¿Encontraríais conexiones, en un primer vistazo y sin pensarlo demasiado, entre las obras de Alexander Calder y el dúo formado por Fischli & Weiss? La Fundación Beyeler de Basilea nos desafía a encontrarlas, hasta el próximo 4 de septiembre, en una muestra que se centra en el modo en que estos artistas, cuya práctica separan décadas, abordaron la recreación del equilibrio, la plasmación escultórica del sostenimiento precario, fascinante (y aparentemente fugaz) de los materiales.
En una mirada rápida, sus formulaciones de este mismo asunto pueden resultarnos completamente diferentes, pero si examinamos las obras de estos artistas de manera más minuciosa, podremos quizá contemplarlas como dos caras de una misma moneda, como la representación, desde diferentes perspectivas, de instantes de fragilidad semejantes.
Se favorece el diálogo abierto y transversal entre las piezas de uno y otros, pero la muestra también nos permite recorrer la evolución de la obra de Calder desde su Circo de los años veinte hasta su posterior viraje a la abstracción y la invención del móvil en los treinta, móviles de los que los trabajos de Fischli & Weiss sirven como contrapunto en cuanto al tratamiento de la gravedad y la ingravidez, la ligereza y el peso.
Las obras que forman parte de esta exposición, que ha comisariado Teodora Vischer en colaboración con la Fundación Calder de Nueva York y con Peter Fischli, sondea los límites de lo lúdico, plantea las posibilidades de recurrir al azar, e incluso a la posibilidad del fracaso, en el proceso artístico y también materializa la fina línea que separa humor y poesía.
Buscando lecturas más hondas, unas y otras obras pueden leerse como metáforas de la inestabilidad de la condición humana, de la cuerda floja como símbolo de una existencia sin apenas asideros.
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