En él nacen nuestro lenguaje, nuestros recuerdos, nuestra creatividad y también la conciencia y el pensamiento simbólico y podemos considerarlo el órgano más complejo del cuerpo humano.
El CCCB barcelonés abre hoy, con la colaboración de la Fundación Telefónica y la Wellcome Collection londinense, la muestra “Cerebro(s)”, que se propone examinar su rol esencial en nuestras vidas desde una óptica tanto científica como psicológica y que explora igualmente lo que en él nos separa de los animales no humanos y de las criaturas con inteligencia artíficial, en un tiempo en que los avances en robótica, neurociencia o biotecnología son más que acelerados y podríamos hallarnos en una etapa clave de la evolución de nuestra especie.
Como apunta Judit Carrera, directora de ese centro catalán, es mucho lo que en torno al cerebro hemos aprendido desde que, en los inicios del siglo pasado, Ramón y Cajal descubriese la neurona como su unidad básica de funcionamiento y el trabajo de estas en red; también desde que comenzó a elucubrarse sobre la dualidad entre seso y mente, heredada de la establecida entre cuerpo y alma y hoy superada por los hallazgos neurocientíficos: se acepta actualmente que ambos son inseparables y que se relacionan estrechamente con el contexto social y cultural de cada individuo. Roger Bartra hablaba por esa razón del exocerebro.
El punto de partida de esta exhibición, abierta hasta diciembre, se encuentra en otras dos que pudieron visitarse, en 2012 y 2016, en los citados espacios de Telefónica en Madrid y de la Wellcome Collection en Londres: “Brains: The Mind as Matter” y “States of Mind: Tracing the Edges of Consciousness”, y cuenta su recorrido con cerca de trescientas piezas, tanto artísticas (obras de Tomás Saraceno, Ivana Franke, Joan Fontcuberta, Greg Dunn, Roc Parés, Laramascoto, Shona Illingworth o Xavi Bou), como materiales históricos, dibujos del citado Ramón y Cajal, cómics, películas, proyectos de investigación o dispositivos ideados por Leonardo Torres Quevedo o Lady Ada Lovelace.
Comienza la muestra hablando de materia: estudiando cómo el análisis de los cráneos fósiles y del arte rupestre han podido acercarnos a la aparición de la mente simbólica y repasando antiguas creencias relativas a la medida del cerebro. Distorsiones, con mucho de ideológicas, sobre esta cuestión derivaron en la aparición de la frenología y la eugenesia. Se incide asimismo en cómo, a medida que se desarrollaban la anatomía y la fisiología, el cerebro ha ido equiparándose, metafóricamente, con la tecnología punta de cada época: desde el telar a los ordenadores pasando por la calculadora mecánica y la red eléctrica o telefónica.
Con una presentación semejante a la de un gabinete de curiosidades veremos parte de la amplia colección de la Wellcome, que contiene libros de historia de la salud y la medicina modernas, objetos de anatomía antiguos, grabados, dibujos y fotografías; también ediciones de época de estudiosos como Vesalius, Descartes o Thomas Willis; dibujos histológicos o instrumentos de cirugía y modelos anatómicos. No falta tampoco documentación original de la máquina analítica de Charles Babbage y Lady Ada Lovelace y, como decíamos, maquinaria de época del ingeniero Leonardo Torres Quevedo.
Un segundo apartado de la exhibición incide en que los cerebros generan mentes: nos dotan de pensamiento, emociones, sueños y conciencia a través de la memoria, seguramente su atributo más relevante, en cuanto que nos determina en buena medida y es mucho lo perdido cuando ella falla. Cuando los primeros estudiosos empezaron a comprender que este órgano podía guardar relación con nuestras enfermedades, crecieron los intentos de influir en su estado y las técnicas iniciales dieron lugar a nuevas tecnologías, como la realidad virtual o la estimulación cerebral profunda, tratamientos que, con el paso de las décadas y las investigaciones, han proporcionado caminos inesperados a la hora de encontrar respuestas a las enfermedades cerebrales.
Se analizará, en este punto, el estado actual de la neurociencia y también de las exploraciones filosóficas y éticas que varios artistas han emprendido a partir de ese conocimiento: nos esperan en el CCCB instalaciones como la de Laramascoto, basada en el trabajo del antropólogo Roger Bartra y su mencionada teoría del exocerebro; otra instalación inmersiva de Alex Guevara realizada basándose en la grabación de su propia actividad neuronal mientras duerme; fragmentos de un documental sobre la agnosia (la incapacidad para identificar objetos a través de los sentidos) del cineasta Joaquim Jordà o los autorretratos de William Utermohlen, aquejado de alzheimer. Estas obras, entre otras, dialogarán con experimentos científicos punteros llevados a cabo por grupos de investigación de Barcelona.
El tercer capítulo de la exposición subrayará que la biosfera cognitiva no se ciñe solo a nuestros cerebros. Comenzamos a tener conciencia de que responder las grandes preguntas podría implicar tener que hallar agentes cognitivos que reten nuestra intuición, como células simples capaces de resolver problemas matemáticos complejos, inteligencias colectivas generadas por especies que trabajan conjuntamente como una única mente, inteligencias artificiales que replican los circuitos cerebrales o robots biológicos sin cerebro que mantienen comportamientos básicos.
Para introducirnos en los entresijos de la inteligencia artificial, veremos material documental recogido en los primeros congresos sobre esa rama junto a instalaciones de arte contemporáneo que enlazan aquella disciplina con la creatividad, como las de Joan Fontcuberta, Patrick Tresset o Roc Parés. Y, tras adentrarnos en una propuesta de telarañas de Tomás Saraceno ligada al concepto de “mente extendida”, podremos descubrir algunas de las últimas investigaciones sobre las mentes alternativas de la biosfera cognitiva, como la inteligencia del Physarum, un hongo que puede salir de un laberinto para buscar alimento; los xenobots de cerebro o formas de vida sintética, la inteligencia de un pulpo convertido en actor principal de una obra teatral del colectivo experimental Rimini Protokoll o la inteligencia colectiva de bandadas de pájaros de Xavi Bou.
Comprobaremos, en definitiva, cómo compartimos nuestro planeta con muchas otras mentes que han evolucionado para dar sentido a su entorno, e incluso con algunos organismos sin cerebro que, aun con esa carencia, pueden solventar problemas complejos. No existe un único cerebro, sino muchos, y por tanto centenares de interrogantes en torno a ellos.
Esta propuesta del CCCB servirá para generarnos dudas… y la confianza en que podremos encontrar, en nuestra inteligencia y en otras, las respuestas.
“Cerebro(s)”
CENTRE DE CULTURA CONTEMPORÀNIA DE BARCELONA. CCCB
c/ Montalegre, 5
Barcelona
Del 27 de julio al 11 de diciembre de 2022
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