Arlequín: el Museo Picasso lleva a la red una exposición para leer y mirar

Será la primera muestra digital presentada por el centro malagueño

Málaga,

El Museo Picasso de Málaga nos ha presentado hoy “Arlequín”, una exposición virtual, en inicio prevista para sus salas, que debía inaugurarse este mes de mayo. Con ella este centro buscaba celebrar la reciente apertura en la ciudad del Teatro Soho, pero la pandemia ha obligado a que se convierta en una muestra online, la primera que organiza.

Plantea un diálogo entre Picasso y el bufón Arlequín y llega a nosotros en forma de libro ilustrado digital, estructurado en tres capítulos y con un epílogo de constelaciones. En la primera sección, descubriremos los porqués de la atención del pintor malagueño a la figura del arlequín tomando como punto de partida, justamente, su obra Arlequín de 1917, una de las piezas fundamentales de la colección del Museu Picasso barcelonés, que había accedido a prestarla a su homólogo andaluz para la ocasión. Este apartado se completa con un apunte sobre la presencia del personaje teatral, y del propio teatro, en la obra picassiana.

Hay que recordar que Picasso llevó a cabo este Arlequín justamente en la capital catalana, con motivo de la presentación en el Gran Teatre del Liceu del ballet Parade de la compañía de los Ballets Rusos del gran Diáguilev, con quien colaboró en la creación de los vestuarios y el telón de escena. Su modelo fue Léonide Massine (nombre artístico de Leonid Feodorovic Miassin), primer bailarín de la compañía. Aunque durante un tiempo hubo controversia respecto a la identidad de la figura, las investigaciones del Museu Picasso con motivo del centenario de la obra zanjaron la cuestión.

El segundo episodio, por su parte, profundiza en la Commedia dell’Arte, sobre todo en el carácter de Arlecchino y en su rol protagonista en la obra de Carlo Goldoni Arlecchino servitore di due padroni. Se trata de una de las piezas teatrales italianas más vistas en el mundo: bajo la producción del Teatro Piccolo de Milán, se han programado cerca de 3.000 funciones en más de cuarenta países desde 1947.

Como género de teatro popular, la Commedia dell’arte surgió hacia 1550. Se caracteriza por la representación de una obra literaria dirigida a una audiencia popular y se retrata a personajes estereotipados, recreando situaciones burlescas. Por lo general los actores, salvo cuando representaban a personajes románticos, se servían de variadas máscaras. La expresión Commedia dell’arte significa literalmente teatro interpretado por personas del arte, es decir, por actores profesionales, y sus orígenes podrían remontarse incluso a piezas cómicas breves conocidas como “farsas” en el medievo.

Pequeñas compañías formadas por acróbatas, juglares y actores visitaban ciudades y pueblos improvisando sus actuaciones, derivadas normalmente de una trama sencilla que quedaba convertida en una comedia irónica, en la que se mezclaban las canciones con los bailes y las acrobacias.

 

Y la tercera sección se llama “Del estudio al camerino” y nos sumerge en la llamada estrategia del enmascaramiento, recurso compartido por pintores y actores en sus respectivas labores. El camerino del comediante y el estudio del pintor pueden analizarse desde parámetros interiores y albergar significados en relación con la personalidad de quien se refugia en ellos. El Museo Picasso nos recuerda que, en su respuesta a la teoría sobre el juego y su relevancia en el desarrollo civilizador de las personas formulada por Huizinga en Homo Ludens (1938), el escritor francés Roger Caillois proponía una clasificación primaria de los juegos, apuntando a que un tipo de ellos está orientado a promover el “mimicry”: la imitación o el simulacro. En esa forma de interacción libre, separada de la realidad siempre incierta, el sujeto juega a creer, a hacerse creer o hacer creer a los demás que es diferente de sí mismo. Y para disimular la potencial realidad que lo define como sujeto, crea un relato imaginario simulando una segunda realidad: una actividad de enmascaramiento propia de la representación teatral o de la interpretación dramática que tiene, para Caillois, tres fines básicos: disimular, metamorfosear o aterrorizar. Así, la máscara, literal y metafórica, ha sido, a lo largo de nuestra evolución cultural, un recurso muy asequible, versátil y efectivo, tanto en el teatro… como en el arte.

Este proyecto, concebido para leer y mirar, se despide de nosotros con una antología de textos, películas y una selección de libros que pueden enriquecer nuestro conocimiento sobre los nexos entre Picasso, el arlequín y el teatro. Disfrutaremos de ensayos escritos para la exposición, de más de cincuenta imágenes, fragmentos de filmes y numerosas referencias bibliográficas; pasad por aquí.

Picasso. Arlequín (Léonide Massine), 1917. Museu Picasso, Barcelona
Picasso. Arlequín (Léonide Massine), 1917. Museu Picasso, Barcelona

 

Comentarios