De adolescente se gana la vida con trabajos de marmolista, carpintero y pintor decorador de residencias lujosas, siendo en 1914 cuando se decida a pintar: sus primeras obras combinan el estilo neoimpresionista con el realismo social, tanto en escenas de género como en paisajes figurativos. Es a partir de los años cuarenta cuando su estilo da un giro orientado a la esquematización y a la composición a partir de elementos verticales y horizontales inclinados que recuerdan a las obras de Paul Klee. En 1950 viaja por Europa, suponiendo su regreso el abandono absoluto de lo figurativo, situándose en las puertas de la abstracción geométrica. Influido por el arte concreto, se sirve de diferentes esquemas geométricos que somete a múltiples variaciones para explorar las propiedades ópticas del color; ejemplo de esto es su obra Banderolas (Colección Joao Marino, San Pablo, 1967). En 1972, se celebra una exposición retrospectiva de su obra en el Museo de Arte Moderna de Río.