Quirós, Antonio (Ruiz Arroyo, Antonio)

Uciera (Cantabria), 1912 – Londres, 1984 Pintor español.


Recibe su primera formación artística del pintor academicista Camollano, el cual gozaba de un cierto prestigio entre la burguesía. A comienzos de la década de los treinta adopta la descomposición de los cuerpos en planos geométricos que presenta ciertas similitudes con la técnica del cubismo que practicaba su tía, la pintora María Blanchard, pero con la que tuvo poco trato. Su relación con la vanguardia se produce a través de la literatura, ya que entabla amistad con Gerardo Diego y con Federico García Lorca, cuyo lirismo y ambiente poético y surreal se encuentran presentes en su obra La muerte de Camborio. En la Guerra Civil lucha del lado republicano y, tras el final de la misma, se exilia en Francia, donde se afilia a la Resistencia. En 1945 retoma su actividad artística en París, ciudad en la que asiste a clases en la Academia Julian y de la Grande Chaumére, comenzando las muestras en suelo galo y, por el resto de Europa, exponiendo (París, Cannes, Amsterdam, Estocolmo, etc). La pintura de estos años se inscribe dentro de la órbita de la abstracción y la lleva a cabo con gran cantidad de materia. Al finalizar la década de los cuarenta regresa a Santander y se produce la consolidación de su estilo que en estos años vuelve a la figuración. Retorna de nuevo a París, instalándose definitivamente en Madrid en 1951, donde no realizará su primera exposición individual hasta 1956 en el Ateneo. Se suceden las muestras por nuestro país, convirtiéndose en un artista de notable éxito: Exposición Internacional de Arte Abstracto (1953) en el Museo de Bellas Artes de Santander, El Retrato Español Actual (1960) en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, y un largo etc. Sus lienzos se encuentran habitados por misteriosos personajes, concebidos a manera de marionetas de miembros inertes, realizados mediante pincelas de gamas cromáticas frías y austeras. El artista crea un mundo inquietante y personal, poblado por maniquíes de alma humana aunque desnudos de sentimientos, dispuestos en espacios intemporales, despojados de toda anécdota, los cuales transmiten con gran frialdad, angustia y desesperanza. Por último señalar su especial dedicación, a lo largo de toda su carrera, al tema del retrato. Tras su muerte se han celebrado dos importantes exposiciones: la organizada por el Museo de Bellas Artes de Santander en 1984 y la gran muestra antológica que tuvo lugar en el Centro Cultural Conde Duque de Madrid en 1986.

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