El ayer y el hoy de Ana Laura Aláez

Azkuna Zentroa explora los temas que vertebran su carrera

Bilbao,

Tras su paso por el Centro de Arte Dos de Mayo de Móstoles, desde hoy puede verse en Bilbao, en Azkuna Zentroa, “Todos los conciertos, todas las noches, todo vacío”, un repaso a la producción de Ana Laura Aláez comisariado por Bea Espejo que escapa a la noción de retrospectiva: sus proyectos pasados se conectan con los recientes entablando diálogos a partir de cuatro ejes temáticos. Las casi cincuenta obras reunidas, catorce de ellas inéditas, se ordenan en las secciones Objetos y extensiones abyectos, Excitación y vacío, Violencia y vulnerabilidad y Mito, sexualidad de mujer, ideología de camuflaje y abarcan un arco cronológico de tres décadas.

Aláez se formó en el contexto artístico vasco de los ochenta, que no fue en absoluto ajeno a la crisis social y económica de entonces, a los años de plomo y a una deficiente visibilización de la mujer, también en el ámbito cultural. Desde entonces, la artista ha venido consolidando una producción que ha conjugado elementos cotidianos y otros específicamente escultóricos y que pone en cuestión esos estereotipos que conoció desde sus comienzos, los relacionados con el género, la geografía y la clase, llevando a las tres dimensiones sus vivencias en este sentido; ella suele definirse como arquitecta de emociones.

Concibe la escultura, y el arte, Aláez como medio de transformación y ejercicio de supervivencia y asume que en ellos pueden converger componentes propiamente artísticos y aquellos que no lo son; entiende asimismo que la belleza no reside en la homogeneidad sino en la diferencia y que la creación puede ser el ámbito donde reinterpretar lo cotidiano en favor de un día a día más amigable.

Como subraya Espejo, a la autora vasca le importa nuestra fragilidad, lo que el arte tiene que ver con nuestra mejor y nuestra peor cara; la vida, considera, es susceptible de hacerse creación: Si hay una constante en el trabajo de Ana Laura Aláez es hablar desde la vulnerabilidad. Solo negociando desde ahí se accede a esos lugares imaginarios donde el arte deviene un lugar fascinante en el que se concentra lo mejor y lo peor de nuestra naturaleza. De eso trata “Todos los conciertos, todas las noches, todo vacío”. Contiene muchas de sus últimas obras, junto a otras que nunca han salido del estudio, en un diálogo poroso basado en la repetición que incide en lo inconcluso de las estructuras y en el poder de las resonancias. Plantea la muestra como un manifiesto escultórico, pero también como una negociación continua con lo mutable. Un intento de romper estereotipos de género. Un grito contra la losa patriarcal. Una celebración de las políticas de la noche.

La artista, nacida en Bilbao, y Espejo plantean un regreso a los inicios de su trayectoria para explorar las inquietudes presentes en su obra desde aquellos ochenta: la consideración del cuerpo como peana y de la peana como escultura, las posibilidades de la misma escultura como canción y de la noche como material, lo conflictivo de la identidad o la validez de la impostura. El título del proyecto, ese “Todos los conciertos, todas las noches, todo vacío”, procede justamente de una de las piezas, no demasiado conocida, una instalación que remite al tiempo improductivo y al contraste entre el deseo y la realización, la expectativa primera y la decepción siguiente. Elaborada con aluminio y textiles, apela a todos nosotros cuando nos convertimos en meros espectadores al sentir que el tiempo es infinito y olvidar nuestra inmortalidad.

Ana Laura Aláez. Todos los conciertos, todas las noches, todo vacío, 2009
Ana Laura Aláez. Todos los conciertos, todas las noches, todo vacío, 2009

Cada uno de los espacios que ordenan el recorrido se estructura en torno a una pieza principal que se rodea de otras, y se han esquivado intencionadamente cronologías para subrayar los nexos latentes entre las obras, convertidas así en fragmentos de conjuntos que se nos presentan tan novedosos como coherentes. No faltan trabajos bien conocidos por los seguidores de Aláez, como La cortesana (1992-2021), Pulseras (1993- 2014), Piel de naranja (1995-2021), Metal Lipsticks (1999-2021), Wonder Woman P.A (1993), No hables con extraños (1989), Braintree P.A (2008), Impostura (2014), Uñas rojas (revisited) (1991-2021) o Loba (2014), y tampoco obras producidas por Azkuna Zentroa para esta ocasión, la primera monográfica de Aláez en su ciudad natal: es el caso de La naturaleza no está de nuestra parte y Fuerzas anticipadoras, ambas datadas este año.

