Cinco caminos para adentrarse en las cuevas de Kentridge

El CCCB nos da pistas para adentrarnos en el universo del artista sudafricano

Barcelona,

Desde el pasado octubre y hasta el 21 de febrero del próximo año, el CCCB barcelonés nos viene presentando “Lo que no está dibujado”, exhibición dedicada a William Kentridge que consta de nueve tapices de gran formato, una instalación audiovisual que recoge la fuerza expresiva de su teatro de sombras (More Sweetly Play the Dance), once filmes pertenecientes a su serie animada Drawings for Projection y siete dibujos en papel que nos sirven para introducirnos en el meticuloso proceso de creación de esas películas.

Así, la exposición incide en el carácter multidisciplinar de la producción de este artista sudafricano y también en las posibilidades de esta para convertirse en vehículo de reflexión en torno a los retos del postcolonialismo y las distancias entre ámbitos de poder y márgenes de exclusión en Europa, aunque no trabaje el autor desde la voluntad intencionada de transmitir ciertos contenidos comprometidos y afirme dejarse llevar en la transmisión libre de su conciencia del mundo o de la historia.

Jordi Costa, jefe de exposiciones de este espacio barcelonés, nos propone cinco vías para adentrarnos en los mundos de Kentridge:

DISCUTIENDO A PLATÓN
Nos referíamos a la instalación audiovisual More Sweetly Play the Dance; en ella observamos una procesión aparentemente sin fin compuesta por soldados, enfermos, mecanógrafas, políticos, religiosos, bailarines…, motivo igualmente presente en otras instalaciones como The Refusal of Time, tapices como Porter Series o trabajos de animación como Shadow Procession. Componen ese friso un grupo social heterogéneo de individuos que atraviesan ocho pantallas y portan máquinas de escribir, palomas, bañeras, rostros, flores… objetos que podrían remitir a nociones platónicas.

En el mito de la caverna, recordamos, hombres prisioneros desde siempre solo pueden mirar hacia el fondo de su morada sin girar la cabeza. Advierten las sombras, gracias a la iluminación de una hoguera, de hombres que llevan todo tipo de imágenes y, como encadenados sin mayor ángulo de mirada, consideran a esas sombras la verdad. Según la narración platónica, si uno de esos esclavos fuera liberado y conociera la realidad en su complejidad, y se le hiciera regresar a la cueva de donde salió, sus antiguos compañeros no se dejarían desatar y serán capaces de matarlo (en referencia al infructuoso intento de Sócrates por ayudar a sus contemporáneos).

Kentridge puede transportarnos con esta proyección a ese mito fundacional de la cultura occidental que, según explicaba Edgar Morin en su ensayo El cine o el hombre imaginario, podría tener relación con las representaciones de sombras que acompañaban los cultos mistéricos en la antigua Grecia.

La primera conferencia que ofreció Kentridge en las Charles Eliot Norton Lectures de la Universidad de Harvard se llamó In Praise of Shadows y en ella convirtió esta alegoría de Platón en discurso a deconstruir: formuló el sudafricano que nos conviene no confiar en la luz del conocimiento, porque esta suele estar ligada al poder, que puede instrumentalizarla para sus objetivos. Y en ese sentido, vincula “ilustración” y colonialismo. Propone, por tanto, una vía intermedia para el saber donde tendrán cabida la ambigüedad y la duda.

William Kentridge. More Sweetly Play the Dance, 2015. Cortesía del artista
William Kentridge. More Sweetly Play the Dance, 2015. Cortesía del artista
William Kentridge. South Polar Regions, 2016. The Stephens Tapestry Studio. Cortesía del artista y Goodman Gallery
William Kentridge. South Polar Regions, 2016. The Stephens Tapestry Studio. Cortesía del artista y Goodman Gallery

EL EXTRAÑO CASO DE SOHO ECKSTEIN Y MR. TEITLEBAUM
En los filmes de animación que componen la serie Drawings for Projection viene trabajando Kentridge desde 1989, en paralelo al desmantelamiento progresivo del apartheid en su país (en ese mismo año Pieter Willem Botha dimitió como primer ministro). Nunca ha querido el artista que estas películas de animación se consideren una crónica de este periodo, pero el paisaje de Johannesburgo es trasfondo evidente de las piezas.

