Alejandra Caballero y el reinado de la intimidad

Jorge Alcolea dedica su próxima muestra a la pintora madrileña

Madrid,

Si pensamos en soledades, en instantes íntimos congelados y en figuras ensimismadas en sus cavilaciones, que ocultan parte de sus anatomías y su rostro frontal al espectador, y que seguramente por eso lo seducen, es inevitable acordarnos de Edward Hopper, autor que en vida no contó con el favor del mercado y la crítica, pero que hoy forma indudablemente parte del imaginario colectivo y ha dejado su huella en un buen número de artistas atraídos por los ambientes cotidianos y los momentos de contemplación y reflexión que no se comparten. Entre los que nos quedan más cercanos se encuentra la madrileña Alejandra caballero, que toma el relevo a Jordi Sàbat en la Galería Jorge Alcolea de Madrid y nos presenta este mes allí trabajos recientes, representaciones normalmente de mujeres, que parecen suspendidas en el tiempo, en las que los sujetos contemplan, descansan o desarrollan alguna actividad asociada al pensamiento y a la lentitud (escriben, leen) o que cuidan de la infancia o de animales domésticos.

Como en la producción del estadounidense, es frecuente la incorporación de puertas y ventanas que, o bien introducen a quien observa en las estancias que habitan sus modelos, o dotan de profundidad a las composiciones, enlazando interiores y exteriores. Todo en estas estampas es cotidiano y nada resulta ordinario: no más de dos figuras son necesarias para suscitar impresiones y las arquitecturas y mobiliario donde se desenvuelven son del todo austeros, sin que el espectador pueda perderse en anécdotas ni ornamentos; lo que sucede y lo que no, lo que podemos adivinar a uno y otro lado de los vanos es el centro de estas imágenes y esa ausencia de detalles puede equipararse a la que se produce en sueños o recuerdos, en evocaciones.

Alejandra Caballero. En teoría
Alejandra Caballero. En teoría
Alejandra Caballero. Carta no enviada
Alejandra Caballero. Carta no enviada
Alejandra Caballero. Diario de verano
Alejandra Caballero. Diario de verano

El silencio es, en todo caso, el común denominador de los lienzos de Caballero, en los que el público puede participar de un juego de miradas y espacios y dar sentido a esos momentos solo aparentemente intrascendentes, en los que la soledad no equivale a desamparo sino que se hace sinónimo de sosiego y deja espacio a los pensamientos.

Aunque veremos en Jorge Alcolea alguna escena nocturna, la mayoría captan la luminosidad del día con una paleta cromática muy clara y colores vivos que transmiten frescura; nos llevan a espacios que, como avanzábamos, nos resultan tan cercanos como impersonales: a estancias de cualquier casa que, por ese despojamiento intencionado de particularidades, todos podríamos asociar a la propia; al igual que los momentos de calma o de ternura que capta, que por no necesitar razones ni contexto quedan también al alcance de cualquiera. Esa conjunción de tonalidades brillantes y escenas de paz sugiere nostalgia, prueba la querencia de la artista por la observación de lo íntimo y su atención al carácter de refugio que puede adquirir todo lugar donde escapemos de la mirada de otros. La riqueza de la privacidad.

Alejandra se formó en Bellas Artes en la Universidad Complutense de Madrid y ha obtenido dos becas especializadas en pintura: las concedidas por la Fundación Rodríguez-Acosta de Granada y la que lleva el nombre de Manuel López Villaseñor. Esta es su cuarta muestra individual en Jorge Alcolea en una década; otras monográficas las ha presentado en las salas catalanas Jordi Barnadas o Anquins.

Alejandra Caballero. El espectador
Alejandra Caballero. El espectador
Alejandra Caballero. Dulce hacer nada
Alejandra Caballero. Dulce hacer nada
Alejandra Caballero. La comida
Alejandra Caballero. La comida

 

Alejandra Caballero. “Segundas vidas”

GALERÍA JORGE ALCOLEA

c/ Claudio Coello, 28

Madrid

Del 5 al 30 de mayo de 2023

 

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