El año pasado, Diana Larrea presentó en Espacio Mínimo y en el CA2M de Móstoles el proyecto De entre las muertas, que venía gestando años antes en sus redes sociales con el fin de difundir la obra de mujeres artistas relegadas u olvidadas, previas investigaciones sobre ellas.
Trabajó a partir de los archivos digitales de sus autorretratos para hacer de ellos falsas cianotipias, técnica a la que dio pionero uso la botánica británica Anna Atkins (considerada la primera fotógrafa de la historia) y que confería a las imágenes un característico tono azul cuando aún no existían negativos ni cámaras como tales. Atkins disponía muestras vegetales sobre papeles sensibilizados que, luz solar mediante, imprimían sus formas sobre un soporte mientras el fondo quedaba de ese color y las evocadas cianotipias de Larrea han transformado en siluetas oscuras los retratos y en una suerte de figuras fantasmales o apariciones (en referencia a su olvido) a las protagonistas. Junto a sus imágenes vimos, a modo de díptico, textos bilingües de sus biografías.
La información sobre estas autoras rescatadas pudo la artista encontrarla en Internet, sin acudir a archivos o bibliotecas, probando así que sus nombres y su producción no nos quedan lejos ni son inaccesibles, aunque hasta los últimos años no hayan sido compilados, difundidos como merecen ni incluidos en el relato canónico de la Historia del Arte, más allá de anexos anecdóticos.
De entre las muertas ha viajado ahora a Murcia, donde hasta el 25 de julio forma parte de la exhibición “Yo existo, tú existes, nosotras existimos”, que ha concebido específicamente Larrea para la Sala Verónicas. Junto a esa propuesta, como decíamos un híbrido de activismo feminista, investigación histórica y divulgación cultural, se exponen allí otros dos proyectos realizados este mismo año y vinculados a aquel.
El primero es Una artista para cada día, una proyección en vídeo que se ha situado en la zona que correspondió al altar y que reúne todas las stories de Instagram sobre mujeres creadoras que la artista compartió con sus seguidores durante un año: se trata de 365 breves clips que traen a nuestro tiempo sus figuras. Atentos a la banda sonora: se trata de una música litúrgica que elaboró la abadesa benedictina Hildegard von Bingen en el siglo XII. No fue solo religiosa, también filósofa, naturalista y visionaria: su recuperación enlaza tanto con el sentido de esta exposición y de la producción de Larrea como con la propia arquitectura de la Sala Verónicas, templo sacro en el pasado.
La última propuesta la ha preparado Larrea específicamente para este lugar y esta ocasión, dejándose inspirar por Inés Salzillo, quien fuera hermana y colaboradora destacada en el taller de imaginería del escultor barroco murciano Francisco Salzillo, cuya vida abarcó buena parte del siglo XVIII. Es conocido que sus funciones en ese taller no eran en absoluto menores y abarcaban la aplicación de policromía en las tallas, las encarnaciones y el proceso del estofado, sin embargo, tras quince años de labor desinteresada y subordinada en ese obrador familiar (no recibió remuneración alguna), el matrimonio la alejó de su trabajo, como era habitual en la época.
Partiendo de la imagen de la Virgen Dolorosa (1742) que se encuentra en la Iglesia de Santa Catalina, Larrea ha llevado a cabo una instalación espacial llamada Atelier creativo de Inés Salzillo, formada por una serie dibujos, un mural en la pared y unas piezas de madera recubiertas con pan de oro. En su conjunto, podemos interpretarlos como metáfora de esos impedimentos sociales que malograron la trayectoria artística de aquella autora recluyéndola a una jaula de oro, sentido en el que incide la propia ubicación de este proyecto: se sitúa en una sala pequeña tras una celosía, un espacio cerrado donde en siglos pasados rezaban las monjas Verónicas en este convento murciano, que fue de clausura.
Diana Larrea. “Yo existo, tú existes, nosotras existimos”
c/ Verónicas, 4
Murcia
Del 15 de mayo al 25 de julio de 2021
