exposición de primavera a estos fondos, de los que forman parte pinturas emblemáticas, como Reflejo o La bañera de Bonnard, uno de los autorretratos de Cézanne, Café nocturno en Arlés de Van Gogh, La blanca y la negra de Vallotton o la escultura Pomona, de Maillol.
Para el matrimonio Hahnloser, coleccionar no era tanto una pasión como una forma de vida y en ella involucraban activamente a quienes los rodeaban. Concibieron sus adquisiciones como un museo para la enseñanza e invitaron a sus amigos y familiares a adquirir trabajos de sus artistas favoritos (y a estos, a donar sus obras a coleccionistas privados y museos suizos). Por eso a ellos les debemos, no solo la pujanza artística de diversos fondos de este país, al margen del suyo, sino el desarrollo de avanzadas políticas de adquisición y un incremento de donaciones que generaría el nacimiento, a su vez, de otras colecciones.
La muestra que, hasta el 24 de mayo, acoge la Albertina ofrece una visión variada de los fondos Hahnloser a partir de obras llegadas fundamentalmente del Kunstmuseum Bern y del Winterthur Kunst Museum. De las 500 pinturas, obras en papel y esculturas que originalmente componían esta colección han llegado ochenta a la capital austriaca para dialogar aquí con parte de las obras que atesora la Albertina: veinticinco de sus pinturas se han integrado en la muestra.
“Van Gogh, Cézanne, Matisse, Hodler. The Hahnloser Collection”
Albertina Platz 1
Viena
Del 22 de febrero al 24 de mayo de 2020
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