Un industrial minero (Eckstein) y un poeta (Mr. Teitlebaum) son los protagonistas antitéticos del conjunto: en su evolución gráfica a lo largo de tres décadas subyacen misterios. En el primer dibujo de la serie, Eckstein aparece como un depredador materialista digno de una pesadilla expresionista y un Teitlebaum desnudo evoca la melancolía de un desclasado. En una escena concreta, ambos personajes pelean, recordándonos el Duelo a garrotazos de Goya. Puede, por tanto, que los Drawings for Projection no sean una crónica del apartheid, pero podrían aproximarse al espíritu de los Caprichos y Disparates goyescos.

A medida que avanza la serie, Eckstein y Teitlebaum van pareciéndose más, entre sí y al mismo Kentridge: son escisiones de una única identidad. Además, son personajes similares a los de la Commedia dell’Arte, instrumentos al servicio de fines diversos.

POÉTICA DE LA TRANSFORMACIÓN
En la tercera de sus Six Drawing Lessons, dice Kentridge: La tierra es un testigo poco fiable. No es que borre toda la historia, pero para conocer los hechos hay que excavar en ella, buscando los rastros, las pistas medio escondidas. Hay una semejanza entre la tierra y lo que hace, y nuestra memoria poco fiable.

Podemos trasladar su afirmación a Johannesburgo, de paisaje a priori poco atractivo y terreno inestable; en la niñez del autor eran frecuentes las noticias, creíbles o no, sobre casas o individuos devorados por una tierra horadada por las excavaciones mineras.

En estas obras, los trazos en carboncillo se pueden borrar pero dejan un rastro, así que sirven al propósito de mostrarnos esa inestabilidad del entorno de Johannesburgo, que para el artista es una animación en sí mismo: se enlazan formas y memorias; además, en un filme de animación todo está en movimiento y en transformación incesante.

Uno de los protagonistas de Drawings for Projection es, en sí mismo, una metáfora sujeta al cambio: un gato negro que deviene bomba, teléfono, cafetera, máscara antigás o megáfono, como la cola del gato Félix se convertía en bastón, paraguas, signo de exclamación o de interrogación.

MULTIPLICANDO A WILLIAM KENTRIDGE
Costa nos invita también a recuperar la intervención que Kentridge hizo en la serie de masterclasses TedxJohannesburg; en ella proyectó un vídeo en el que, en su estudio, él se multiplicaba por cuatro, hablando a la vez todas sus versiones. El resultado era una cacofonía lúdica que remitía al recelo del creador sobre el formato de las clases magistrales, por el lugar que niegan a la duda. Desconfía Kentridge de aquel espacio donde no cabe el titubeo y reivindica las asociaciones libres, los intersticios e incluso las malas interpretaciones.

Durante el confinamiento, ha trabajado el artista en vídeos en los que se desdobla, como autor y espectador. Ambos discuten y desmontan ideas expuestas en las Six Drawings Lessons, porque solemos asociar su trabajo a la historia sudafricana y al apartheid pero otra clave dominante en la obra de Kentridge es el sentido del humor.

William Kentridge. Perseus and Sibyl, 2020. Cortesía del artista
William Kentridge. Perseus and Sibyl, 2020. Cortesía del artista

PALABRAS CONTRA LA ENTROPÍA
En una cubierta del diario holandés Het Parool que elaboró Kentridge el pasado abril aparece un árbol elevándose. La obra formaba parte de una campaña en la que participaron distintos artistas con el lema Hou Vol (Mantengámonos fuertes), y las ramas contenían inscripciones que rezaban No tengo miedo, Bailo un minué con el miedo, ¿Cómo podemos sentir la calidez solos?, Sigo siendo una parábola…

La palabra escrita tiene una presencia importante en la obra de Kentridge, tanto en sus trabajos de animación como en los montajes escénicos, tapices o dibujos, y siempre de modo fragmentario, como si compusieran un cadáver exquisito.

Perseo y Sibila evoca una imagen mítica que hace que esas palabras, teóricamente independizadas del discurso al que pertenecían, cobren sentido: en la puerta de la cueva donde la Sibila escribía el destino de los vivos, un fuerte viento se llevaba las hojas, haciendo que nadie pudiera estar seguro de si el destino, escrito en un papel que se había depositado en sus manos, era verdaderamente el suyo. Y una de las metodologías creativas de Kentridge consiste, justamente, en escribir frases y palabras en trozos de papel: anotaciones que mezcla y recombina; considera su arte como un pulso contra el caos del mundo en busca de sentido.

William Kentridge. A Natural History of the Studio (Where Shall We Place our Hope?), 2020. Cortesía del artista
William Kentridge. A Natural History of the Studio (Where Shall We Place our Hope?), 2020. Cortesía del artista

 

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