Es hijo del pintor y escenógrafo José González Redondela, con quien comienza su formación artística, ayudándole en la realización de decorados. Posteriormente toma clases nocturnas de dibujo en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid durante cuatro años. En 1945 envía un cuadro a la Exposición Nacional de Bellas Artes firmado con el seudónimo heredado de su padre (Redondela), el cual no abandonará nunca. Es también por esa época cuando entra en contacto con los miembros de la Escuela de Madrid: Álvaro Delgado, Vázquez Díaz, etc. Comienzan las exposiciones y los viajes por la geografía española, en los cuales toma apuntes que luego reelabora en su estudio, convirtiéndose el paisaje en el tema más querido por el artista. La década de los cincuenta supone el reconocimiento de su obra por parte del público y la crítica; así, en 1950 es seleccionado para participar en la Bienal de Venecia, en 1953 se le concede el Premio Nacional de Pintura y al año siguiente obtiene una beca de la Catherword Foundation de Filadelfia que le permite viajar a Estados Unidos. En los siguientes años se suceden los éxitos y los galardones. Su pintura plasma con gran maestría diversos géneros como el retrato y el bodegón, pero donde su obra adquiere una especial significación es en el paisaje. Estos destacan tanto por sus características técnicas como por su particular enfoque de la realidad. Redondela emplea generalmente gamas cromáticas frías, en las que predominan los grises y azules, que son dispuestos sobre el lienzo en generosas pinceladas. Los rincones, caminos y escenas populares por él plasmadas, se encuentran inundados por una luz que les llena de emoción y sentimiento. Ha realizado multitud de exposiciones, entre las que cabe citar la gran retrospectiva llevada a cabo en el año 1999 en el Centro Cultural de la Villa de Madrid, donde se encontraban representadas todas sus etapas y en la que figuraban muchas de sus mejores obras.