Ana Teresa Ortega, fotografía y revisión

El Museo Universidad de Navarra repasa su carrera

Pamplona,

El año pasado recibió nuestro Premio Nacional de Fotografía por entender esta disciplina “como herramienta de construcción de la memoria e historia colectivas” y por “su constante reflexión en torno al medio fotográfico guiada por una voluntad indagatoria de sus límites y posibilidades como lenguaje híbrido que dialoga con la tridimensionalidad”.

Ana Teresa Ortega, docente en la Universidad Politécnica de Valencia además de fotógrafa desde los noventa, ha dedicado su producción a explorar el carácter frágil de la memoria histórica y también las posibilidades de la propia imagen como lenguaje válido para conocer y entender el pasado; le interesan, además, las relaciones entre lo tangible y lo intangible y los posibles nexos entre foto, escultura y arquitectura.

El conjunto de sus más de treinta años de trayectoria los repasa, desde hoy, el Museo Universidad de Navarra en la muestra “Pasado y presente, la memoria y su construcción”, que ha comisariado Pep Benlloch y ha coproducido el Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana (en 2019 pudo verse en el Centre del Carme Cultura Contemporània de Valencia). Su punto de partida es la exposición “Visión-revisión”, que Ortega presentó en 1990, y la carrera de esta autora es recorrida hasta sus últimas propuestas, algunas inéditas: percibiremos cómo sus fotoesculturas iniciales evolucionaron hacia piezas de evidente sello conceptual y mayor ligereza en lo material (hierro y acero darían paso a metacrilatos y soportes transparentes); antes y ahora su propósito ha sido invitarnos a repensar el calado de la memoria individual y colectiva, cómo esta se construye y su vínculo con la historia.

El recorrido se estructura cronológicamente y en series entre las que se establecen diálogos, repasándose así en el tiempo, y proyecto a proyecto, las claves teóricas y estéticas de la obra de la artista alicantina, al tiempo que se incide en su experimentación con diversas técnicas y materiales, en la vocación conceptual de su trabajo y la sobriedad de su lenguaje, carente de retórica. Encontraremos imágenes vinculadas a la relación entre identidad y raíces, a los medios de comunicación de masas (con un rol esencial en la configuración de la memoria hoy), al exilio y a lo que la lectura tiene de espacio de libertad.

Ana Teresa Ortega. Sin título, 1992
Ana Teresa Ortega. Sin título, 1992

Abren la muestra fotoesculturas, piezas híbridas a medio camino entre el volumen y la imagen fija, que Ortega llevaría a cabo tras formarse en la Facultad de Bellas Artes de San Carlos valenciana, donde se especializaría en escultura. No se refieren a acontecimientos concretos, sino que, por su atemporalidad, podrían aplicarse a distintas épocas históricas; en su proceso creativo, se nutría Ortega de imágenes tomadas de las noticias que aplicaba a otros contextos, refiriéndose así a problemáticas sociales universales.

En general, en su producción no encontramos alusiones obvias a episodios definidos de la historia, sino continuas referencias al padecimiento del exilio y a la noción de archivo: Utilizaba la figura del exilio, pero sin especificar nada. Cuando hablaba de archivos, documentos y legajos, también lo hacía de una forma simbólica y figurada, pero sí aludía a la prensa directamente, como una obra en la que aludo a una novela de Patricia Highsmith, que habla del escenario del crimen. Yo inserto su título en un montón de titulares de prensa de diferentes periódicos. Esa foto escultura, con la imagen impresa en tela, está presentada como un quisco de los de antes. Es una presentación simbólica.

En adelante, esta autora fue definiendo sus intereses y afinando su presentación espacial. Otro de sus asuntos recurrentes ha sido el acercamiento a escritores y pensadores (Hannah Arendt, Primo Levi, Alejandra Pizarnik, María Zambrano o Elías Canetti) y a sus actividades, la escritura y lectura (lo vemos en series como Pensadores, Figuras del exilio, La biblioteca, una metáfora del tiempo y Jardines de la memoria). Entiende Ortega que adelantaron camino en torno a la futura investigación artística sobre la memoria (histórica) y que escribir y leer fueron para ellos ejercicios de autonomía individual.

Ana Teresa Ortega. La biblioteca, una metáfora del tiempo, 1998
Ana Teresa Ortega. La biblioteca, una metáfora del tiempo, 1998

Entre esos conjuntos podemos destacar La biblioteca, una metáfora del tiempo, en la que se nos propone concebirlas como una suerte de “memoria en construcción”. En sus palabras, los andamios forman parte del espacio en sentido tridimensional. A través de andamios de verdad, se proyecta una biblioteca donde hablamos de cómo la memoria es un espacio que siempre tiene que estar en construcción.

En el más reciente proyecto Presencias sombrías, otra vez la memoria, colaboró Ortega con escritores e intelectuales de hoy que han abordado las confluencias entre memoria e historia, con el fin de estrechar lazos, asimismo, entre el espacio histórico y el literario. Les preguntó por espacios simbólicos presentes en su literatura, los fotografió y, a continuación, esos autores acompañaron las imágenes con sus textos.

Ana Teresa Ortega. Albatera, Alicante (1939). Serie Cartografías silenciadas, 2006-2014
Ana Teresa Ortega. Convento de Santa Clara, Valencia, 1939-1942. Serie Cartografías silenciadas, 2006-2014

La preparación documental acompaña buena parte de sus series; también es esencial en Cartografías silenciadas, De trabajos forzados (en proceso) o Lugares del saber y exilio científico. Trabajó en varios archivos históricos, estudiando documentos relativos al golpe de estado franquista, la Guerra Civil y la posguerra mientras, en paralelo, fotografiaba lugares donde tras la contienda tuvieron lugar actos de represión o trabajos forzados. Subraya su hallazgo en el Archivo Militar de Ávila: Me encontré con una carpeta de planos de los espacios que habían utilizado como campos de concentración. Y ellos mismos, los militares, ponían en la planta: campos de concentración. Pensé que a partir de estos planos podría localizarlos físicamente, ir allí y fotografiarlos, hubiese lo que hubiese: un espacio baldío o que tuviera otros usos. Así empezó el proyecto.

En este tipo de trabajos, la intención de Ortega es llevar a nuestra mirada vacíos y olvidos; señala que no hay una memoria pública para esos espacios que no son visibles. No hay monumentos ni calles, ni aparecen en los libros de historia, es imposible que los conozcamos. No ha habido un reconocimiento y ahí tenemos un problema político.

Ana Teresa Ortega. Fuerte San Cristóbal (Pamplona), 1939-1945. Serie Cartografías silenciadas, 2006-2014
Ana Teresa Ortega. Fuerte San Cristóbal (Pamplona), 1939-1945. Serie Cartografías silenciadas, 2006-2014

 

Ana Teresa Ortega. “Pasado y presente, la memoria y su construcción”

MUSEO UNIVERSIDAD DE NAVARRA

Campus Universitario

Pamplona

Del 14 de abril al 10 de octubre de 2021

 

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