Picasso, Pablo Ruiz


Málaga, 1881 – Mougins, 1973
Pintor y escultor español considerado la figura más relevante para el arte de la primera mitad del siglo XX.

Muestra dotes para el dibujo desde su infancia en Málaga. Por cuestiones de trabajo, su familia se traslada a La Coruña donde empieza a pintar. En 1895 se traslada a Barcelona donde ingresa en la Escuela de Bellas Artes de La Lonja y en 1897 obtiene con facilidad la admisión en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Viaja a París en 1900 y vive entre esta ciudad y Barcelona hasta 1904. Son los años de la época azul que reflejan un mundo sórdido, de enfermos y mendigos, en el que predominan los tonos azules adecuados para expresar dolor y tristeza, como en La vida o El viejo guitarrista (1903). Al año siguiente Picasso se instala en el Bateau-Lavoir, en el barrio de Montmartre en París. Inicia una etapa más tranquila, a pesar de las dificultades económicas, que se traduce en un cambio de colorido y temática que convierte en protagonistas a los acróbatas, niños y arlequines de la época rosa. Contribuye a esa estabilidad también el círculo vanguardista del que forma parte junto con Apollinaire, Max Jacob, Marie Laurencin y André Salmon, así como la atención que prestan a su obra coleccionistas y expertos como Kanhweiler o los hermanos Stein. El Retrato de Gertrude Stein (1906) anuncia un cambio en la trayectoria de Picasso y revela su interés por la pintura de Cézanne y por la escultura primitiva. Sus indagaciones en busca de una mayor simplificación y objetividad de la forma culminan en la realización de una obra clave en su trayectoria y en la del arte contemporáneo: Les demoiselles d´Avignon (1907). Con ella se produce la ruptura total con la concepción clásica de la perspectiva, en favor de una forma de representación nueva en la que las figuras se descomponen en planos y carecen de intención literaria o simbolista. Supone la inauguración del cubismo y el comienzo de un proceso de investigación de la pintura, que realiza junto a George Braque, que se materializa en el llamado cubismo analítico y en el que la descomposición del objeto se acerca a la abstracción. Desde 1912, con la introducción en el cuadro de letras de imprenta, papeles pintados, maderas o cualquier otro elemento realista, Picasso inicia la fase del cubismo sintético, a la que se incorpora Juan Gris y que se caracteriza por una mayor riqueza de colorido frente a la etapa anterior. Los mismos planteamientos aplicados a la pintura los proyecta en una serie de construcciones tridimensionales o esculturas-objeto de enorme trascendencia para el constructivismo ruso y buena parte de la escultura del siglo XX. De ahora en adelante, el arte se libera del concepto de la pintura como mera imitación de la realidad e independiente para explorar cualquier campo de la visión. A partir de 1916, Picasso abandona el cubismo por cansancio y tiende hacia un arte más figurativo y clasicista. Cocteau le invita a realizar la escenografía del ballet Parade e inaugura su colaboración con los Ballets Rusos de Diaghilev en 1917. En los años siguientes se producen constantes cambios de estilo, desde las representaciones de figuras femeninas monumentales de indumentaria clasicista a las revisiones personales del cubismo que nunca abandona, siempre marcadas por un tono vitalista. En 1925 se acerca al surrealismo, pero no llega a integrarse en el grupo. Figuras de mujeres de aspecto óseo y de posturas violentas, ensamblajes y grabados, constituyen su obra más cercana a los surrealistas y anuncian temas que obsesionan a Picasso en los años siguientes: el Minotauro, la mujer que llora o la reflexión sobre la creación artística. Esta etapa culmina en la realización de El Guernica para el Pabellón Español de la Exposición Universal de 1937 en París, en la que aprovecha un acontecimiento histórico para manifestar su indignación y dolor por las víctimas de la guerra, de tal manera expresado que la obra trasciende el tema y adquiere un sentido mítico. Tras la Segunda Guerra Mundial, se desplaza desde París hacia el sur y se establece en Antibes (1946), Vallauris (1948), Vauvenargues (1958), Cannes (1955) y Mougins (1961) y se dedica a actividades varias como la cerámica, la escultura, el grabado y la pintura. En los años cincuenta y sesenta reflexiona sobre la historia de la pintura y recrea grandes temas como Las Meninas (1957), Señoritas a orillas del Sena de Courbet; los Almuerzos basados en el Dejeneur sur l´herbe de Manet o las evocaciones de obras de David, Delacroix, Goya o Poussin. Una actividad desenfrenada en los últimos años de su vida dedicado especialmente a una pintura de factura muy libre y color exuberante cuyo tema es la mujer y la creación artística. Versátil y genial en todas sus manifestaciones, su obra sugiere constantes relecturas.