El artista sudafricano William Kentridge, que ha alternado la práctica del dibujo y el grabado con incursiones en el cine y del teatro, ha sido galardonado con el Premio Princesa de Asturias de las Artes 2017, según ha hecho hoy público hoy en Oviedo el jurado.
En esta ocasión este ha estado presidido por José Lladó y Fernández-Urrutia y formado por Ouka Leele, Juan Manuel Bonet Planes, José Luis Cienfuegos, Oliver Díaz Suárez, Josep María Flotats, Carmen Giménez Martín, Blanca Li, Catalina Luca de Tena, Joan Matabosch Grifoll, Elena Ochoa, Alfredo Pérez de Armiñán, Sandra Rotondo Urcola, Emilio Sagi Álvarez-Rayón, Patricia Urquiola, Carlos Urroz y José Antonio Caicoya Cores, este último como secretario.
La candidatura de Kentridge había sido propuesta por Beningno Pendás, miembro del Jurado del Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2017, y Raquel García Guijarro, gerente del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales.
William Kentridge nació en 1955 en Johannesburgo (Sudáfrica) y se formó en Ciencias Políticas y Estudios Africanos en la Universidad de Witwatersrand antes de matricularse en Bellas Artes, en la Fundación de Arte de Johannesburgo. En los ochenta se trasladó a París para estudiar teatro en la Escuela Internacional de Teatro Jacques Lecoq y posteriormente colaboró como director artístico en series televisivas, creando además animaciones a partir de sus propios dibujos. Ya desde los noventa ha combinado la práctica del dibujo con la del cine y el teatro, y también ha trabajado en escenografías, collages, grabados, esculturas y videoarte.
Si en un medio podemos decir que Kentridge ha volcado sus ideas más interesantes, ese ha sido el del dibujo: su vehículo para mostrar emociones y metáforas relacionadas con la historia y la realidad sociopolítica sudafricana.
Fuera de Sudáfrica se dio a conocer a raíz de su participación en la Documenta X de Kassel, en 1997, y en las bienales de São Paulo (1998) y Venecia (1999). Desde el 2000, sus dibujos animados han podido verse en las salas de los centros de arte más prestigiosos internacionalmente; su técnica se basa en la filmación de dibujos que modifica en numerosas ocasiones, borrando e incorporando trazos de inspiración expresionista, utilizando una paleta monocroma con ligeros toques de pastel azul o rojo.
Los grabados de sus series Pit y de las Domestic scenes inspirarían más tarde sus carboncillos y animaciones posteriores, como Felix in exile (1994). En ellos introdujo dos personajes, Soho Eckstein y Felix Teitlebaum: a través de ellos nos ha hablado de sus preocupaciones fundamentales: el sufrimiento, la dominación, la culpa, el tiempo y la memoria. También han sido frecuentes en su producción el autorretrato y las referencias autobiográficas; lo vemos en obras como Automatic writing (2003).
Desde 2003 empezó a interesarse el creador sudafricano por la escultura y la videoinstalación y a incluir referencias al teatro, la ópera y el cine en sus trabajos. Ha abordado, desde un enfoque expresivo y personal, la naturaleza de la memoria y las emociones, la relación entre deseo, ética y responsabilidad y la emancipación en el contexto poscolonial de finales del siglo XX. Él mismo ha dicho: Me interesa el arte político, es decir, un arte de ambigüedad, contradicción, gestos incompletos y finales inciertos. Un arte (y una política) donde el optimismo está bajo control y el nihilismo se mantiene a raya.
Con el fin de favorecer la creación y difusión del arte contemporáneo en su país, en 2016 fundó en Johannesburgo el centro Less Good Idea. En general, el conjunto de su obra está claramente arraigado a su lugar de origen, una Suráfrica marcada por la división racial y las leyes del apartheid. Sin embargo, sus piezas no ilustran de manera directa el apartheid, sino que comunican su mensaje mediante metáforas.
Antes del Príncipe de Asturias, Kentridge ha obtenido el Kyoto Premium (Japón, 2010) y el Dan David Prize (Israel, 2012) y es miembro honorario de la Academia Americana de las Artes y las Letras y doctor honoris causa por las universidades de Yale (Estados Unidos) y Ciudad del Cabo (Sudáfrica). En 2013 fue nombrado Caballero de las Artes y las Letras de Francia.
Sabemos que concurrían a este galardón un total de 43 candidaturas procedentes 19 países. Cada uno de los Premios Princesa de Asturias está dotado con una escultura de Joan Miró, 50.000 euros en metálico, un diploma y una insignia.
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Una respuesta a “William Kentridge, Premio Princesa de Asturias 2017”
Estefany Rivas
Que gran premio y bien merecido por su trayectoria. Es un ejemplo para personas que se inician en el mundo del arte, agradecida por artistas que generan inspiración a todos los espectadores y amantes del mismo.
Sin duda existe una gran gama de artistas reconocidos en todo el mundo que deben ser galardonados por premios como este,merecido y que continúen los éxitos .