El Centro de Arte Dos de Mayo presenta desde mañana su sexta muestra de acercamiento a la colección partiendo de la idea del arte como forma de aproximarse a la realidad, como lugar en que se mira de manera crítica el pasado para entender el presente e imaginar el futuro.
El presente se observa inseguro después de que muchos de nuestros referentes se hayan caído, mientras los nuevos no acaban de nacer. Renunciando a poseer una verdad absoluta, una gran narración que pueda explicar el por qué de todo lo que nos rodea, el arte se ha encontrado a sí mismo concentrándose en micro narraciones, que, sin renunciar a la poesía y a la emoción, nos arrojan luz para desenvolvernos en la vida cotidiana. El arte ha servido hasta ahora para documentar lo que ocurre y para intentar encontrar en la historia las bases del ordenamiento actual.
Las obras de “Colección VI” proponen viajes de ida y vuelta por sucesos que acontecieron en la historia, abordándolos desde las emociones, individuales y colectivas, e insistiendo en la dimensión sensible del arte. Según ese planteamiento, Alexander Apóstol indaga en la historia de un estadio de la ciudad de Los Angeles, construido para evitar un proyecto de vivienda pública que habría cambiado la idiosincrasia de un barrio burgués; Joachim Koester propone rehacer el paseo diario del filósofo Inmanuel Kant, Bleda y Rosa revisitan los escenarios de cruentas batallas de la historia de España, ahora convertidos en apacibles rincones; Juan Hidalgo genera tensión utilizando gráficos de colores de las banderas y algunos de los tópicos nacionales que perduran durante décadas y Juan Arce apela a la imagen de Goya en los fusilamientos del tres de mayo para cuestionarse el papel del arte y su capacidad para abrir aún interrogantes.
Fernando Sánchez Castillo convierte frases olvidadas en obras para ser instaladas en el espacio público, dotándolas así de un significado nuevo; el colectivo indio RAQS Media Collective examina de forma crítica el legado marxista y David Maljkovic regresa a su desaparecido país, Yugoslavia, para constatar la utopía incumplida de una convivencia sin tensiones.
La exposición se completa con una pequeña galería de retratos que reflexionan sobre la imagen fotográfica e indagan en las personalidades de los retratados desde sus respectivas posiciones de poder. Annie Leibovitz retrata las imágenes de la Reina de Inglaterra y el Presidente de Estados Unidos, dos jefes de estado herederos de dos largas tradiciones y Juan Gyenes fotografía en 1976 a Sus Majestades los Reyes Don Juan Carlos y Doña Sofía, como símbolos de un país en transición. Por último, David Goldblatt retrata una generación entera de nuevos responsables municipales post-apartheid.
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