Del Noucentisme a la vanguardia: Torres-García vuelve a la Sala Parés

La galería barcelonesa fue el primer espacio donde expuso

Barcelona,

El pasado mes de julio se cumplieron 150 años desde el nacimiento de Joaquín Torres-García en Uruguay; allí transcurrió su infancia y adolescencia hasta su traslado a España con su familia en 1891. Tras una breve estancia en Mataró, se asentaron en Barcelona, donde Joaquín se matriculó en la Academia de Bellas Artes y en la Academia Baixas, formándose en un inicio de modo tradicional, estudiando el arte neoclásico. Es posible que esas convenciones fueran la razón de que renunciara al rumbo académico y se decidiera a emprender una experiencia más autodidacta: sería en 1893 cuando se embarcó en una búsqueda artística propia alentada por sus conversaciones con Hernández Pijuan o Eduardo Marquina en el Cercle de Sant Lluc y, desde 1897, con los asiduos de Els Quatre Gats.

El Toulouse-Lautrec grabador se convirtió en uno de sus referentes desde la exposición que le brindó en 1896 la Sala Parés de Barcelona y, por esas fechas, comenzaría a colaborar como ilustrador en diversos libros y publicaciones periódicas, como Revista Popular y Barcelona Cómica, y en la obra de Jacinto Benavente La vida literaria. Tras algunas exposiciones barcelonesas, en 1901 llevó una serie de paisajes románticos, que había realizado para la revista Pèl i Ploma, al Salon de París; era ya Torres-García un pintor y muralista reconocido.

Joaquín Torres-García. Paseo al atardecer, 1898
Joaquín Torres-García. Paseo al atardecer, 1898

El vibrante ambiente artístico que conoció la Ciudad Condal en esa etapa, y el modernismo, motivaron al autor uruguayo a unirse a Gaudí en la ejecución de las vidrieras de la Catedral de Palma de Mallorca y de la Sagrada Familia (1903-1904); ya en 1910, mientras trabajaba en dos paneles murales para la Exposition Universelle de Bruselas, pudo admirar el clasicismo monumental de Pierre Puvis de Chavannes, otra de sus fuentes de influencia. En la sexta Exposició d’Art de Barcelona, la crítica lo definiría como uno de los mayores representantes del Noucentisme y en 1912 Enric Prat de la Riba le encargó los frescos para la decoración del Salón de San Jordi del Palau de la Generalitat, controvertidos; tras finalizarlos, Torres-García se retiró a Terrassa, donde creó la Escola de Decoració y se dedicó a la enseñanza y a la publicación de Notas sobre arte en 1913 y Diálegs en 1915.

Desde un lenguaje más personal, llevó a cabo en adelante composiciones que, por su acentuada geometría, anticipan su posterior y maduro estilo constructivista. Dado que cada vez eran más sus muestras, tanto en España como en el extranjero, en 1920 el artista y su familia optaron por mudarse a Nueva York, donde durante una temporada Joaquín ideó juguetes -recientemente los expuso Guillermo de Osma-. Nuevamente en Europa, en 1928 conoció a Mondrian en París y fundó el grupo Cercle et Carré, al que permaneció unido unos años. En 1934 decidió regresar a Uruguay, donde vivió hasta su fallecimiento, centrado en la tarea de introducir las vanguardias europeas en el panorama creativo latinoamericano y en poner en marcha su noción de constructivismo universal a través de la fundación de la Asociación de Arte Constructivo y el Taller Torres-García. En esa misma época, ejecutó su Monumento cósmico en Montevideo (1938) y publicó Universalismo Constructivo (1944), su principal aportación teórica.

Joaquín Torres-García. Sirena, hacia 1898-1900
Joaquín Torres-García. Sirena, hacia 1898-1900
Joaquín Torres-García. Paisaje con desnudo, 1915
Joaquín Torres-García. Paisaje con desnudo, 1915

El primer espacio barcelonés donde pudo verse obra de Torres-García, la Sala Parés (fue en 1897, junto a creadores del Cercle de Sant Lluc), acoge en sus tres espacios expositivos la muestra “Entre el Noucentisme y las vanguardias (1891-1934)”, un repaso a su producción durante su etapa europea y estadounidense a través de 120 trabajos, entre óleos, obra sobre papel y juguetes, muchos de ellos a la venta y procedentes de colecciones de París, Nueva York, Montevideo, Madrid y Barcelona. Destacan, asimismo, los dibujos preparatorios para los citados frescos de la Generalitat, cedidos por esa institución, que ha colaborado en la organización de este proyecto junto al Museo Torres García de Montevideo.

La efeméride que esta exhibición recuerda en la galería es doble: además de aquel siglo y medio del nacimiento del autor, la Parés comenzó en 2017 un programa de muestras, llamado Memoria, para festejar su 140 aniversario, brindando amplias presentaciones a los artistas a los que este centro ha estado vinculado y también trabajos de investigación: en el caso de Torres-García, el montaje se completa con un catálogo con una introducción de Jimena Perera, vicepresidenta de la Fundación Torres García de Montevideo y bisnieta de Joaquín, y un estudio a cargo de Michela Rosso, especialista en su obra y profesora del departamento de Historia del Arte de la Universitat de Barcelona, además de la catalogación completa de las obras de la exposición, que más tarde podrá verse, en una versión reducida, en la Galería Leandro Navarro de Madrid.

Joaquín Torres-García. Dos figuras, 1927
Joaquín Torres-García. Dos figuras, 1927

Planteado cronológicamente, el recorrido recalca los vínculos de Torres con Cataluña: fue aquí donde se asentó su vocación pictórica y participó del movimiento noucentista no solo a través de su obra, también de sus escritos; a través de ellos, y como maestro, se empapó de los debates culturales, intelectuales, de ese momento. Su fase catalana podemos decir que se caracterizó por su eclecticismo: conjugó los apuntes de corte académico con ensayos modernistas.

Los dibujos para el Salón de San Jordi de la Generalitat que han recalado aquí, imbuidos de los rasgos del Noucentisme, son La Catalunya eterna, La bòbila y La Catalunya industrial; emparentan estéticamente con los que desarrolló para los murales de la Casa Badiella (1917) o algo antes en Mon Repòs, en Terrassa (1914); también con Entoldado, Calle de Barcelona o Estación (1917). Los años veinte, y su tiempo en Estados Unidos, Francia y Madrid, en contacto con nuevos artistas, llevaron a su obra un mayor dinamismo y cambios en su paleta; esas experimentaciones culminarían en su inmersión constructivista. De su estancia parisina podemos contemplar en Parès Café de París, Bodegón o Retrat de Blasco Ibáñez, fechados al final de los veinte; también una selección de juguetes, los más tempranos efectuados en la carpintería de la Sociedad del Juguete Desmontable en 1917-1918.

Joaquín Torres-García. Entoldado, 1917
Joaquín Torres-García. Entoldado, 1917
Joaquín Torres-García. Burros y caballo, hacia 1917-1919
Joaquín Torres-García. Burros y caballo, hacia 1917-1919

 

 

“TORRES-GARCÍA. Entre el Noucentisme y las vanguardias (1891-1934)”

SALA PARÉS

C/ Petritxol, 5

Barcelona

Del 30 de noviembre de 2024 al 1 de febrero de 2025

 

 

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