La primera consta de un brazo insertado en un cuerpo que no es el suyo y podremos recordar el chasis y el tubo de escape de una Harley Davidson. Se alude a quienes cuestionaron masculinidades estereotipadas y a mujeres en la música que rompieron igualmente clichés sobre el cuerpo y la imagen, como PJ Harvey, Wendy O´Williams, Kim Gordon… El deseo último de la autora bilbaína con este tipo de piezas, más que alcanzar determinadas conclusiones formales, es alimentar un impulso vital y creativo a partir de su relación con los objetos dejando, hasta cierto punto, a un lado las preocupaciones sobre la recepción del resultado. Fuerzas anticipadoras, por su parte, nace de la vertiente metálica del proyecto que da título a la exhibición. Sugiere, utilizando hierro y cadenas, que si una línea en el plano puede alumbrar una nueva perspectiva, también ha de ser posible empezar de cero al iniciar periplos vitales en busca de un lugar propio.

Contemplaremos igualmente Trayectoria, (Like gold and faceted 1, 2 ,3 y 4), que se inspira en las heridas de chicle de Hanna Wilke y también en el ruido repetitivo y ascendente de un tema de Earth, el incorporado al título. Aborda Aláez la erótica que en el arte representa una proyección de nuestra mortalidad vía pliegues, espejos, torsos o estigmas. Y Cabeza-Espiral-Agujero-Puño-Esperma-Nudo (2008), que habla de violencia y vulnerabilidad, de los límites difusos entre lo abominable y lo sublime y del arte que surge donde menos se lo espera: la peana de la pieza está formada por chamarras de piel gastada.

Unos y otros proyectos sitúan al espectador en un territorio a medio camino entre lo real y lo ficticio en el que repensar el cuerpo y cómo es representado, los objetos y cómo nos comportamos frente a ellos. De nuevo en palabras de Espejo, la suya es una mirada alegórica que, más que inventar imágenes, las confisca, testigo de un momento histórico en que la creación rompía con los discursos lineales, la idea de progreso, y buscaba esos recorridos oblicuos a través de la historia del arte. Cuando los mitos eran destruidos encontró Aláez un momento propicio para reconsiderar por completo el concepto de representación y generar las propias valiéndose de lenguajes híbridos y fronterizos. Sus experiencias le han servido, en ese camino, como experimentos al configurar una creación individual que nace de la observación de lo que brota cuando lo que era sólido se desvanece, de las huellas que trascienden a las apariencias.

Uno de los puntos de partida esenciales del conjunto de la producción de Aláez, y también de su reconocimiento internacional, fue Mujeres sobre zapatos de plataforma, obra que realizó en Nueva York y que formaría parte de la muestra con la que se dio a conocer: “Superficie”, que presentó la Fundació Joan Miró de Barcelona en 1992. Estudiaba ya en ella nuevos conceptos escultóricos desde un enfoque personal que era actitud vital: la búsqueda de todas sus personales identidades, la posibilidad de producir sin estudio y con los mínimos medios, una reclamación de la visibilización femenina.

Después llegaría She Astronauts (1997), que enlazaría a Aláez con el arte relacional al ser fruto de la colaboración con varios artistas, o su Dance & Disco en el Reina Sofía (2000), un club autónomo con ese museo como escenario (han sido varias, asimismo, sus incursiones musicales). Además, al año siguiente presentó en el Pabellón español en la Bienal de Venecia otras tres instalaciones en las que hacía patente su necesidad por ahondar en los propios orígenes.

La exhibición se completa con un área de documentación donde podemos estudiar parte de sus procesos creativos, maquetas y prototipos de proyectos ambientales e instalaciones realizados para espacios específicos.

Ana Laura Aláez. "Todos los conciertos, todas las noches, todo vacío". Azkuna Zentroa
Ana Laura Aláez. “Todos los conciertos, todas las noches, todo vacío”. Azkuna Zentroa

 

 

Ana Laura Aláez. “Todos los conciertos, todas las noches, todo vacío”

AZKUNA ZENTROA

Arriquíbar Plaza, 4

Bilbao

Del 20 de mayo al 26 de septiembre de 2021

 

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