Ética y estética siempre se han conjugado en la obra del artista asturiano Avelino Sala: vídeos, esculturas, neones, fotografías u objetos en los que es frecuente que encontremos alegorías sobre la alienación y la soledad del individuo en las sociedades de hoy, sobre nuestra fragilidad, los huecos de la historia oficial o el carácter selectivo y también débil de nuestra memoria.
En la muestra que, desde el pasado 19 de enero, presenta en ADN platform, en Sant Cugat del Vallés, vuelve a hablarnos sobre la noción de identidad en nuestra época, cuando es objeto de múltiples reivindicaciones a causa o a pesar de una globalización que parecía diluirlas. “Action Painting”, bajo el comisariado de Fernando Gómez de la Cuesta, nos recuerda que, aunque es posible que todo tenga que cambiar para que permanezca igual, lo cierto es que en la última década hemos asistido a una sucesión de transformaciones difíciles de intuir: los medios de comunicación tradicionales han perdido seguidores y, en algunos casos, credibilidad; nuestros teléfonos se han convertido en ventanas al mundo o en puertas cerradas al entorno cercano y nosotros, ciudadanos, nos venimos convirtiendo cada vez más en consumidores de lo material y de lo inmaterial.
No solo las noticias de actualidad son hoy instantáneas y veloces; también las opiniones e ideas más o menos afortunadas. Suelen prometernos un avance en libertades, la democratización del conocimiento y el libre acceso a la información y sin embargo… cada vez se extiende más la percepción de que ese progreso es más aparente que real. Sala se ha planteado cómo ha evolucionado, en esos nuevos cauces líquidos de nuestro mundo, la censura, porque sí que podemos aceptar la mayoría que esta no ha desaparecido. Los controles sobre acciones, palabras, pensamientos… en ese mundo desmaterializado no pueden ser ya físicos (y simples) sino que sus mecanismos han mutado, haciéndose fluidos y por eso omnipresentes. Afirma el comisario que la nueva censura es líquida y se nos inocula de manera sibilina en nuestros actos y en nuestro cerebro, sin apenas percibirlo; la nueva censura es autocensura, algoritmos, velocidad, homogenización, superficialidad, exclusión y postcensura; la nueva censura es invisible y despersonalizada. Cuando nadie parece ejercer el control a la libertad, este quizá se ejerza desde todas partes y en todas direcciones.
Sala ya ha apuntado más de una vez en sus trabajos a las tácticas de poder y manipulación que, no por invisibles, son hoy menos poderosas y vuelve a subrayar su desproporción en esta muestra en la que ha optado por el arte de acción (la pintura y la pintada, dice Gómez de la Cuesta). Su llamada a la toma de conciencia es enérgica y combativa: dota metafóricamente de las habituales armas de control físico a esa nueva censura inmaterial, una represión que se ejerce sin pelotas de goma ni porras pero que no suscita menos coacción.
Forma parte de esta muestra una sucesión de escudos antidisturbios transparentes que podemos no identificar como tales pero que sí permiten a quien los lleva la vigilancia y que quedan convertidos en instrumento, no de defensa, sino de control. No es la primera vez que el artista emplea este tipo de escudos en sus exposiciones: en 2016, en su serie Give me Shelter, los transformó ya en soporte de una intervención pictórica en la que se refería a su doble condición de elemento protector y coactivo. La pintura lanzada sobre ellos simboliza rebeldía e insurgencia y sus trazos se contraponen a los emblemas del poder, siglas o banderas. Sala nos invita a reflexionar sobre cómo objetos como este pueden a la vez suscitar confianza y miedo, evocar poesía y violencia.
El poder difusor de Internet, subyacente en el mensaje de no pocos trabajos de Sala, ha ocasionado que algunas imágenes y vídeos de sus escudos sepultados por pintura se hayan convertido en iconos del combate del arte y de la cultura contra todo aquello que se oponga a la libertad de pensamiento, desde fuera o desde dentro de la Red, entendida esta por Avelino como zona de conflicto enmarcada en cada uno de nuestros dispositivos, identificados, controlados y censurados. No hay intimidad posible en las pantallas, el aparato que a todos nos convierte en el Truman del show. El reto es, y de ahí la estética de estas obras, camuflarnos, fundirnos en un todo orgánico, encontrar caminos para la oposición ingeniosa y la ocultación.
Avelino Sala. “Action Painting”
c/ Víctor Hugo, 1. Nave 6
Sant Cugat del Vallés
Barcelona
Del 19 de enero al 18 de mayo de 2019
